Capitulo Dos / Entregando mis pensamiento.

1513 Words
Desvestir nuestras almas y hacer el amor sin ni siquiera tocarnos más allá de la ropa. Scarlett Pizarro. Entregando mis pensamientos Scarlett Mientras espero por el trago, deambulo por la pequeña sala observando sin prestar mucha atención en realidad a los muebles o a la decoración, es un hombre y no se puede esperar mucho en cuanto a la organización, sin embargo, mis manos se mueven por si solas cuando noto unos libros colocados en una posición incorrecta y los reorganizo, para que se vean mejor a la vista. La ansiedad me recorre por dentro, me siento nerviosa como si nunca en mi vida hubiese estado con un hombre, aunque confieso que la manera en la que este extraño me ha provocado desde que salimos del bar ha sido única y extraordinaria, es una lástima que no lo vuelva a ver después de esta noche y no es que me importe mucho volverlo a ver, pero si sus besos son tan buenos no me quiero imaginar cómo será acostarme con él, tal vez debería repetir, pero eso va en contra de mi norma. ―Disculpa si te hice esperar mucho tiempo ―susurra acercándose por detrás y dejando que su aliente me golpee en el cuello. ―Si hubiésemos ido a mi casa, esto no habría pasado, muy poco me importa la cortesía cuando estoy por follar ―declaro tomando la copa que me presenta. Me mira de manera extraña, como analizando mis palabras, siento como si estuviese penetrando en lo más profundo de mi ser, por un momento me parece estar desnuda delante de él, pero de una manera diferente, desvío la mirada por temor a que descubra más de lo que le puedo permitir. ―Tu mirada es transparente, tienes mucha claridad en tu alma, sin embargo, se opaca con la oscuridad de tu pasado ―señala provocando que dentro de mi pecho reverberen esos recuerdos que prefiero olvidar. Trago saliva al darme cuenta de que esto se está saliendo de control y empiezo a sentirme a la deriva, nunca ningún hombre me había dicho algo como eso, tal vez porque jamás les permití hablar o tomar una copa antes de acostarnos. ¿Por qué ahora lo hago con este tipo? Él no representa más que una noche de sexo en mi vida. ―Me parece que nos estamos desviamos del motivo por el cual he venido hasta tu casa ―subrayo antes de dejar la copa en cualquier superficie y besarlo tomando su rostro con fuerza entre mis manos. Sus labios siguen el movimiento de los míos con pericia, al tiempo que su lengua busca un lugar en el que desatar todas mis ansias en los recovecos de mi boca, de nuevo sus manos se deslizan por todo mi cuerpo compitiendo con las mías que luchan por quitarle la ropa, pero en cada intento él lo evita sujetando mis muñecas y tomando el control. No estoy acostumbrada a que mi acompañante sea quien decida la manera en la que tendremos sexo, no obstante, me siento totalmente desarmada por su agarre alrededor de mis muñecas. ―Hoy, sabrás como se hace el amor de una manera que jamás lo has hecho en toda tu vida ―decreta sobre mis labios mientras su aliento caliente me cautiva. Me empotra en contra de uno de los muebles de la pared para profundizar el beso dejándome sin poder respirar. ―No me interesan las historias de amor, no me interesa saber cómo es hacer el amor, ni mucho menos me interesa amar a alguien ―contesto cuando la falta de oxígeno nos obliga a separar nuestros labios―. Fui clara contigo desde un principio, lo único que busco es una noche de pasión con una buena cogida ―puntualizo y de nuevo asalto su boca con fervor. Siento la sonrisa de sus labios y me enervo todavía más, pero no sé si es porque la excitación está aumentando a cada segundo o es porque su actitud desafiante y controladora me saca de mis cabales. Por lo general, los hombres con los que me acuesto tienen cierto conocimiento sobre quien soy y tratan de sacar provecho de eso, pero este tipo parece ignorar por completo cualquier cosa que tenga que ver con respecto a mí. Cambia de escenario llevándome con él hasta su cuarto en donde me lanza a la cama sin ninguna ceremonia antes de tumbarse sobre mí y acariciar con ternura inusitada mi mejilla, pierdo por un instante la concentración cuando el roce de su mano con mi piel me produce una sensación de calidez diferente. Lo empujo con fuerza haciendo que caiga a un lado de mi cuerpo para poder subirme a horcajadas sobre su cuerpo. ―Dije que te haría el amor, no obstante, no me refería a dejarte tener el control ―señala tomándome de la cintura para de nuevo cambiar de posiciones―. No es necesario intercambiar fluidos o que te penetre para hacerte sentir todo lo que deseas, es imposible negar que me encantaría tomarte ahora mismo, pero me parece que tu actitud seductora es un grito de auxilio, pides ayuda, desesperadamente ―dice mirándome directamente a los ojos. Su mirada es fuerte, intimidante, segura, seductora y sobre todo me desviste por completo el pensamiento. ―Deja que esta noche le haga el amor a tu alma y no a tu cuerpo, permíteme complacer esa necesidad atrapada en tu interior, sé que esto es solo una noche y que después de mañana ya no te volveré a ver, sin embargo, creo que eres demasiada mujer como para conformarte con un simple sexo ―alega sin dejar que mi mente formule una sola palabra coherente. En que maldito momento me fui a fijar en un maldito pitoniso que solamente le interesa indagar en mi vida espiritual y curar no sé cuáles heridas que según él tengo en el alma. Me quedo en silencio observando cada facción de su rostro, tratando de comprender mejor sus palabras, pero mientras más pienso en ellas, menos las comprendo, yo vine hasta acá por una buena follada, no por una clase de meditación astral, estoy húmeda y caliente, y a este hombre únicamente le importa una mierda que ni siquiera existe. Se incorpora de pronto dejándome sobre el mullido colchón de su cama, miro su andar por la habitación de un lado a otro mientras acomoda cosas al alza sin ningún orden, está descalzo ¿En qué momento se quitó los zapatos? De hecho, está vestido de una manera diferente a cuando llegamos ¿En qué puto momento se cambió? Ahora lleva una ropa más casual, más cómoda. ―Ten, ponte esto, estarás más cómoda que con lo que traes puesto ―me ofrece una de sus sudaderas, es larga y fresca. Yo uso lindas batas de satén para estar en la cama, no está cosa horrorosa. ―Creo que no me has comprendido muy bien ―digo al tiempo que empiezo a desvestirme delante de él, quito cada prenda que llevo puesta con lentitud, buscando seducirlo de nuevo hasta quedar en unas diminutas bragas que en realidad no cubre nada―. Necesito que me hagas gritar como una maldita demente mientras me coges con rudeza ―no suelo ser muy decente en la cama, creo que una mujer segura de sí misma es capaz de hablar con claridad a la hora de la intimidad, siempre he creído que esas mujeres que se quejan porque el marido no las satisface sexualmente es porque ellas solo esperan a que ellos adivinen donde tocarlas o como acariciarla. ―Tú eres quien no ha comprendido, no pienso entrar en ti, al menos no esta noche, te voy a complacer de una manera tan única que querrás volver a verme, porque no me voy a conformar con una sola noche ―replica de nuevo haciendo que me hierva la sangre por la molestia, solo vine a perder mi tiempo. ―Me largo ahora mismo, hubieses sido mucho más claro en el bar, respeto a los hombres que no les gustan las mujeres, sin embargo, no tolero que me hagan perder el tiempo de esta manera ―bufo contenida, no creo necesario perder los estribos por una noche frustrada, después de todo tendré que recurrir a mi vibrador. ―Quédate ―pide de una manera que por un momento me hace bajar la calma, su mirada ahora es clara e hipnótica, ¿Cómo una persona puede tener tantas formas de mirar? Siento el roce de sus dedos al deslizar la prenda de vestir por mi cuerpo, no sé en qué momento subí los brazos para que me la pusiera, ahora sus manos se deslizan con mis bragas hacia mis pies y me ayuda a salir de ellas dejándome por completo sin ropa interior, tal vez no sea mala idea darle una oportunidad, después de todo son años que llevo separando las emociones y sentimientos de la satisfacción s****l, si nunca he mezclado una cosa con la otra no veo porque ahora no vaya a ser igual.
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