Yasserley.
Con Kiara nos quedamos con ella en el hospital, tuve que poner unos pesos arriba obviamente, ya que al ser mujer está en el sector de mujeres y no permiten que hombres se queden, pero pedí una habitación privada y esperamos a que los calmantes y analgésicos hagan efecto, está realmente adolorida por luchar con ese mal nacido y los golpes que le dio para que se resista, Dios santo ¿qué hubiera pasado si no estaba ahí?, ¿qué hubiera pasado si lograba doblegarla?, no quiero pensar en eso, y más la aprieto en mis brazos con terror puro por hacer que pase por una situación tan terrible.
Una vez con el alta y unas pastillas para que siga tomando nos vamos a mi casa, no quiere ir a la suya y que sus papás la vea así.
—Bien... Acá van a dormir. —es la habitación de Kiara porque sola no creo que quiera estar—. Cualquier cosa me avisan.
—Gracias.
—¿Llamaste a tus papás avisando que te quedas dónde una amiga?.
—Sí. —se sienta con cuidado, aprieto los dientes porque ese hijo de puta la golpeo en la v****a—. No dijeron nada, solamente que me cuide.
—Bien... Mañana temprano vamos a la comisaria, Kiara préstale ropa.
—Sí.
—Si no puedes dormir avísame.
—Sí. —el que no puede dormir soy yo pensando en lo que sucedió, doy vueltas en la cama hasta que decido levantarme, bajo a la cocina y la veo sentada en un sillón con sus piernas dobladas cargándose en ellas y con toda su ropa dándome a entender que ni siquiera atino a dormir.
—¿No podías dormir?. —me habla mientras me acerco despacio hacia el living.
—No, ¿Tienes malos momentos?. —me cargo en el arco de la entrada cruzándome de brazos, por la experiencia con Cami sé que debo mostrarles mis manos en todo momento.
—Algo. —me mira fijo—. Acércate... Hay lugar para que te sientes.
—Si te sientes invadida me dices.
—No me violó Yas. —me siento a su lado con cuidado—. Intentó pero no lo logró.
—Peleaste duro. —sus lágrimas caen mientras apoya la cara en sus rodillas, guío mi mano a su mejilla limpiando las lágrimas con cuidado por el golpe que tiene—. Y estoy malditamente orgulloso de que hallas peleado.
—No quería que mi primera vez sea así. —la miro asintiendo y asombrado a la vez de que lo diga tan confiada.
—Nadie quiere una primera vez así Amor... Vas a ver que tu primera vez va a ser maravillosa, con un hombre que te valore y respete. —sonríe asintiendo, se endereza un poco mirándome—. Que te haga el amor en una cama como corresponde.
—¿Qué se siente?.
—¿Qué cosa amor?.
—Estar con otra persona tan íntimamente. —me pongo incómodo con esta charla porque yo la miro con deseos de hombre, no como una charla que le das a tu hijo cuando empieza en una edad s****l.
—No soy el indicado amor... Tendrías que hablarlo con otra mujer.
—¿Por qué no eres el indicado?. —se sienta más cerca mío y yo alejo mi mano que la puse en su rodilla, pero ella la agarra—. Aunque no nos llevábamos bien en el trabajo jamás te propasaste íntimamente.
—Aye de verdad que no soy el indicado.
—¿Porqué no Yas? Me siento segura contigo.
—No... Yo no. —me agarra el brazo.
—Dime. —le doy la espalda o no me voy a aguantar.
—Aye yo...
—No voy a dejar que...
—Aye yo te miro con ojos de hombre. —me giro y me arrepiento de decirlo cuando alza las cejas y niega.
—No entiendo.
—Yo te deseo Ayelen. —miro el suelo incómodo porque seguro ella no me ve para nada bien, soy mucho mayor que ella y la traté muy mal—. No quiero que te sientas mal o invadida... Jamás voy a propasarme, eso que quede claro no pienses que... —de golpe me está besando, la miro que está con los ojos cerrados—. Aye no amor... Espera.
—Yo también te deseo Yas. —niego apoyando mi frente en la de ella—. ¿Te molesta lo que pasó hoy?.
—¿Cómo me va a molestar hermosa?. —besos suavemente sus labios poniendo mi mano en su cuello y con deseos de recostarla y hacerla mujer lentamente, pero no es posible—. Solo que nuestras edades... Eres a penas unos años mayor que mi hija y eso no me agrada nada.
—Dijiste que me deseabas.
—Aye yo...
—¿No te acostarías conmigo?. —me rio fregando mi mejilla sobre la de ella.
—Te juro que dejaría todo de lado y te llevaría a mi cama y no te dejaría salir más de ahí. —respira con fuerza.
—Hazlo.
—No soy así Amor. —la miro a los ojos viendo miedo y ansiedad—. No me aprovecho de la vulnerabilidad de los demás. —esta por hablar, pero la callo con un beso—. Lo estas en este momento y no me voy a aprovechar de eso... Cuando sea el momento te juro... —niego respirando con fuerza—. Te juro que te voy a saborear entera y demostrarte lo que es estar con un hombre... Pero mientras tanto vamos a trabajar en la confianza entre nosotros... Después vamos a estar juntos.
—Está bien. —sonríe mirándome a los ojos—. Me alegro de que seas tan considerado.
—No lo soy. —beso su nariz divertido—. Intento de que confíes en mí y que más tarde no me tengas miedo... Pero cuando confíes ciegamente en mí te voy a demostrar lo que es estar en la cama con un hombre que te desea. —me paro estirándole la mano—. Vamos a descansar un poco que mañana va a ser un día muy largo.
—Está bien. —subimos abrazados, la dejo en la puerta de la habitación de Kiara—. Puedo darte otro beso.
—No debes volver a preguntarlo. —me inclino basándola con ganas, pero debo parar ahora que aún razono un poco—. Que descanses.
Espero a que entre y ahí me voy a mi cama, me tiro riendo, Dios, hace cuanto que no me siento feliz de esta manera, me tapo la cara sintiéndome joven una vez más, miro hacia abajo donde mi pene esta que revienta, ¿Desde cuándo esta así? Hasta creí que ya no necesitaba sexo porque salí con mujeres, pero ninguna me hizo sentir nada, menos ponerme cachondo como lo hizo Aye con solo un beso.
A la mañana vamos hacia la comisaria, no dormí, estoy muerto de cansancio y a la vez súper eufórico por la charla que tuvimos en la noche con Ayelen, me desea, Dios santo me desea y eso me vuelve loco aunque no sé si a esta hora sigue pensando lo mismo.
Va con cara de asustada y Kiara cuando se da cuenta no se despega de su lado, van agarradas del brazo derecho y con el izquierdo agarra mi mano, necesita seguridad y yo se la voy a dar.
—Buenos días... Soy Mónica Toinal la mamá de Martín. —asiento dándole la mano, la conocía de vista.
—Mucho gusto. —saludo a Martin que siempre esta cuando se lo necesita, mi sobrino sí que se cargó un buen amigo—. Martin ¿cómo estás? Gracias por preocuparte.
—No pasa nada hombre. —mira a Ayelen con calma—. ¿Estás un poco más calmada?.
—Si, muchísimas gracias.
—Vas a tener que dar tu versión de los hechos y es muy probable que te empieces a sentir mal porque debes ser lo más detallada posible.
—Estoy segura.
—Entremos entonces.
Nos llevan a salas apartadas, ella va con Martín ya que lo de ella se lo van a tomar de inmediato por ser la víctima de intento de abuso, a mí me van a castigar defendiendo a ese violador hijo de puta, pero el sistema funciona así, los que hacen maldad en las calles como si nada viviendo lo más tranquilo resguardados por la justicia, porque a ellos si les ponen custodia y se mueven rápido cuando les haces algo como defenderte, y los que hacemos las cosas bien nos tenemos que encerrar en nuestros hogares y tener un buen sistema de alarma por si quieren entrar y un buen abogado por si nos defendemos.
—Su fianza va a ser muy elevada señor Weishler.
—Ponga el precio y listo. —me miran mal y a la vez asombrados por mi actitud, no tengo miedo, ya pasé por esto con Camila y con Jonás, si debo tomar las mismas medidas con ese lo voy a hacer, total le hago un gran favor a la sociedad—. Yo no intenté abusar a nadie, no me afecta en nada, hice lo que correspondía que era defenderla de una violación.
—Bien. —Mónica hace el cheque y se lo entrega al contador del juez—. Nos retiramos señores.
—Si vamos a juicio vas a volver a declarar.
—Con todo gusto vuelvo a decir que ese hijo de puta merece lo peor. —salgo y doy vueltas en el lugar esperándola, me aprieto las manos deseando que esta situación no la ponga mal.
—Papi. —miro a Kiara que se me acerca—. ¿Estás bien?.
—No... Aye no sale más.
—Martin está con ella.
—Debe tener miedo hija. —me mira a los ojos y asiente.
—Seguro que sí... Pobrecita papi. —suspira y cierro mis ojos abrazándola, beso su cabeza pensando en las cosas que pasan por un deseo enfermo como ese—. Que feo debe ser eso... No me imagino lo mucho que debe sufrir Cami.
—Yo menos hija... Yo menos.
*****
Ayelen.
Ya pasó una semana de lo del restorán, volví a mi casa para que mi mamá no sospeche nada, pero en unos días me voy a vivir sola porque Yasserley me pidió volver a mi antiguo puesto de trabajo, acepté por el hecho de que por más que nos llevemos mal, él me da seguridad y confianza cosa que en el restorán jamás tuve, ese día en que pasó eso había pedido mi renuncia unos días antes y me dijo que espere dos días para poder cobrar, desde el día uno me acosó, pero como en mi casa nunca dije que no estaba más en la empresa Weishler debía sacar plata de algún lado y me la aguanté lo más que pude cuidándome de las manos locas como decía él, y de los abrazos que me quería dar en todo momento.
—¿Lista?.
—¿Para?. —sigo pasando unos papeles a la compu.
—Tenemos la reunión general de cada semana.
—Ya... Aguántame un chiquito ¿si?.
—¿Qué haces?. —se sienta mirándome trabajar.
—Paso información. —tecleo rápido y lo miro sonriendo— Listo... Terminado, ¿vamos?.
—Vamos. —salimos a llamar al ascensor, sostengo la compu y mi libreta de apuntes delante mío mirando los números pasar—. Estás muy linda.
—Gracias.
—¿A la noche quieres ir a cenar?. —lo miro poniéndome roja y sonriente.
—Sí, ¿Dónde?. —el ascensor se abre y me hace pasar primera, aunque me insultaba siempre fue caballero en estas cosas.
—Donde quieras. —marca el número y ahí viene a mi lado, nuestros brazos están juntos y nos miramos muy cerquita—. Dime y vamos.
—Soy muy indecisa.
—Pues me gusta que las mujeres decidan donde ir. —frunzo el ceño.
—No quiero ser un pasatiempo Yasserley.
—¿Quién dijo que lo eras? ¿Acaso no fui claro cuando dije que te deseo?. —me mira como furioso, para el ascensor y se me acerca lentamente, como si me asechara.
—Es que dijiste mujeres.
—No tiene nada que ver... Aunque muchos creen que soy mujeriego no lo soy. —pone una mano a cada lado mío inclinándose hasta rozarnos la nariz—. Solo he estado con una mujer en mi vida, no hay más. —abro grande los ojos, no me esperaba eso para nada, creí que al menos unas cinco mujeres habían estado en su vida, pero dice que una—. No soy un mujeriego... He salido a cenar y todo eso, pero jamás sexo. —pone su mano en mi cintura con suavidad, aprieto más la compu o la suelto—. Pero te veo y te deseo. —baja un poco hasta poner la boca en mi cuello, susurra haciéndome temblar las piernas—. Cómo jamás desee nada Amor... Deseo que estés en mi cama... Debajo de mí mientras te monto con locura. —jadeo cuando besa mi cuello, mis piernas son de gelatina ahora—. Deseo moverme sobre tu pequeño cuerpo con fuerza y enseñarle que es mío. —mi mente crea imágenes sobre lo que dice y lo deseo, lo quiero a toda costa—. Que eres mía y solo yo te puedo tomar rudo.
—Yas. —su mano sube la pollera y sus dedos llegan a mi bombacha.
—Deseo poner mi boca acá. —baja un poco más y ya no sé donde estoy—. Pasar mi lengua y guardar tu sabor en mi paladar. —mueve los dedos sin parar haciéndome jadear con más fuerza—. Deseo ver como mi polla dura entra en tus preciosos pliegues. —aprieto las piernas, pero su mano sigue ahí torturándome—. Deseo sentir la resistencia de tu v****a al ser invadida por mi tamaño.
—Por Dios... Yasssss.
—¡Oh nena! Como te deseo.
—Yo también te deseo... Y mucho. —suspiro frustrada cuando se aleja y se pone detrás de mí—. Qué...
—Suena sin parar el ascensor... Lo están llamando y vamos tarde a la junta.
Siento su m*****o en mi culo, sus manos en mis caderas volviéndome loca, y su respiración y sutiles besos en mi cuello hacen que me pierda en el placer y un poco más le pida que me tome en medio de toda está gente que no saben que pasa entre nosotros y el deseo insatisfecho que tenemos.
Cuando termina la jornada voy volando a mi casa a buscar ropa desesperada para la salida, quiero ir linda pero no atrevida, aunque él sabe mi forma de vestir y sabe que no me visto así para provocar.
Me miro al espejo satisfecha, me puse una pollera negra corta de jean y una remera básica negra, aunque si piensa llevarme a uno de esos lugares que vamos por las reuniones esto no pega, le voy a decir que vayamos a algo tranquilo.
—Hija... Ya llegó tu jefe.
—Voy. —me pongo perfume, agarro mi bolso y ya estoy.
—Estas linda pero no como para una cita hija... Tienes ropa hermosa, te hubieras puesto otra cosa así lo tienes loco loquito. —suelto la carcajada porque se mueve toda y las cejas no las deja quieta, Juan la mira medio raro, pero no dice nada.
—Quiero algo tranqui mami. —le sonrío, ya que nos contamos todo entre todos, y todos en esta casa saben que tengo una cita con Yas—. No me gustan esas cenas tumultuosas y llenas de parafernalia.
—Está bien... Suerte y usa preservativo.
—¡¿Qué dices?!.
—Si quieres hijos está bien, pero hay muchas enfermedades, deben hablarlo primero. —negando salgo de la casa, vino es su nave que me encanta con locura.
—Los dos pensamos en algo tranquilo. —está parado apoyado en la camioneta esperándome.
—Así es. —le voy un beso en la boca sonríendo tímida—. Me encanta que hallas venido en esta máquina.
—Quiero conquistarte muñeca.
—Empezaste bien al venir con esto.
—Vamos entonces. —me subo más que feliz, rodea la camioneta para subirse y me mira—. ¿A dónde vamos?.
—Mmmm... ¿Pizza?.
—Pizza entonces. —pone música suave y vamos al centro de la ciudad.
—No sabía que ponerme... Entre como en una crisis. —se ríe negando—. No te rías... Pensaba... ¿Y si Yas viene formal y yo así?.
—Me rio porque estaba igual... ¿Y si llego y Aye está formal? Pero se ve que pensamos igual menos mal.
—Sí. —lo miro porque es hermoso para mí—. Debemos tener algo donde nos podamos conocer bien. —frena un poco y miro hacia afuera.
—¿Acá te gusta?.
—Nunca vine.
—Vine con Kiara y es riquísimo.
—Pasemos entonces. —estaciona bien y ahí rodea la camioneta, me tiende la mano para bajar—. Gracias. —me da un beso fugas y de la mano entramos—. Que rico huele.
—El sabor es aún más rico. —a penas nos sentamos vienen a tomar el pedido—. Pide la que quieras.
—Como bastante eh. —leo los tipos de pizzas que hay y ya se me hace agua la boca—. Quiero de rúcula… Tomate... Calabrese yyyyy... Con ajo.
—Quieren enteras o podemos hacer mitad y mitad.
—Mitad y mitad por favor. —se va y me mira sonriendo—. Te lo dije.
—Nos podemos dar la mano... Creo que eso no va a ser suficiente.
—Si no lo es pedimos otra... Traje plata podemos ir a medias.
—Me estás ofendiendo Amor. —lo miro tirando la cabeza hacia atrás por eso—. Yo te invité y me ofende que digas eso.
—Estamos en el siglo 21 Yas. —decido dejarlo ahí no más—. ¿A qué edad tuviste a Kiara?.
—Tenía 17 recién cumplidos. —alzo las cejas sin opinar—. Con su madre nunca funcionó por más que lo intentamos. —come una papas fritas que ya habían en la mesa—. Fue el desliz que más me alegró la vida.
—Que bueno... Muchos se arrepienten.
—Yo no... Es mi princesa aunque este por cumplir los diecinueve.
—Es muy adulta para su edad... A mí me dejaron volar recién este año. —como papas porque me tentó verlo—. ¿Se llevaban muy mal?.
—Ella sufrió las peleas constantes que tenía con Marcia y los cambios de casa todas las semanas hasta que por fin me dieron la custodia completa... Se crió como pudo mi wacha.
—Pero lo hiciste bien Yas. —sonríe para después ponerse serio.
—Quiero algo serio Aye. —asiento porque le dije que no quería un pasatiempo—. Quiero una mujer, formar una familia y siento que eres la correcta.
—Quiero lo mismo... Y no me da miedo tu edad. —los músculos de la cara se mueven por eso—. Nos llevamos catorce años, no es tanto.
—¿Estás segura?.
—Probemos... ¿Perdemos algo con probar?.
—Nada. —sonríe agarrando mi mano y besándola—. Pero en lo íntimo vamos a ir despacio, quiero que confíes enteramente y vamos a hacer que nunca dudes de mí.
—Estoy ansiosa. —muevo las piernas con alegría—. Mucho.
—Cuando salgamos de acá vamos a probar lo primero.
—¿Qué seria?.
—Meternos mano en la camioneta.
—Bien. —niega mirando la mesa porque me río ansiosa.
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