Ayelen. Comemos muy agradablemente la verdad, me reí como nunca y comí como nunca, nos clavamos casi cuatro pizzas entre los dos, no daba más, después nos quedamos un ratito para bajar las pizzas o no podía subirme a la camioneta ni loca de lo hinchada que estaba. Cuando nos vamos maneja lento y mirando hacia todos lados, pero no me pone nerviosa para nada, algo debe estar pensando. —Acá va a estar bien. —ahí recuerdo que me dijo que íbamos a dar el primer paso y era meter mano—. Nadie va a molestar. —Bien. —estoy muy ansiosa—. ¿Qué hago?. —Ven. —me alza sentándome de costado en sus piernas. —¿Cómo me levantaste? Dijiste que pesaba mucho. —Y pesas, pero esto... —toca su pecho y brazos—. No son esteroides... Son años de trabajo duro en el gimnasio. —¿Y puedes alzar mucho peso?.