Relato No. 3 - UN LARGO VIAJE

1831 Words
Siempre me pregunté cómo era la vida fuera de mi pueblo. La carretera no tenía muchas cosas diferentes que las vías a las que estoy acostumbrada y sin embargo el ambiente se me hace extraño. Me abracé a mi misma bajo la chaqueta gruesa que usaba para contrarrestar el frío de el aire acondicionado. Para variar un poco la vista y no marearme, empecé a detallar a quienes estaban en el autobús. A dos filas había una mujer. Tendría unos cuarenta y tantos años, su cabello se veía hecho un desastre pero le doy ventaja por llevar a un niño dormido sobre su pierna de unos cinco años cuando mucho y una bebé de uno aproximadamente sobre su busto. Las madres solteras tenían el cielo ganado, pensé suspirando, por ocupar un rol doble cuando a una persona le faltaron los suficientes pantalones para correr con uno sólo. De el otro lado había un hombre mayor, no podría decir de cuántos años. A su lado no había una persona sino una bombona de oxígeno. Trague grueso porque aunque desde mi lugar no veía su rostro, habían unas mangueras que salía de la bombona y supuse que le ayuda a respirar. Eso me hizo pensar en mis padres y dudé, por un instante, de la decisión que había tomado.  Miré a mis brazos, con la ropa no se veía pero en mi memoria era bastante claro todo. Los golpes que había recibido. Los maltratos por simplemente ser mujer, por ser grande, por vivir una vida que según ellos no debí haber vivido pero que a su vez me brindaron ellos mismos. Las lágrimas volvieron a picar y respirando hondo decidí distraerme para no llorar. Detrás de el chofer había un hombre de piernas cruzadas. Su cabello era largo y bastante bonito a mi parecer, su vista estaba puesta en su teléfono celular con interés.  Habían más personas pero decidí descansar un poco, eso hasta la siguiente parada, vi el reloj en mi brazo que realmente no era mío sino de Leo y lo tomé para no estar tan pérdida. Eran las tres de la mañana. Una pareja se subió entre risas.  Se sentaron a mi lado y aquello además de sorprenderme, me incomodó. Sin embargo no había nada que pudiera hacer, me fijé en lo corta que era la falda de jean de la chica en medio de la noche y con sus manos tomadas lo primero que pensé es que huían de casa para vivir su amor. Algo parecido a lo que yo hacía con la única diferencia de que yo estaba sola. No era amada ni tenía interés en amar a nadie. Parte de el camino lo pasé evitando las miradas furtivas de el chico y de la chica mientras los oía reír a mi lado e intentaba no mirarlos a la cara.  Aún así, mientras amanecía y los pasajeros estaban dormidos, parecía que sólo nosotros tres y el chófer estábamos despiertos.  Tragué grueso cuando escuché algo distinto a las risas y murmullos. Rápidamente mi cabeza viajó a los sonidos que fluían de mi boca cuando Fabián metió las manos en mi…  La chica tenía la mochila sobre el regazo, mientras tenía las piernas separadas y podía ver cómo su novio o amigo tenía sus dedos dentro de su falda. Ella mordía algo mientras su novio tenía una sonrisa en la cara.  No me resistí y los miré directamente. Intenté que mis ojos lucieran tan serios como los de mi madre al reprenderme. Hacerlos sentir mal por semejante acto en público y aprovechándose de mi silencio así como de el estado de inconsciencia de los demás pasajeros. En cambio recibí ofendida una sonrisa socarrona de el chico mientras ella tenía la cabeza hacia el techo recargada en el asiento y los ojos muy cerrados. Por alguna razón no podía separar mis ojos de ellos. Se veía que estaban muy confiados. Seguros de que no serían descubiertos. Algo me decía que no era la primera vez que hacían algo así, aunque sí era la primera vez que yo lo veía y… ¡¿Por qué continuaba viéndolos?! Él murmuró algo sobre la oreja de la chica. Creí que me delataría y que ella, celosa, se me lanzaría encima. Pero me equivoqué porque lo que hizo ella fue sentarse sobre su regazo, mirándolo, mientras él sacaba su m*****o de sus pantalones y mi respiración se cortaba. Se hundió por completo en ella, vi el placer en su cara y me sorprendió la curiosidad que despertaron en mí. ¿Qué se sentiría hacerlo así? Ella se mecía sobre aquel trozo de… Carne, y yo no pude evitar mirar alrededor. Esperanzada de que alguien además de mi persona los estuviera viendo y juntos pudiéramos acusarlos con alguna autoridad. Nadie más miraba y mis ojos traicioneros viajaron a la pareja. El chico apretaba el trasero de la muchacha como si estuviera muy cómodo en el lugar y sus ojos no abandonaban los míos. ¿Por qué ella no lo miraba observándome? ¿Por qué en mi vientre algo cosquilleaba? Mi respiración se agitó y me senté con las piernas apretadas. Él parecía reírse de mí y yo estaba molesta y a la vez, muy excitada. Él aceleró y la chica rebotaba con fuerza sobre su pene. Mis pezones se erizaron, ¿Qué le pasaba a mi cuerpo? Sentí la boca seca y aunque voltee mi cara intentando evitar continuar con el contacto visual y a la vez siendo una fisgona. A través de el cristal oscuro por el clima afuera lo veía perfectamente como si de un espejo se tratara. Tragué grueso y decidí ponerme de pie. No resistía más. Debía ir a el baño. -Tranquila, Triada, carajo - me dije a mi misma mirándome en el espejo de el diminuto baño. Lancé agua fría a mi cara buscando refrescar tanto mi cuerpo como mi mente. Cuando volví a mi sitio, la parejita había acabado. Gloria a el cielo por ello. La chica me miraba con normalidad, casi como si no hubiese sido consciente de que yo lo vi todo. Su novio me observaba de forma distinta y tragué grueso cuando pasé a su lado para sentarme en mi sitio. Su pierna rozó la mía y me encogí de inmediato. . . . El autobús paró a casi las seis de la mañana en el pueblo más cercano. La mayoría de los pasajeros seguía dormido y varios bajaron, a estirar las piernas, a fumar o simplemente a comer algo. El plazo no era mayor de diez minutos para el descanso y para mi sorpresa la chica se puso de pie. Él no.  -Ya vuelvo, mi amor - dijo ella con una voz cantarina y antes de marcharse plantó un beso que llegó a mis oídos. Mi corazón se aceleró, no buscaba charlar con el hombre y ni siquiera se me hacía atractivo. ¿Por qué entonces su energía s****l me crispaba los nervios? - Te gustó - no era una pregunta, ni un cuestionamiento. Él afirmaba lo que decía y yo me hice la tonta. No podía ser tan descarado - En tu cara se ve, Dios, deberías notar el rojo en tu rostro - muy bien. Suficiente.  Lo miré con el ceño fruncido. -Tú y tu noviecita tienen suerte que no les haya acusado con el chofer - dije con enojo y él sonrió. Tenía un piercing en su lengua. - ¿Y qué podía hacer? ¿Bajarnos? - preguntó con ironía. Yo bufé. -Si tanto te molesta ir aquí puedes marcharte. De hecho, deberías buscar un hotel para hacer todas las cochinadas que quieras con esa sinvergüenza - él me miró de los pies a la cabeza y más que molesto parecía divertido. - Tienes los muslos apretados - señaló y por inercia los aflojé. Pero él se rió relajado - Dios, estás tan caliente, ¿No es así? - Cállate, enfermo - dije sonrojada. Él sonrió mostrándome todos los dientes. Sentí su pierna de nuevo junto a la mía y yo no me moví ni un centímetro. -¿Te parezco un enfermo? - preguntó. - Me parece que alguien que hace lo que tú… Lo que ustedes hicieron, es un cochino - dije con sinceridad y él lamió sus labios. -Separa un poco tus piernas - pidió y parpadeé sorprendida. -¿Qué? - chillé y tuve que regular un poco el tono de mi voz - Estás loco, ni te conozco, además tu novia ya viene, ¿No te da miedo que le diga todo lo que me estás diciendo? - lo amenacé pero realmente no lucía asustado. Su mano estaba sobre mi rodilla. ¿Por qué si mi boca se negaba mi cuerpo cedía? - ¿Siempre eres así, tan testaruda? - preguntó con una sonrisa en los labios y yo me sentí más incómoda aún. -No tengo ganas de responderte, imbécil - dije con la voz ahogada. Estaba bastante agitada y es que esa mano grande y pesada me estaba poniendo bastante nerviosa. La mano se coló a mi entrepierna. Acariciándome sobre la tela de el pantalón de algodón que usaba. Poco a poco se coló más arriba, hasta la cinturilla de elástico. Mis ojos estaban perdidos en los de el chico. Eran verde oscuros, o tal vez pardos. La luz anaranjada de el sol saliendo no me dejaba ver bien. Cerré la cortina con un solo movimiento y en ese momento su mano se metió dentro de mis bragas.  Yo tragué grueso. Mis pezones dolían y bajo toda la ropa que usaba empezaba a darme calor. Él acarició mi cosita, con más experiencia aún de la que Fabian lo hizo y yo… Abrí mis piernas como toda una sinvergüenza sin pensar en que en cualquier momento algún pasajero despertaría. -Mojada… - lamió sus labios y yo abrí los míos para que nada saliera de ellos. Gemidos se agrupaban en mi garganta y él pellizcó mi clítoris. -Oh…- dije suavemente y él acercó sus labios a los míos. No me resistí y lo besé. Era un completo extraño, acababa de tener sexo a mi lado, un total grosero y aún así ahí estaba yo besándolo.  Su mano se apresuraba dentro de mi v****a y mi cara ardía de calor. Su lengua se hundía en mi boca y resultó bastante buena para acallar mis gemidos mientras sentía un chorro salir de mi interior y por inercia mordí su labio inferior. No sabía que correrse era tan bueno, y lo había experimentado con dos hombres poco importantes para mí. ¿Quién sabe? Si un día me atrevo a dar un paso más allá yo… Seguramente conoceré el cielo. La novia de el chico tardó poco más de el tiempo indicado. El autobús estaba a punto de marcharse cuando ella corrió y alcanzó la puerta.  Agitada subió, con comida y olor a cigarrillos, para atender a su chico con una sonrisa enamorada. Chico que tenía el labio hinchado producto de mis mordiscos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD