Simplemente se fue consumiendo día tras día. Fue perdiendo peso de tal manera que ya lo único que quedaba eran sus ojos, aún llenos de amor y sus labios que le decían a su esposo cuánto le amaba. Murió después de lo que en realidad fue una enfermedad muy corta. Edmund, desesperado por el dolor, la Casa donde habían sido tan felices ahora le parecía una prisión y sintió que tenía que escapar lo antes posible. Aquello era lo que la familia de Elizabeth y la de él habían esperado que sucediera. Lo que sus parientes no habían imaginado era que él quisiera llevarse a Medina y esto provocó una enérgica protesta a la que Edmund no prestó atención. No había nada que la familia pudiera hacer para retenerle ya que el Padre es el único responsable de sus propios Hijos y, por lo tanto, tiene todos