Ayelen.
—¿PORQUÉ CARAJO ME MENTISTE?. —salto del susto y es Yasserley delante de mi escritorio con la cara transformada de furia.
—¿En qué?.
—¡Eres una pendeja de mierda!. —no sé que hacer porque siento que cualquier cosa que haga o diga va a desatar en algo mayor—. ¿Te divirtió humillarme? ¿Hacerme decirte un nombre que no es real?.
—Te dije que leas mi expediente.
—ESO NO TE DA DERECHO. —me paro yéndome para atrás cuando tira la silla que hay frente a mí, ¿qué le pasa? ¿Porqué reacciona así?—. ERES UNA TERRIBLE PELOTUDA... TODO EL MUNDO RIÉNDOSE DE Mí POR TU MALDITA CULPA. —me tiembla todo el cuerpo, es un hombre muy grande y cuando está enojado da aún más miedo.
—No quise... Solo que no podía creer...
—Me importa un carajo lo que pienses o creas. —no me deja hablar para explicarle, lo miro que va al baño encerrándose de un portazo, quedo parada temblando del susto que me pegó, estoy dentro de su oficina y ya no tengo el respaldo de las demás—. Raja de acá como quieras que te llames... No quiero verte.
—Sí. —salgo corriendo y están todas paradas mirándome.
—¿Qué pasó?. —Laura se acerca corriendo y su cara describe preocupación—. Escuchamos los gritos.
—Se enteró que no me llamo Pamela. —aunque me asusté no soporto reír a carcajadas haciendo que se sorprendan.
—¿Y por eso está enojado?. —nos hacemos a un lado cuando sale azotando la puerta.
—Ve a terminar tu trabajo.
—Sí.
Se va como un toro embravecido y no vuelve en todo el día, ¿qué le pasa? ¿Cómo se va a poner así por algo tan estúpido?, o es muy orgulloso o un idiota de primera, y creo que las dos cosas juntas y eso es muy malo, las personas así son tercas a más no poder y no se les puede decir nada porque no entienden nada de lo que se les dice y Yasserley tiene pinta de nunca bajar un cambio.
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Miro las rosas que hace días recibí, me las mandaron hace dos semanas y no tengo idea de quién fue porque ni una tarjeta había, ni siquiera sale desde donde las mandaron, son hermosas eso sí, justo el tono que me gusta, pero aunque me sentí agasajada en ese entonces ya no es así, solo esa vez me mandaron flores, hasta a veces digo que se han equivocado porque si alguno me quería cortejar me descartó o cree inútil conquistarme con mis flores favoritas.
—¿Mi té dónde carajo esta?. —fastidiada alzo la cabeza.
—Donde siempre Yasserley.
—¿Y dónde es eso? Oohhh para. —me apunta con la palma abierta y es muy infantil realmente la actitud que está tomando, no está actuando como un hombre maduro—. ¿Me vas a mentir en eso también no?.
—Te dije que mires los expedientes... No puedes negarlo porque te lo dije.
—¿Eso te daba derecho a mentirme?.
—Que tú seas un flojo no quiere decir nada.
—Escucha una cosa pendeja. —se acerca en dos pasos apuntandome a la cara con furia, me niego mirarlo a los ojos porque sé que voy a llorar con lo que diga—. Que permita que sigas trabajando acá no quiere decir que me puedes hablar así, de ahora en más me dices señor ¿Está claro?. —asiento, pero golpea el escritorio haciendo que salte en el lugar—. ¿Está o no está?.
—Si señor. —siento mis lágrimas amontonarse.
—Deja las putas lágrimas carajo... Me tienes podrido llorando por todo.
Mis horas no pasan más, es un sufrimiento trabajar en este ambiente, es totalmente deprimente, estresante y abrumador, no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo le deseo un jefe como Yasserley.
En el almuerzo voy a recursos humanos rogándole a Dios que me dé una salida, ya no es bueno para mi salud mental estar de esta manera, y eso me afecta físicamente también, no duermo bien, estoy estresada a más no poder, llena de contracturas y sus insultos son cada vez peores, me hieren cada vez más y ya no puedo seguir así.
—Hola Stefi. —deja lo que hace mirándome, le doy un beso en la mejilla.
—¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?.
—Venía a ver si hay algún puesto de trabajo fuera de Yasserley. —comienza a reír negando.
—¿Ya te colmó?.
—Sí... Quiero dejar de trabajar con él, me va a enfermar ese hombre. —me siento casi desparramándome en el escritorio.
—Bien... Déjame ver, es esta empresa siempre está todo ocupado es difícil conseguir algo sin estudios universitarios.
—Lo sé. —mira en su compu buscando ver que hay—. Así sea de limpieza va a estar bien.
—Acá tengo justo de limpieza ¿Segura que te va?.
—Más que segura.
—Bien... Vas a tener que soportar toda esta semana para empezar el lunes, o si dejas de trabajar con él se te van a descontar los días no trabajados y en tu puesto es mucha plata.
—Veo que sucede de acá a mañana... Pero de que me voy me voy.
—Bien. —me paro y le tiendo la mano más que feliz—. Muchas gracias, me salvaste la vida o te juro que me mataba.
—¡Que exagerada que eres mujer!.
—Ve un día con él a ver si me vuelves a decir exagerada.
—Mejor retiro lo dicho. —vuelvo a mi escritorio feliz, voy a salir de este lugar de mierda en donde no se puede ni respirar.
—Así que pediste que te saquen de mi lado. —se sienta en mi silla con su sonrisa burlona—. ¿Prefieres ir a limpiar la mierda de los demás a estar acá con el culo aplastado todo el día y sin hacer nada? Qué interesante. —realmente él me hace sentir que soy nada, ni el barro que no hay en sus suelas me siento—. Te tengo mi respuesta. ¿La quieres?. —niego tiesa de miedo—. Te lo digo igual... Tienes dos opciones, la primera es que te quedes en este puesto tal como vienes haciendo y la segunda es que si pretendes tomar otro trabajo no hay nada para ti. —me sube un ácido por la garganta y espero que no sea furia porque ahí sí que la voy a cagar—. Es este puesto o te vas de la empresa.
—No me voy a quedar acá.
—Junta tus cosas y vete, acá o nada, ya te lo dije.
—Esto es abuso laboral.
—Tómalo como quieras.
—No es así Yasserley. —mis lágrimas caen en contra de mi voluntad, pero esto me supera realmente—. ¿Por qué debo quedarme acá? No me quieres en este lugar... Déjame ir a la limpieza.
—No... Acá o nada ya te lo dije, no vas a venir a hacer lo que quieras... Yo soy el jefe no te olvides.
—Pero...
—Es tu decisión bonita.
Se va otra vez y ya no vuelve, junto a mis cosas y salgo del edificio, mis lágrimas van cayendo en cantidad, perdí mi trabajo, pero ya no voy a seguir perdiendo mi dignidad por ese infeliz de mierda que no me respeta para nada.
Camino a mi casa en una nube de desespero, sin darme cuenta paso a un restorán y le pido trabajo, cuando reacciono el hombre me está hablando.
—¿Mañana puedes venir así estas de prueba y te explico como es todo?.
—¿A qué hora?.
—Y a las nueve... Así vas conociendo el lugar.
—Bien... Acá voy a estar.
—No vemos entonces.
Tomo el colectivo y de lejos lo veo en su auto mirándome, no sé que le pasa, está enfermo ese hombre.
Cuando llego a mi casa voy directo a la cama largando la vida, muerdo la almohada porque ahora me digo, dejé que me basuree, ¿dejé que me insulte todo por un puesto de trabajo? La verdad que estoy mal, muy mal y por eso más bronca me agarro hacia mi misma porque no entiendo como dejé que me trate así por más jefe que sea, no debí hacerlo, debí irme a la primera que me levantó la voz, pero no, tenía que seguir porque necesitaba la plata y la necesito.
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Yasserley.
Me subo al ascensor pensando en Ayelen, aunque no lo diga la extraño, aunque no lo demuestre la extraño y aunque lo oculte la extraño con locura. Hace ya un mes que se fue, no la vi como se fue, pero seguro que llorando, no quise quedarme a verla, pero si la seguí para que llegue bien a su casa porque en el estado en que la puse no estaba en todos sus sentidos, bajo mi mirada por eso, porque odio verla llorar, mi vientre se contrae al recordarla y los bellos de mi piel se erizan, no la he visto para nada, nadie la nombra, es como si hubiera pasado solo por mi vida y la de nadie más, hasta mi hija dejó de preguntarme por ella.
Bajo por el ascensor de cristal y ahí la veo, siento que estoy atascado y no avanza nada.
—Ayelen. —para la caminata y me mira—. ¿Cómo estás?. —está en silencio, me chupo los labios nervioso—. ¿Vienes a pedir trabajo?.
—Vengo por el cheque de mi indemnización.
—¿No vuelves más?.
—No.
—Vuelve conmigo. —intento hablar con calma y que no se me note lo que la necesito, no solamente en el trabajo sino en todo—. Te necesito, coordinábamos bien.
—Ja... Buen chiste. —camina alejándose, pero la agarro el brazo.
—¿Cómo buen chiste?.
—¿Coordinábamos bien? Si yo te tenía que agendar todo hasta para ir al baño... Tenía que ir a tus malditas reuniones de mierda en donde nadie me respetaba. —la suelto viendo su furia, ahora que no soy el jefe me lo dice porque la aterre tanto que no me decía nada—. Tuve que soportarte maldito infeliz, ¿Crees que voy a volver a trabajar con una lacra abusadora? Estás loco. —se va mientras pienso en lo que dice, tiene toda la razón, fui una basura con ella.
—Tío. —me giro viendo a Exe—. ¿Estás bien? Estás hace rato acá parado, vamos que abuela nos espera.
—Sí. —pongo todo de mi para dejar de pensar en ella—. ¿Las nenas?.
—Donde abuela.
—Voy a poder verlas un buen rato.
—No me las molestes ¿si? Que después no sabemos que hacer.
Donde mis papás me siento en la orilla del lago a reflexionar, ¿qué me llevó a actuar así? ¿Qué me hizo directamente para que reaccione de esa manera? Si, me sentí muy humillado al saber que su nombre no era Pamela, me dijo muchas veces que lea su informe, pero como ella decía, soy un vago para esas cosas, pero lo único que encuentro coherente para semejante arrebato de furia es que ella, ella en si se burlara de mí, los demás me importan una mierda, solo pensar que ella se reía me devastó por completo, ella me gusta, me tiene loco sinceramente y pensar que intenté ser un caballero con ella, intenté demostrarle como soy porque no he estado con otra mujer que no sea Marcia y no sé como conquistar y sí que lo intenté con ella, y enterarme de que no significo nada me dolió y duele, Dios como duele volver a enamorarse, me tiro hacia atrás mirando el cielo y sintiéndome un pelotudo por todas las cosas que fantasee con ella, una familia, más hijos, me cree un mundo que cuando se vio tambaleante lo termine de derrumbar, tal vez si no reaccionaba así podía tener una chance de conquistarla y llegar a lo que soñaba.
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Pasan más días en donde ya me siento un imbécil, la he estado siguiendo, al trabajo y su casa nada más, la he visto con un chico que al principio sentí como me destruía el corazón pensando que eran novios, pero sus rasgos parecidos me dijo que son hermanos y que ni se tocan al caminar, se empujan y golpean pero nada más.
Con Kiara vamos hacia el restorán que descubrí que trabajaba, vamos a ir haciendo de cuenta que no sé que esta ahí, más bien yo voy haciéndome el boludo, ya que ella no tiene idea de nada.
—Parece que pasa algo. —me giro y veo que golpean una puerta con fuerza.
—ABRA... ABRA DE INMEDIATO O LLAMO A LA POLICÍA. —viene otro trabajador del lugar y me paro cuando comienzan a patear la puerta ya que se escuchó un grito.
—¿Qué mierda?. —dice Kiatra atrás mío.
—Llama a la policía hija.
—Sí. —me acerco y vuelve a escucharse una mujer llorar y pide ayuda, cierro los ojos reconociendo su voz, es ella que pide ayuda.
—Córranse. —pateo la puerta con fuerza y se abre, ahí la veo, con el tipo encima de ella mientras lucha para que abra sus piernas y Aye se revuelve con fuerza impidiéndolo—. Mal nacido hijo de puta.
Lo agarro a golpes y nadie se mete, solo sacan a Ayelen fuera de la oficina, estoy ciego y sordo, no veo ni escucho nada solo al maldito infeliz que hasta que se había puesto un preservativo para abusar de Ayelen.
Cuando salgo busco a mi hija y a Ayelen, mis manos no las siento de tanto golpearlo, miro hacia el baño cuando Kiara sale corriendo.
—Papá ven. —corro hacia ella y ahí la veo.
—Ayelen. —esta sentada en la bacha bañada en lágrimas y toda despeinada.
—Yo... No quería. —me acerco lentamente viendo su ropa rota y hace el intento de cubrirse con desespero—. Juro que no quería, yo... Él... Él... Él me dijo que me iba a pagar los días trabajados y y...
—¿Qué?. —dice Kiara.
—¿Te violó?. —nos mira asustada y entra la policía.
—¿Es usted la señorita del abuso?.
—Sí.
—Debemos ir al hospital.
—Kiara por favor. —la mira y está muy asustada—. Ven conmigo por favor.
—Sí... Si por supuesto que voy contigo. —salimos viendo al tipo tirado en el suelo, solo me genera asco nada más.
—Voy detrás de ustedes. —me subo al auto y sigo la ambulancia, me tiembla todo, en el hospital espero a que salgan y me digan como esta, doy vueltas como un loco esperando—. Hija.
—La están revisando.
—Él... ¿La violó?.
—No lo sé. —veo el miedo en sus ojos—. Una doctora le abrió un poco las piernas y tiene morado y... Vi sangre.
—¡Mierda!. —me siento agarrándome la cabeza, llega la policía y sé lo que viene.
—Señor... Debe ir a declarar, ya que usted golpeó al hombre.
—Llamo a mi abogado, no me voy hasta que ella esté bien.
—Debe ir cuanto antes. —me dice un joven—. O él va a tomar partido de eso.
—Bien. —marco el número de Martin de inmediato.
—Yas.
—Necesito que me recomiendes un abogado.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estás? Salgo para allá y hablamos.
—Estoy en el hospital del centro.
—En cinco estoy.
—Dale. —sale la doctora y nos mira.
—Señorita, ¿Ustedes son familiares?.
—Amigos. —vamos enseguida con ella a ver que dice—. ¿Cómo está? ¿Le hizo algo?.
—Gracias a Dios no... Pero si la hirió en sus partes intimas. —la miro sin entender.
—¿De qué manera?.
—La golpeo y la cortó con una navaja en el pubis.
—¡Que hijo de puta!.
—Vamos a examinar los daños por el golpe... Ella quiso defenderse y la golpeo, tiene muy hinchado.
—¿Podemos verla?.
—Sí... Le dimos un calmante, pero no deja de llorar.
—Queremos verla. —entra Kiara y yo atrás—. Aye. —nos mira llorando y me mira a los ojos—. Aye ¿estás bien? ¿Quieres que llamemos a alguien?.
—No... No quiero que mi mamá se entere y si mi papá sabe lo va a matar. —me quedo en la puerta mirando con miedo a que piense cualquier cosa—. ¿Yasserley?.
—¿Qué pasa? Dime que quieres y te lo doy... ¿Salgo? Si quieres espero afuera hasta que te sientas bien.
—No... No te vayas... Me gustaría que me abraces. ¿Me das un abrazo por favor?.
Me acerco despacio y ella se sienta, paso mis manos con suavidad por sus brazos, me rodea por la cintura y suelta el llanto más doloroso que oí en la vida, tiembla descontrolada y yo no aguanto las lágrimas, me siento y la acuno con suavidad y fuerza a la vez, acaricio su cabeza besándola y sintiendo que es mi culpa que esté pasando por esto, no debía estar ahí, debería haber estado en la oficina, tranquila, sin miedo a que nadie la agreda de ninguna forma, bueno, yo la agredía, pero jamás físicamente, menos obligarla a tener relaciones, eso jamás.
—Yas.
—¿Si?. —estamos acostados en la camilla, tiene su cabeza en mi brazo y así nos miramos de frente.
—¿Me puedo ir contigo? No quiero ir a mi casa.
—Obvio que si amor. —paso mi pulgar sobre sus labios con ganas de besarla, pero no es debido—. Obvio que sí, hago lo que me pidas.
—Gracias. —miro cuando golpean la puerta y la abren, es Kiara que no me di cuenta de que nos había dejado solos.
—Papi llegó Martín.
—¿Cuándo saliste?. —sonríe negando, se hace a un lado para que entre Martín y Julián.
—Hola
—Kiara quédate con Aye.
—No. —me aprieta escondiendo su cara en mi pecho—. No me dejes por favor.
—Debo hablar con ellos y vuelvo. —Julián mira sin creer.
—Tengo miedo, no me dejes.
—¿Qué pasó?.
—Necesito un abogado que nos represente a los dos... Un tipo quiso abusar de Ayelen y yo creo que lo mate a golpes.
—Ya llamo a mi mamá... Ella es la mejor en esto.
—Gracias. —Julián se acerca con calma, sabe que hacer, tuvo que aprender con Camila a mantener la calma.
—Aye. —lo mira enseguida—. ¿Estás bien? ¿Necesitas alguna cosa? Agua, comida ¿algo?.
—Tengo mucha sed.
—Acá compré. —Kiara le da una botella y la toma toda.
—Gracias Ki.
—Aye... Ahora viene lo duro ¿si? Pero quiero que confíes en nosotros... Todo va a correr por nuestra cuenta no te preocupes en eso, pero debes ser fuerte porque vas a tener que declarar y hasta verlo, pero debes estar consciente de que no va a volver a ponerte un dedo encima jamás en la vida.
—¿Vas a estar conmigo Yas?.
—Si amor... No pienso dejarte sola nunca más.
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