Isabella estaba junto a sus amigas en una cafetería, dado que era sábado y ninguna de las chicas tenía que asistir a la universidad ese día, además de que solo tenía medio turno en la noche para trabajar en el restaurante. Se sentía mucho mejor que el día anterior, por lo que tuvo que reconocer que el té de frambuesa había funcionado para hacerla sentir mejor.
“Tengo que agradecerle a Renato” —pensó en ese momento, mientras continuaba escuchando cómo sus amigas hablaban.
También había seguido pensando un poco en la trama de la historia que se le había ocurrido, de modo que pudo repasarla, dándole el mejor sentido posible a los personajes que se le habían ocurrido… y de verdad estaba muy motivada, pues le gustaba mucho la fantasía.
Las tres desayunaban gustosas y se ponían al día sobre los acontecimientos recientes. Eso en parte se debía a que las tres cursaban carreras diferentes… muy diferentes, en realidad. Mientras Isabella era una estudiante de Literatura, con ideas delirantes fantasiosas y deseosa de cumplir su sueño, sus amigas eran la representación de dos extremos opuestos a ella.
La más alta del grupo, Sophie, con toda su ternura y aspecto cariñoso, era una bastante inteligente estudiante de Veterinaria y, aunque era bastante delgada y su carita de inocencia podría confundir a cualquiera, era bastante ruda a la hora de domar animales salvajes, dado que se había criado en una granja con sus tíos.
Por otro lado, la más bajita, Olivia, era una bomba sexy con cara de niña y que mostraba siempre su molestia ante cualquier situación. Lo que hacía que fuese la más agresiva de las tres, pero también la que resolvía los problemas para todo. Pese a ello, la afición de Olivia era la investigación y la chica estudiaba Química, con la meta de ser una Farmacéutica y crear medicamentos.
—Como te decía, Sophie, el tipejo intentó coquetearme mientras trabajaba, estando su novia al lado… —contó con molestia Olivia, completando la frase con un puñetazo en la mesa, que hizo que Isabella volviera en sí.
Sophie no pudo evitar soltar una carcajada con la actitud de Olivia insultando a los que la cortejaban. La cara tierna de Olivia ocultaba su verdadera personalidad, la mayoría de los chicos se iban después de escuchar sus primeros insultos.
Cuando casi terminaban sus respectivos platillos, Isabella les estaba mostrando unos accesorios que se quería comprar a sus amigas, pero, justo en ese momento, llegó un mensaje de la clínica a la que había ido el día anterior.
“Seguimiento del Embarazo” —leyeron en la pantalla las tres y en ese momento Isabella intentó ocultar el teléfono, pero Sophie fue más rápida y le arrancó el teléfono de las manos a Isabella antes de que pudiera siquiera bloquearlo para evitar que accediera a esa información.
—Isabella… ¿estas embarazada? —preguntó boquiabierta su amiga, tras leer lo que había en el correo electrónico que había recibido la chica de cabello n***o, quien no fue capaz de ocultar su sonrojo y simplemente extendió las manos hacia su amiga intentando quitarle el teléfono.
—Puedo explicarlo Sophie —aseguró Isabella, tras lograr recuperar su teléfono.
La risa de Olivia no se hizo esperar, quizás pensando que se trataba de una broma hacia ella, pero esa risa desapareció cuando vio fijamente a sus amigas, que se miraban con total seriedad.
—¡No puede ser! —Olivia hizo una mueca incomprensible.
—Eso explica cómo tu situación parecía verse mejor tan de repente —expresó Sophie, tratando de bromear para calmar a Olivia.
—No, no es nada de eso, no se confundan —trató de aclarar Isabella, que en realidad estaba bastante confundida sobre cómo explicarles a sus amigas la situación, así que optó por ser directa—. Me hicieron una inseminación artificial. —La seriedad mortal en la cara de sus dos amigas la alertó de que eso no terminaba de explicar la situación.
—¿De quién es? —quiso saber Sophie, que parecía ser la única que guardaba algo de compostura ante la noticia.
—No lo sé… —Realmente Isabella sabía que intentar explicar el asunto sólo parecía estar agravándolo más—. Me hicieron firmar un contrato de confidencialidad sobre este asunto —terminó de decir, mientras miraba a Olivia a Sophie que estaban en silencio.
—Dame tu teléfono, prometo no juzgarte, sólo quiero revisar toda la información que te mandaron, por favor —pidió Sophie. Isabella, con algo de temor, le devolvió el teléfono.
—¿Tú te has dado cuenta de que hay un hombre detrás de esto y que te está usando como incubadora? ¿O es que la falta de comida te dejó el cerebro hecho trizas? —La molestia en la voz de Olivia era creciente.
Sophie, mientras, había estado revisando todos los archivos en silencio, hasta que finalmente habló:
—Parece que todo está en orden, el ultrasonido indica que todavía no se es visible el embrión, pero efectivamente estás embarazada y todo parece indicar que tu cuerpo está cumpliendo bien con su función biológica —afirmó la chica sin darle demasiada importancia.
—A ver… —empezó Isabella—. Ustedes siempre me han dicho que debería vender mi virginidad, sacarle provecho a mi cuerpo y utilizarlo como fuente de ingreso, ¿qué tiene de malo ahora que haya decidido ser una incubadora humana? —preguntó un poco enojada Isabella también.
—Isabella, la mayoría de las veces que hemos dicho eso no ha sido para que lo tomes en serio. —Sophie puso una mano sobre el hombro de ella, comprensiva.
—Bueno, yo no tanto, pudiste sacarle provecho como una mujer empoderada… y en lugar de eso elegiste esclavizarte ante un completo desconocido para convertirte en su incubadora —se quejó esta vez Olivia.
Sophie miró a Olivia fijamente, pero Isabella había entendido parte de su enojo.
—Todavía no puedo creer que hayas hecho tal estupidez sin consultar una segunda opinión. —Olivia pasó a mirarla con cierta frustración en su rostro.
—O, tal vez… ¿tercera? —añadió Sophie, algo desilusionada.
—Lo siento... —Isabella no supo qué más decir a sus amigas.
En ese momento, no pudo evitar sentirse triste por estar haciendo todo eso, era algo que la hacía sentir muy mal por el simple hecho de haber recurrido a ello para resolver sus problemas económicos, pero no había tenido otra alternativa. Todas esas palabras de sus amigas la habían hecho sentirse peor y algunas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
—N-no te preocupes, Isabella, estaremos aquí para ti, somos tus amigas, al fin y al cabo. Aunque no nos gusten del todo tus decisiones, tenemos que reconocer que para nosotras eres importante y te daremos nuestro apoyo —expresó con dulzura Sophie, mientras miraba fijamente a Olivia, que simplemente bufó.
—Ni modo, para eso estamos —confirmó Olivia.
—¡Felicidades! —Sophie eligió reconfortarla de la forma más absurda, pero con una sonrisa sincera.
“Felicidades... no es que me sienta muy feliz”—pensó, por otro lado, Isabella. Que realmente sentía que ese embarazo no era más que un problema.
Y, más importante aún, tenía el presentimiento de que, a partir de ese momento, su embarazo sólo causaría más y más problemas… pero esperaba que no fuese de ese modo.