TORBELLINO DE AMOR

12.

Pov. Blake Harrington.

Le di una calada al cigarrillo, exhalé el humo y me repetía una y otra vez que ese vicio no era bueno. Pero la ansiedad que me generaba el que mi abuelo estuviese debatiéndose entre la vida y la muerte, no se apaciguaba, el fumar de alguna manera me relajaba un poco. Llevaba días recluido en la mejor clínica de la ciudad, había sufrido un preinfarto, por lo que se encontraba muy delicado, toda la familia estaba sumida en tensión a excepción de una de mis tías quien no mostraba preocupación alguna por él. Tronaba mis dedos, mientras quería gritar, sintiendo que mi alma abandonaría mi cuerpo en el momento en que mi abuelo partiera de este mundo, no quería ni pensarlo, pero podría ser una realidad. El doctor nos dijo que el corazón de mi abuelo estaba fallando mas de lo usual, que no era una buena señal, que su mejoramiento de hace meses solo había sido superficial. ¿Entonces que podíamos hacer? ¿Cómo lográbamos salvarlo? Fue lo que intente saber, pero nos dijo que nada podría curar los daños permanentes que sufrió su corazón a través de la edad, ni siquiera un trasplante podría salvarlo…

Suspiraba con pesar, necesitaba un respiro de todo esto. Sali de la clínica y entonces lo vi, parqueado en su auto, esperándome en la entrada, Antonie, le di una sonrisa grande, tener su amistad en estos momentos era muy valioso. Evitando a la seguridad, fui a su encuentro y me subí al copiloto.

―¡Hey! ¿Qué sucedió? ―inquiere, nadie sabia aun nada del estado de mi abuelo, porque quisimos mantenerlo confidencial.

―Mi abuelo tuvo una recaída, sufrió un preinfarto, casi lo pierdo. ―respondo y él me aprieta el hombro en señal de apoyo.

―Se cuanto quieres a ese viejo, es como tu padre, no imagino lo que estas sintiendo. ―dice comprensivo, asiento.

―Gracias, hermano. ―respondo. ―, Sácame de aquí, quiero distraerme un poco, él esta estable de momento, pero seguir en ese maldito hospital está enfermándome. ―pido y el asiente acelerando. Salimos a toda velocidad del parqueo.

―¿Cocos show o Bananas? ―inquiere y me rio, cualquiera creería que esta hablando de frutas, pero así se llaman los bares que más nos gustan de la ciudad. Lo pienso un poco, en cocos show hay bailes de chicas y eventos, en bananas es mas para ligar y honestamente no tengo ánimos para eso.

― Cocos, me haría bien un VIP―respondo y Antonie se ríe.

Conduce hasta el recinto de bares de la ciudad, nos parqueamos en un lugar seguro y bajamos de su auto. Entramos a cocos y nos pido un salón VIP, nos entregan el control de una tv y nos indican que ahora el álbum de chicas es digital, por lo que es más fácil ver las fotografías de las bailarinas y elegir a la que queramos para el show privado. Paso una a una, Antonie niega, la mayoría ya las conocemos de tantas veces que hemos frecuentado el sitio, ninguna parece captar nuestra atención, hasta que vemos a una pelirroja nueva.

―¿Esa? ―inquiero y mi amigo asiente repetidas veces, mientras lanza besos a la tv. Me rio y toco el timbre. Les digo el código que sale reflejado al lado de la fotografía de la bailarina y también nos pido una botella de ron.

A los pocos minutos, aparecen luces de un reflector, sobre el escenario que hay en la sala, encienden la música y se apagan las luces fuertes, encienden las luces rojas. La bailarina aparece desfilando y se sentó con las piernas abiertas, recostando su espalda al tubo, llevó sus piernas a sus pechos y luego estiro una hacia arriba, luego la otra, al ritmo de la canción, luego abrió las dos al mismo tiempo y las cerró atrayendo sus piernas hacía su pecho. Se echo hacía atrás y estiro su brazo por el tubo, mientras con el otro se apoyaba del suelo, los deslizo hasta quedar acostada y dar una vuelta hacia atrás impulsando sus piernas. Quedando de rodillas, por lo que uso sus brazos para hacer un movimiento envolvente, tomo el tubo con ambas manos mientras estiraba sus piernas y las enrollaba en él. Se coloco de pie y camino alrededor del tubo dando vueltas, sensualmente, hizo algunos movimientos de ballet, combinándolos con la rutina del pool dance, enrollo su pierna derecha en el tubo mientras con la otra impulsaba su cuerpo para deslizarse a lo largo del tubo. Volvió al suelo y jugó con sus piernas, abriéndolas, cerrándolas, todo al ritmo de la música sensual, se colocó de pie y comenzó a contornear su cuerpo a la vez que rosaba el tacón de sus zapatos con el tubo. Termino finalmente sentada con las piernas apretadas en su pecho. Antonie estallo en gritos, silbidos y aplausos, no me inmute, solo aplaudí por cortesía, después de todo la chica había bailado muy bien.

―¿En serio? ¿Solo aplaudirás? ¡Esa chica esta que arde en el escenario, hermano! ―inquiere confundido, le doy una sonrisa de lado y me bebo de golpe el vaso entero. ―, Esta bien, entiendo. ―dijo dándose por vencido, mi humor estaba irritante y no lo culpaba, ni yo era capaz de soportarme.

Antonie pidió otro baile, de otra chica, una que nos llamó la atención porque en el álbum no aparecía fotografía alguna de ella, solo una incógnita. ¿Acaso era tan fea que no ponían su fotografía? ¿O por que el misterio? Entonces, así como en el anterior baile, todo fue tal cual, la única diferencia es que la chica traía un disfraz, a diferencia de las demás chicas que usaban ropa diminuta, esta cubría su rostro con una máscara, que imposibilitaba ver su cara, su cabello era una peluca azul, pero su cuerpo… era perfecto, grandes piernas y caderas, pequeña cintura y grandes pechos. Me acomode en el asiento y observe su show en absoluto silencio, había algo en ella que me resultaba extrañamente familiar, la observe con detenimiento, tenia que averiguarlo, su identidad. Conocíamos a todas las chicas que bailaban aquí y cada vez que llegaba una nueva, le pagamos un extra por sentarse a tomar con nosotros, Washington, el dueño, era muy amigo nuestro. Antonie estaba aburrido, la chica se veía inexperta, era claro que no hacia esto profesionalmente, su show era algo torpe.

―¿En serio pagaremos por esto? ―inquiere Antonie a mi lado, en un susurro, con un poco de recelo. Le doy un sorbo grande a mi vaso y niego con la cabeza.

―Es nueva, es claro que le falta experiencia, no seas tan gilipollas. ―respondo divertido, hace un gesto.

―Bien, no seré gilipollas, pero tu pagas hoy. ―divierte dándome un empujón. Niego con diversión y le doy un sorbo largo a mi vaso.

―Quítate el antifaz. Rompamos el hielo, Ruby. ―pido al recordar que así salía en el álbum registrada, ella niega con vergüenza. ―, ¿Por qué? ¿Por qué te ocultas? ―inquiero nuevamente y vuelve a negar.

―¿Si sabes que pagamos mucho dinero en este bar? ¿Y que el dueño es intimo amigo nuestro? No le gustara saber que no complaces a sus amigos… no te pedimos nada especial, solo déjanos verte. ―amenaza Antonie, le doy una mirada de advertencia, tampoco tiene porque amenazarla, la pobre tiembla y se quita su antifaz con vergüenza, la miro con delicadeza y la reconozco inmediato…

―¿Amanda? ¿Tu…? ―inquiero sorprendido, ella asiente con timidez. Antonie queda boquiabierto, reconociéndola de la noche que fuimos a su casa.

―Yo…―musita apenada, su rostro esta roja de la vergüenza. ―, Necesito el dinero, es todo. ―justifica, la miro sorprendido. No la juzgaba, cada quien era libre de conseguir dinero como gustase, pero cuando la conocí, la vi en mi antigua universidad, la cual es costosa y paga. ¿Qué hacia allí? ¿Acaso juntaba dinero para pagarse sus estudios? Me intrigaba esa chica, desde que la conocí en el centro de estudios.

―¿Quieres un trago? ―inquiero, ella asiente y Antonie le tiende un vaso.

Luego de eso, nos acompañó un par de horas más, cuando estuvo algo ebria, nos confesó la verdad. Su familia era la dueña de una de las industrias más conocidas de enlatados de la ciudad, así que esto no era por dinero, era por diversión. Según contó su familia la controlaba en todo, sus estudios y tiempo libre, desde que entro en este negocio, se sentía libre. Nos dejo impresionados y ahora entendía el anonimato que quiso mantener y que por nuestra insistencia rompió. Era una buena chica o eso parecía, solo quería diversión y romper las estúpidas reglas de su familia, la comprendía mejor que Antonie, porque en mi familia mi abuelo era tan estricto como un militar. Antonie no entendería nunca esto, porque su familia era moderna, permisiva, diferente. No quiso recibirnos el extra que le daríamos por la compañía, porque insistió que no era por dinero, no le importaba. Cuando se fue estaba un poco mareada, Antonie y yo nos terminamos la cuarta botella que habíamos pedido y nos iríamos, fui a cancelar todo lo consumido, cuando vi como un tipo algo mayor quería sobrepasarse con Amanda. Me acerqué y la vi muy mal, por más que intentaba sacárselo de encima, el tipo seguía insistiéndole.

―Me parece que ella le esta diciendo que no. ―le aviso y el tipo gira en mi dirección, al parecer también esta ebrio, me mira con rabia.

―¿Y a ti que carajos te importa? ―responde ofensivo y la empuja contra un mueble, Amanda gime del dolor al golpearse con la pared. ―, Así quiero que me gimas en el oído. ―le dice con un asqueroso tono y Amanda lo mira aterrada. Tomo al tipo del brazo y lo empujo lejos de ella, reacciona intentando golpearme, pero durante años mi abuelo me exigió aprender defensa personal y armería. Lo esquivo y le asesto un golpe en su nariz, vuelve a lanzar otro golpe y me rio con gracia, no puede ni mantener el equilibrio. Le doy otro golpe en el estomago y lo dejo sin aire, estaba por darle otro, cuando seguridad entra al lugar seguido de Antonie.

―¡Ya déjalo, Blake! No vale la pena que te ensucies las manos con ese idiota. ―pide y asiento, le indico a Amanda que venga conmigo y asiente, esta ida. Parecía que no solo estaba ebria, sino drogada.

Al no poder mantenerse de pie, la cargue entre mis brazos como si fuese un bebé. La subí en la parte trasera del auto de Antonie, le pregunté donde vivía, pero estaba profundamente dormida.

―¿Qué hacemos? No puedo llevarla a la mansión, sería un escándalo. ―le digo, mi amigo piensa un poco.

―Puedes llevarla a mi departamento, igual esta noche no dormiré allí. ―responde y asiento.

―Gracias, hermano. No podía dejarla en ese lugar.

―La salvaste de un posible abuso, en ese lugar no cuidan a las bailarinas y lo sabemos. ―dice afirmando, asiento en su dirección. ―, Te gusta, ¿Verdad? ―inquiere con una sonrisita burlona.

―No como crees, ya sabes que no soy de relaciones…―alargo encogiendo mis hombros.

―La miras diferente, no creo que la quieras para una noche y ya. ―dice afirmándolo, me conoce bien y eso es jodido, me rio y niego con mi cabeza. ¿Cómo le mentía a mi hermano? Sabia todo de mi por mucho que eso me disgustara.

Al llegar a su departamento me entrego las llaves y se fue, subí en el ascensor cargándola aun, se había aferrado a mi cuello. Era muy linda, su piel era extremadamente blanca, tenia algunos moretones, lo cual me preocupo. No parecía querer despertar, por lo que llame a una doctora, le hizo algunos exámenes y luego me llamo para decirme que no era grave, que solo había consumido alguna sustancia que al mezclarse con alcohol ocasionaba ese efecto. Respire con tranquilidad, al menos ella estaría bien, le coloco suero a través de su vena y un medicamento para contrarrestarle el efecto de la droga. Mi madre me había llamado, mi abuelo estaba bien, pero se preocupó al no encontrarme en el hospital y Will no tener idea de mi paradero, le dije que estaba en el departamento de Antonie y eso pareció calmarla. Amanda comenzó a removerse en la cama, abre sus ojos y me mira con una sonrisa pequeña.

―Gracias, nuevamente te portas lindo conmigo. ―dice suave. ―, Gracias por no llevarme a casa, me matarían mis padres si me ven vestida así y peor en este estado…―alargo y le di un asentimiento.

―Tranquila, Amanda. Estarás bien, no regreses a ese bar, prométemelo. ―le digo y ella asiente. ―, Por mas lujoso y exclusivo que sea, es un hueco oscuro, hay no cuidan a sus bailarinas, te pueden hacer mucho daño y no estaré siempre cuidándote. ―le advertí y ella bajo su cabeza asintiendo.

―Lo que sea por ti, gracias, Blake. ―responde y respiro profundo, no se que veo en ella, pero me agrada y eso es jodidamente peligroso…