Yasserley
—Aguántame un chiquito. —la veo que anota algo y se le caen las hojas donde tiene muchas cosas en las manos—. Mierda.
—La ayudamos. —cuando quiere agacharse a juntar las cosas la agarro del brazo al ver como todos estos alzados se abalanzan.
—Tengo que juntar los papeles Yas. —niego apuntando al piso, mira con asombro como los tipos juntan las cosas.
—Ahí tiene todo señorita. —los agarra sonriendo por cortesía, pero igualmente no me agrada.
—Gracias. —la corro hacia atrás poniendo mala cara a ver si se alejan de ella de una vez por todas.
—¿Seguimos? Tenemos diez minutos más y nos debemos ir.
—Sí.
Va bien pegada a mí todo el recorrido, no estamos en contacto directo con los trabajadores, pero si con los capataces y delegados y son bastantes alzados al verla, ella tiene razón, solo muestra parte de su vientre, pero aun así se vuelven locos.
—Yas. —me quejo de los trabajadores pero había quedado igual que ellos mirándola mientras anotaba unas cosas.
—¿Si?.
—Listo, ¿Vamos?. —le agarro la mano asintiendole a todos—. No estamos viendo señores, que tengan buen día. —salimos de la construcción apurados.
—¿Estás bien Yasserley?.
—Me dio hambre. —es lo primero que se me ocurre decir—. ¿Vamos a comer?.
—Todavía no es mediodía. —mira la hora de su reloj de muñeca—. Podemos ir a otra obra y ahí vamos a comer.
—Está bien ¿Dónde nos falta ir?.
—Mmm. —apoya todo en la camioneta así acomoda lo que se le cayó al suelo—. Donde se me cayeron las hojas se me mezcló todo... Soy más tonta. —no puedo creer lo hermosa que es, jamás me había sentido así con solo ver a una mujer, desde que llegó que hace que sienta cosas que jamás sentí—. Acá... Dice que es una obra de beneficio. —mueve la hoja frente a mí riendo—. ¿Me estás escuchando?.
—¿Qué decías? Estoy medio ido perdón.
—Me di cuenta. —me apunta un papel, pero no lo miro, no puedo despegar la vista de ella—. Llegó un informe de recursos diciendo que no va como predijeron... Se están tardando más de la cuenta y siempre faltan materiales... Ósea que están robando a lo loco.
—¿Cómo Exequiel no me avisa de esto?. —lo llamo para saber que es lo que pasa.
—Yas.
—¿Qué pasa en la obra del periférico?. —le abro la puerta así sube y vamos al lugar.
—Estoy acá... Hoy me llegó el informe ¿Vienes?.
—Estoy yendo. —rodeo la camioneta furioso—. ¿Qué carajo se creen mierda?.
—Que es a beneficio y pueden hacer lo que quieran.
—Ya voy... Aguántame.
—Sí.
Cuando llegamos armo la podrida, mierda que esto me saca de quicio, tenemos que andar controlando todo el puto tiempo las construcciones por estas cosas, Exequiel es el encargado de las obras, lo ayudan todos mis sobrinos, pero algo sucede claramente, no digo con ellos, lo digo por los trabajadores, yo soy el responsable de los presupuestos y me viene toda la bronca a mí cuando los números no cierran y por eso debo hacer estos recorridos para cerciorarme de que se hacen las cosas no quedarme en mi oficina esperando informes, pienso que el problema es que Exe es muy joven y creen que pueden pasarlo por arriba sin problemas y por ahora está blando donde recién comienza, pero ya va a ir tomando autoridad y poniendo las cosas en su lugar, mientras tanto debo tomar partido y darle una mano o Hardy lo mata.
—Bueno. —Exe se afloja el mameluco ya que a las obras viene como los demás, sabe un montón porque hizo de estos trabajos afuera y les explica a los nuevos sin problemas—. Mierda que estoy transpirado... Y cagado de hambre.
—Y ve a comer. —asiente mirando a Pame.
—¿Cómo estás?. —le da un beso en la mejilla riendo—. Con todo esto no nos pudimos saludar bien.
—Estoy bien gracias.
—Bueno me voy, Ara debe estar preocupada ya me tardé bastante.
—Saludo a los nenes.
—¿Cuándo vas a ir?.
—¿A la noche? Llevo yo de comer.
—Si a Ara no se le ocurre hacer algo primero... Llámala y arreglan, yo igualmente le aviso.
—Dale.
—Nos vemos. —la miro que se apoya en la camioneta suspirando.
—Si que corrimos eh. —asiento poniéndome a su lado.
—Perdón si me puse loco y en algún momento te hablé mal.
—De hecho no me hablaste en ningún momento... Solo me mirabas y ya sabia que querías saber así que no me trataste mal... Hacemos buen equipo porque sé lo que quieres sin que me lo digas.
—¿Y qué es lo que quiero ahora a ver?. —estamos muy juntos, tanto así que nuestras piernas están pegadas.
—Digo que por tu humor estás muerto de hambre. —me rio porque el hambre que cargo es de ella que está frente a mí y siento que ya no tengo fuerzas para no tocarla.
—Tienes razón... Tengo terrible hambre.
—Vamos entonces porque yo también tengo hambre... Me suenan las tripas.
—Vamos. —vamos a un lugar donde halla comida del día.
—¿Cuántos años tiene tu sobrino?. —la miro de inmediato.
—¿Te gusta?.
—No. —frunce las cejas de inmediato—. Solo que las veces que lo oigo nombra a los nenes ¿Sus hijos no?.
—Sí... Tiene veinticinco y tiene tres hijos. —abre grande los ojos, yo a la edad de Exe tenía una nena de ocho años así que no se me hace muy joven—. Las más grandes son Harley y Oddi, son gemelas y después esta Ezem.
—Que lindo que tenga gemelas.
—Terrible trabajito tienen... Son un cohete. —llego a donde tenía pensando—. ¿Acá te gusta?.
—Nunca vine, pero si sirven comida me gusta.
—Vamos entonces. —deja el bolso en el asiento y ahí entramos al lugar, nos sentamos suspirando por el olor maravilloso que hay.
—Que rico olor por Dios santo.
—Riquísimo.
—¿Cansada?. —alza las cejas como sorprendida.
—Con hambre. —me mira fijo asiéndome sentir incómodo—. ¿Por qué siempre tienen problemas en las obras?.
—Siempre fue así... Aun cuando mi papá estaba al frente de la empresa era de esta forma... Creo que somos muy blandos, despedimos cuando es algo extremo y se aprovechan de eso.
—Entiendo.
—¿Les dejo la carta?.
—Yo quiero el plato del día por favor.
—Yo igual.
—Bien, ¿Bebidas?.
—Jugo sin gas... De pomelo.
—Yo igual. —nos reímos porque al final decidí yo que comer.
—Cuando ando así pido el plato del día porque se supone que ya lo tienen hecho y lo traen más rápido.
—Mira, no lo había pensado, buena idea esa. —traen la comida enseguida y bosteza—. Dios que estoy frita... De golpe me agarró cansancio.
—Salimos de acá y te llevo a tu casa.
—¿No volvemos a la empresa?. —niego cortando la carne del estofado que nos trajeron—. ¿Por?.
—Tengo que ir con Ki al banco.
—Aaa... Bien, quedé como metida, pero creí que era que no teníamos trabajo.
—Tienes derecho a saber, trabajamos juntos.
Me bajo el plato en dos segundos, y pido otro más para cada uno porque ella también se lo comió todo enseguida, realmente no sé que hora es, pero sí que teníamos hambre porque ni hablamos.
Cuando terminamos la llevo a su casa así al fin descansa un poco, me maneja la vida y soportarme debe ser duro, más las dos cosas a la vez terrible, pero lo hace bien.
—Besos a Kiara.
—Serán dados. —alza la mano y espero a que entre a su casa para irme, voy al café sonriendo como un idiota, permitió que la envuelva por la cintura y que la tome de la mano, eso me pone alegre realmente, Kiara ya me está esperando en la vereda—. Hola Amor.
—Hola. —me besa la mejilla—. Que raro que andas en la camio ¿Pasó algo?.
—No. —miro mi celu que suena y es Exe—. Aguanta que me están llamando, ¿Hola?.
—Hola Yas, ¿Cómo estás?.
—Hola linda. —pongo el alta voz porque debo manejar—. ¿Exe te avisó?.
—Sí, ¿Qué quieres comer? Hago lo que quieras.
—Eeee buena Ara, ¿A mí no invitas?.
—No sabía que estabas ahí Ki... Venite también, te iba a escribir.
—Bueno che que me pregunta a mí que quiero. —Kiara me empuja riendo y escucho a las nenas reír—. Quiero algo casero.
—¿Zorrentinos? A Ki le sale rico el relleno.
—Dale, entonces Zorrentinos.
—¿Qué te falta Ara? Así llevamos. —mi hija presta atención a lo que le diga que llevemos.
—¿Hacemos de dos? Uno de jamón y queso que a las nenas les encantan y lo otro de lo que ustedes quieran.
—¿Pollo? ¿O verduras pa?.
—Verduras.
—Bien... Creo que tengo todo me falta una salsa para el tuco.
—Bien, llevamos nosotros y unas bebidas.
—Dale... Los espero.
Hacemos los trámites que debemos hacer con Kiara, se ve que Katy no pudo acompañarla por eso me llamó, muchas veces me dice que donde la ven joven no la toman en serio por eso me llama o a su tía.
Cuando llegamos donde Exe las nenas salen corriendo a recibirnos, las abrazo sintiendo algo dentro de mí, como angustia o algo así, solo tengo a Kiara y mi sueño siempre fue tener muchos hijos, pero Marcia no me quiso dar nunca más otro hijo y menos mal que se negó o ahora la pelea sería mayor, ya la hizo grande solo teniendo a Ki que con más hijos hubiera sido una puta guerra.
—¿Tío? ¿A qué tlajiste hay?. —me rio por como hablan.
—¿Galo?.
—Mmmm maso maso. —saco de la bolsa yogures con cereales de colores—. Me dijeron que estos son una delicia, ¿Qué opinan ustedes?.
—Aaagggg. —Oddi muerde sus uñas muy dramática—. Siiii tío... Mmm gusta mucho a mi.
—Bien... Si es así te regalo este.
—Gacias.
—¿Yo?. —Harley saca trompita y me puede.
—Dame un besito y es tuyo. —me da muchos besos y riendo se lo doy—. Que delicia de besos por Dios.
—¿Te lo abro?. —dice Ki agarrando cucharas.
—Sí. —mientras las veo cocinar le doy yogur a Ezem.
—Tío... Aaaaa. —abro la boca cuando Oddi me tiende la cuchara—. ¿Guta?.
—Mmmm que rico... Voy a comprar muchos de estos ahora. —asiente feliz y Ara niega.
—Les traje más... Tendrías que guardarlos.
—Dale, gracias.
—No es nada.
*****
Ayelen.
Me despierto pensando en mi nuevo cambio de luk, no sé qué locura se me pasó en la cabeza que un día me levanté y decidí cambiar mi color de pelo. Me giro olvidándome que estoy en la cama de mi mamá y me giro con todo haciéndola gemir del golpe que le di, en la noche me pasé porque mi papá llegó tarde y se tiró al piso a dormir así que le dejé mi cama y yo me vine para acá.
—Aye, ¿Vamos a ir?. —alzo la cabeza viendo a Juan parado en la puerta.
—Ya voy.
—Dale que se va a hacer tarde.
—Sí. —mi mamá se gira bostezando.
—¿Cuándo te pasaste?.
—Dormí toda la noche acá.
—Ni cuenta me di. —me doy un baño y me cambio rápido.
—¿Lista?.
—Bueno loco cálmate... Ya vamos.
—Se van a agotar las entradas piba dale. —salgo mandando un mensaje a mi prima Yesi que no voy nada a su casa porque debo acompañar a Juan en unas cosas.
—Te queda más feo el pelo así.
—A mí me gusta.
—No me importa si te gusta o no... Dije que te queda feo.
—Y a mí no me importa si te gusta o no a mí me gusta.
—Asqueroso.
—Tu eres asqueroso.
Me subo a la moto y me pongo el casco, guardo el celu en mis pechos y ahí lo envuelvo para no caerme, vamos al shopping a buscar las entradas de un grupo de rock que le gusta, a mí no me gustan nada, pero debo acompañarlo ya que conmigo sale a estos lados porque sabe que si se pone borracho no lo voy a dejar tirado, ya que yo no bebo ni una gota de alcohol, ya le pasó que salió con mis primos y lo dejaron durmiendo en el suelo que es en donde según él se acuerda que fue para acomodarse las sapatillas, cuando se despertó estaba tirado en una escalera y le habían robado las sapatillas y la campera, de ahí nunca más tuvimos trato con ellos porque mi mamá se agarró feo con su hermana por lo que hicieron sus hijos, porque mi tía los defendía diciendo que era problema de Juan quedar así y sí, es problema de Juan, el tema es que se supone que somos familia y humanos ¿Cómo van a hacer eso?.
—¿Comemos acá?.
—¿Pagas tú?.
—Ganas diez veces mas que yo. —se sienta y yo lo miro porque se acomoda lo más pancho—. Pagas tú que puedes.
—A si, claro. —me siento furiosa y él elige.
—Ya hablé con el del departamento... Le dije que a principios del otro mes teníamos la plata del depósito.
—¿Y qué dijo?.
—Que si, que nos esperaba.
—Bien... Menos mal.
—Papá va a poder irse.
—Yo creo que no se va porque no quiere. —me mira alzando las cejas.
—Y debe ser difícil irse de tu casa Aye... Yo me pongo en su lugar y sentiría lo mismo.
—Es verdad... Pobre, nunca lo vi de ese lado.
—Yo no defiendo a ninguno ni los juzgo... Es su vida y su matrimonio, solo somos los hijos nada más.
—Lo sé... Pero es feo verlos así después del amor que se demostraban.
—Tal vez actuaban así delante de nosotros pero en la intimidad la realidad ha sido otra.
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Estoy nerviosa ya que es la primera vez que voy al trabajo con mi pelo de esta forma, no sé si me van a decir que me queda bien o se van a reír en mi cara, por naturaleza soy morocha, pero a los quince me dieron permiso de teñirme y desde ahí que uso el rubio platinado y a veces medio gris, pero hace años que no me pongo un color medio oscuro, no lo dejé n***o porque no me gusta nada como me queda, pero si un marroncito que es oscuro, pero no tanto como mi color natural, el tema es que salí del trabajo el viernes y pase frente a una peluquería vacía, frené mirando y pregunte si podían teñirme, cuando me dijo que si le dije este color y así fue como pasó, pero hace tiempo quería un cambio más drástico en mi vida, dicen que cuando haces un cambio cosas buenas vienen, así que lo espero de todo corazón ese cambio.
Me miro en el espejo del ascensor viendo que todos los que van me miran, pero me importa poco, ya se me está yendo la vergüenza, estoy aprendiendo a que no me importe lo que digan o como me miran, es mi cuerpo y mi vida, una compañera de la escuela me dijo una vez que si me podía vestir diferente cuando salíamos porque su novio me miraba mucho, en ese tiempo dejé de hacerlo y de frecuentarla, pero ahora caigo en que no es mi culpa si miran, ellos son los que están en falta con sus novias o esposas no yo, y que las mujeres me echen la culpa a mí es muy bajo, hay que amarse más como para decirle a una mujer que no se vista de tal forma porque sus hombres miran a las otras no a ellas, patético realmente. Juan odia que venga así vestida al trabajo, pero a la vez él me acompaña a comprar mi ropa y me aconseja que es lo que me queda bien y que no me favorece.
—¿Aye?. —Laura se para riendo—. Woouuuu mujer... Si estas de infarto.
—Gracias. —todas se paran a mirarme.
—Te queda hermoso Aye. —me pongo roja por todos los halagos que me dan.
—¡Buenos días chicas!. —Yasserley pasa y me mira de pasada, pero después frena la caminata y se gira con los ojos gigantes—. ¿Pame?.
—¡Buenos días!. —no deja de mirarme—. Ya te llevo el café.
—Sí. —preparo todo rápido y entro a su oficina.
—Permiso... Acá traje la agenda así la chequeamos.
—Bien. —me siento frente a él a revisar todo, todos los lunes hacemos este trabajo.
—Mañana hay reunión general... Van a tocar el punto de la obra de beneficencia.
—Bien... Exe me avisó de que Julián está furioso por eso. —anoto asintiendo y él también toma nota de lo que le voy diciendo aunque después debo recordarle todos los días cada cosa—. ¿Qué más tenemos en la semana?.
—Debemos verificar tres presupuestos y contabilizar los ingresos de los hoteles. —voy leyendo y pasando en limpio—. Martín me llamó pidiendo que me reúna con él ahora a las diez así que terminamos de acomodar todo y me voy con él. —frunce las cejas y no entiendo nada—. ¿Pasa algo?.
—¿Sola te vas a reunir con Martín?.
—Mmm sip... Como siempre.
—Hoy voy contigo.
—¿Estás seguro?.
—Así es... Muy seguro.
—Está bien... A la tarde debemos chequear con Mateo los sueldos. —lo miro que asiente—. Él me pidió juntarnos lo antes posible, pero la semana pasada la tuvimos saturada y recién hoy podemos.
—Debe ser importante o él no molesta para nada.
—¿Me dices la hora así llamo a su secretaria?.
—Dime tú la hora... Yo no tengo idea, manejás mi vida mujer. —niego ya que me lo ha dicho varias veces eso y no me gusta.
—A las cinco... Previamente debemos terminar el papeleo.
—Bien... Llama e informa.
—Sí. —marco a internos y atiende Julia—. Hola Juli... ¿Me mandas con Anto?.
—Sí. —suena dos veces y atiende.
—Oficina del señor Weishler Mateo ¿En qué puedo ayudarle?.
—¿Me devuelves la pollera que te presté?. —se ríe y yo con ella.
—Tu ropa no me entra ni en los dedos nena. —Yas me mira intrigado.
—Sabes que tengo libre a las cinco de hoy, ¿Les sirve?, Porque sino recién la otra semana.
—Déjame ver. —golpeo las uñas en la mesa—. Si... A las cinco estamos ahí.
—Dale... Besitos.
—Para tí también. —lo miro sonriendo.
—Cinco. —anoto y miro lo del día siguiente—. ¿Seguimos con el resto de la semana?.
—Sí.
—¿Pame?.
—¿Mmm?.
—Te queda hermoso el pelo así. —lo miro alzando las cejas—. Aunque el rubio te sienta mejor haciéndote más luminosa, ese color te hace ver más pálida y... —queda en silencio y se retuerce—. Sigamos por favor.
—Sí.
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