Capítulo 18: Cambios

1335 Words
El plan de Ethan era conducir a Isabella al último piso de la empresa… justamente en donde se encontraba su oficina, la oficina del CEO. Y él simplemente caminó con tranquilidad, intentando hacer caso omiso a las actitudes de quienes se encontraban alrededor. Y es que era evidente que, mientras caminaban por el pasillo que se dirigía al ascensor de ejecutivos, algunos empleados habían tomado una actitud de intriga, al tiempo que dirigían mirada de desagrado a Isabella. Ethan consideró que probablemente lo hacían porque él no solía estar acompañado de nadie, aunque tampoco era que le importara demasiado lo que opinaran sus empleados. “Al fin y al cabo… esta es mi empresa y hago lo que me venga en gana… ellos son simples piezas que puedo mover a mi antojo” —pensó el joven CEO, mientras les dedicaba una mirada fulminante a varios trabajadores que habían abandonado sus puestos de la forma más indiscreta posible. La oficina, localizada en el piso 30, sería el lugar más tranquilo al que podría llevar a la joven y más si se consideraba el hecho de que había demasiados trabajadores a los que parecía interesarles que Ethan les diera atención, lo que podría ser problemático para ella. De modo que, al entrar en el ascensor, insertó una tarjeta especial para que el ascensor no abriera en ningún otro piso y marcó el destino del ascensor. Incluso aunque se trataba de un ascensor especial que solamente era utilizado por ejecutivos, Ethan sabía que siempre había algún socio rondando por la empresa que podía molestarlo. Notó que Isabella se le había quedado mirando, pero, para evitar cualquier pregunta innecesaria, tomó su teléfono y se concentró en revisar algunas cosas de su planificación y una lista de apuntes sobre los planes que tenía para esos días, lo que ocasionó que ella sacara también su celular y se ensimismara. “Al menos no es una persona molesta” —pensó Ethan, sintiéndose más cómodo, pese a estar con una completa desconocida. Una vez que llegaron al piso 30, dónde solo estaba la oficina de Ethan, fueron hacia un cuarto que estaba medio alejado, del otro lado del pasillo. La habitación emitía un tenue olor a pintura fresca, los muebles eran nuevos, como si hubiera sido reacondicionada recientemente… y la verdad era que, evidentemente, el CEO no tenía pensado escatimar en gastos, sino que quería darle a Isabella las mayores comodidades mientras la supervisaba. Los ojos marrones de la joven recorrieron rápidamente la oficina, deteniéndose al ver una computadora algo antigua. Y, por otro lado, Ethan detalló los “desperfectos”, cosas que perturbaban su paz, como, por ejemplo, que faltaban bombillas en una esquina del recinto, y en suelo un poco de polvo y decidió que tendría que enviar a un equipo a terminar las cosas cuando Isabella volviera a casa. —Este será su lugar de trabajo, señorita Anderson, póngase cómoda —empezó a explicar el rubio, observando hacia otro lado para no tener contacto visual—. Está cerca de mi oficina para mi comodidad a la hora de revisar los guiones, cada vez que haga algún avance, avíseme, y vendré a verlo en caso de tener que hacer correcciones. —Claro, pero tú en el concurso pusiste que era una historia de fantasía “libre”, así que pensaba trabajar con mi guion. ¿No era así como debía hacerse? —La de cabello oscuro comentó, y en ese momento parecía luchar por tener algún tipo de contacto visual con el rubio. “No sé por qué las personas necesitan un innecesario contacto visual para sentir aprobación” —pensó Ethan, sintiendo que podía llegar a disgustarse, y empezó a caminar por el lugar. —Lo que ocurre, señorita Anderson, es que este videojuego que vamos a sacar es muy importante, por lo que será revisado una y otra vez, las veces que sea necesario. Y, en todo caso, leeré su guion esta tarde y mañana le traeré las correcciones… si necesita algo, no dude en pedírselo a Oriana, mi asistente, que tiene su escritorio en ese pasillo —señaló el rubio indicando con su mano hacia la puerta, a través de la cual se veía el escritorio lleno de documentos y la muy atareada mujer pelirroja. “Al menos está trabajando y no intentando ver cómo es Isabella” —pensó Ethan, agradecido de no tener que lidiar con las incomodidades que le generaba su asistente. —¿Entonces comenzaré a trabajar mañana? —se interesó en saber la de cabello oscuro, quien seguía intentando mirar a Ethan a los ojos. —Pues… supongo que sí. Pero, por ahora, póngase cómoda y, si siente que es realmente necesario preguntarme alguna cosa, no dude en trasladarse a mi oficina, notificarle a mi secretaria y preguntar directamente, pues me mantendré en la oficina del frente —sentenció el rubio, mientras salía de la oficina. Realmente era incómodo para él interactuar con esa chica… no estaba seguro de por qué las personas neurotípicas tenían que comportarse de ese modo, y no simplemente mantener la calma… “Supongo que es lo que debo aguantar” —pensó Ethan, y dio un suspiro antes de cruzar hacia su oficina. … A los pocos minutos de quedarse sola, Isabella trató de ir a hablar con Ethan, lo que la llevó a buscarlo en su oficina para hacerle algunas preguntas, tal como había explicado él mismo. Caminó hasta donde estaba la puerta más grande de ese pasillo y notó el escritorio que se encontraba justo afuera de la oficina de Ethan… pero este estaba vacío, así que supuso que la secretaria estaría en otro lugar. Y, antes de que ella se preparara para regresar a su propia oficina, una chica pelirroja con grandes atributos salió de la oficina de Ethan. Los ojos verdes de la recién llegada se posaron en ella y le sonrió con desprecio. —Hola —saludó con un tono despectivo la joven pelirroja—. Mi nombre es Oriana Walker, la asistente personal del señor Strauss. —La pelirroja la miraba como si quisiera saltarle encima. —Hola, yo soy Isabella Anderson. —La de cabello azabache extendió la mano para saludar a la joven, quien por supuesto no se la tomó. “Debí imaginarlo, y más después de notar la forma con la que me empezó a mirar desde que llegué” —pensó Isabella, con algo de preocupación y esperando que esas cosas no se repitieran, porque sería muy desagradable para ella. —Me dijo el señor Strauss que hablara contigo si tenía alguna pregunta, y que, si necesitaba algo, que te lo pidiera, y pues en este momento necesito preguntarle algunas cosas —mencionó con cierta timidez, dado que se sentía nerviosa y cansada, pese a ser su primer día. Oriana la volvió a mirar con desprecio y luego simplemente dijo: —Pasa. Isabella entró a la oficina de Ethan con algo de timidez, notando lo considerablemente grande que era el lugar. “¿Por qué solo habrá dos oficinas aquí?” —pensó Isabella, sintiendo la curiosidad invadirla, especialmente tras haberse dado cuenta de que su propia oficina era bastante amplia y tenía cosas muy llamativas para ser la oficina de una simple guionista. —¿Qué necesita, Señorita Anderson? —cuestionó el rubio en el momento en que la vio. —Solo quería preguntarle: ¿cree que debería pulir los errores de la historia que hice? Porque realmente hice muchas cosas demasiado rápido… —Pero Isabella no pudo continuar explicando porque en ese momento el CEO habló. —Ve y hazlo si quieres, ¿necesitas algo más? —Ethan se expresó con molestia. —No, solo eso, Señor Strauss… —Dicho eso, Isabella se retiró. “Pobre chica la que quiera salir con este tipo” —pensó indignada… realmente Ethan Strauss no tenía nada de caballeroso. El personaje que había creado de él recibiría algunos cambios… y sería muy divertido realizarlo.
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