Todo era tan extraño para mí. Más grande, más poblado, más moderno. Di vueltas sobre mi pies al bajar de aquel autobús. El chico se despidió sacudiendo los dedos a través de el cristal cuando su novia no veía. No le devolví el gesto. Respiré hondo pensando seriamente cómo continuar. Mi estómago gruñó. Calculando tenía unas doce horas sin comer y mi cuerpo empezaba a quejarse. Saqué de mi bolso la última hogaza de pan de sándwich que traía conmigo. La metí en mi boca y aunque estaba un poco seca serviría para calmar el hambre. Me acerqué hacia un vigilante, este tenía la atención en otra cosa y francamente me costó que me mirara. -Señor…¿Señor? Parpadeó en mi dirección. -¿Si?- me preguntó. - ¿A dónde puede ir uno si… Busca… Busca trabajo aquí?-pregunté nerviosa y con un poco de pe