3.

1530 Words
Pov Blake Harrington. Desde pequeño siempre supe que sería el heredero del abuelo, pues él era muy machista y bastante anticuado, mi madre fue la única capaz de darle un varón como él decía, mientras que mis dos tías, Michelle y Mary, tenían mujeres, yo amaba a mis primas como si fuesen mis hermanas, pero eran sus reglas, no mías. Desde pequeño siempre fue obvia su preferencia por encima de mis adorables primas, me llevaba de vacaciones, me enseñaba a cazar, a pescar, a jugar ajedrez, su favorito, me llevaba al golf, me presentaba con sus amigos, me cumplía cada capricho por más tonto que fuera, nunca recibía un no por respuesta. Todos vivíamos en la enorme mansión Harrington, la cual contaba con más de veintidós habitaciones. Teníamos en servicio a muchas personas, sin contar las niñeras que se hacían cargo de cada uno de nosotros, teníamos nuestro propio cine, complejo de piscinas, canchas para todos los deportes y todo lujo que pudiera ocurrírsele a mi abuelo. Era un anciano bastante pretencioso, pero sin duda alguna, el mejor abuelo de todos los tiempos. Éramos muy cercanos, puesto que mi padre murió cuando era un recién nacido, él me asumió como su propio hijo dándome el apellido, que, a diferencia de mis primas, no tenían primero, sino segundo como dicta la ley. Durante años me crio, haciéndome a su imagen y semejanza, educándome para ser su sucesor y el propietario del imperio que llevaba nuestro apellido, estudie en los mejores colegios y claro que la universidad fue todo un sacrificio, pues tenía que prepararme el doble que cualquier otro, estudie dos carreras a la par, negocios y finanzas y administración de empresas. Aparte había terminado recién una especialidad en el área del negocio de la familia, era el orgullo del gran Blake, porque si, como si fuera poco, mi madre había decidido llamarme como él. Por eso cuando enfermó, empezó mi depresión, para todos quizá yo era un ser como mi abuelo, sin sentimientos ni emociones porque nos vuelven débiles y temerarios para decisiones difíciles. Pero mi punto débil siempre seria él y mi madre, verlo decaer, fue sin duda alguna una detonación muy fuerte para mi autoestima, por eso me refugie en el alcohol, fiestas y mujeres. Me gustaba sentirme poderoso y tener a la mujer que yo quisiese, podía escoger, siempre era así, escuchaban mi apellido y solita bajaban sus bragas. Mi abuelo estaba harto de que desperdiciara mi tiempo de esa manera, me regaño incontables veces, pero lo ignoraba, pues él no podía saber que todo era producto de su desmejora, que verlo tan mal después de durante tantos años verlo fuerte como un roble. Que nada más la idea de perderlo, me enchinaba la piel, decírselo, seria decepcionarlo y que perdiera toda su fe en mí. Y eso era algo que no dejaría que sucediese nunca, pues mi máximo placer, era ser su orgullo en todo. Mi madre también me lo advertía, pero no sabía como explicarles que estar en casa y ver como mi abuelo ya no es aquel gran hombre todopoderoso, como lo consideraba desde niño, me causaba muchos sentimientos encontrados. ―¿Qué tanto piensas? ―inquirió, Molly. Una de mis primas, entrando al despacho del abuelo, donde estaba ayudándolo con unos balances del mes. ―, Porque es claro que esa hoja sigue en blanco. ―divirtió. Le di una sonrisa. ―Cosas mías, no entenderías, pequeña. ―respondo guiñándole mi ojo. ―, ¿Qué haces aquí? ―inquiero, puesto que por órdenes del abuelo las chicas tienen prohibido entrar al despacho. ―Estaba buscándote, necesito tu ayuda. ―responde con rapidez, la miro fijo, cada que necesita mi ayuda es porque hizo algo que no le gustara a la familia. Molly es hija de la tía Michelle, su segunda hija para ser específicos, la primera es Ashley. ―¿Qué sucede? Me estas asustando…―alargo y ella palidece un poco. ―, ¿Te sientes bien? Estas un poco pálida. ―De eso se trata, Blake…―alarga suspirando, toma asiento en la silla delantera. ―, Estoy embarazada…―alarga nuevamente y la miro con los ojos muy abiertos, su madre la matara, sin contar que el abuelo la echaría de la mansión. ―¡Que carajos! ¿De quién? ―inquiero inmediatamente, si es alguien de la elite, podríamos arreglarnos con un forzoso matrimonio, pero sería la única manera de que no explote la familia. ―No estoy segura…―responde con nervios cabizbaja. ―, Creo que es de Sheldon Berry. ―¿El de industrias Berry? ―inquiero y ella asiente. ―Pues tendremos que arreglar un matrimonio, sabes que en nuestra familia todo funciona así. ―respondo pensando, es la única manera de que la familia no la eche, pues su madre es un tanto metódica como mi abuelo. ―, Lo siento, Molly. Pero debiste pensar mejor las cosas… ―Lo sé, lo arruine todo, Blake. Por eso he venido a hablar contigo, no quiero casarme…―alarga con esperanza de que pueda hacer algo por ella. ―, Tu… tu siempre has sido su favorito… si tu hablaras con él…quizá él me perdone… ―Molly, ¿Acaso estas escuchándote? ―inquiero con suavidad, no me gusta ser blando, pero la familia es primero, eso siempre dijo el abuelo. ―, Sabes que Blake, jamás me escucharía en uno de estos casos, para él esto es la deshonra, la gente hablara y será peor. ―¿Entonces no tengo opción? ―inquiere con una lagrima en su ojo. ―Creo que no, lo mejor será que se lo digas a Sheldon. ―respondo―, Si el idiota se niega, lo haremos público y no tendrá opción que aceptar. ¿Quieres que te acompañe? ― No, está bien, lo hare yo sola… gracias, Blake, después de todo eres como mi hermano mayor. ―repone con tristeza, sale del despacho, sumida en sus pensamientos. Suspiro con frustración, esta jodida. Me sirvo un vaso de whisky, mientras observo por el gran ventanal del despacho, aprecio la inmensidad de la mansión, a la vez que pienso una forma de ayudar a Molly de salir de todo esto. No pensamos en la segunda opción, un aborto… ¿Acaso ella quisiera eso? Sería la única forma de salir de este embrollo sin una boda de por medio. Absorto en mis pensamientos no me fije cuando, Rosa, la del servicio principal, entró. ―Joven, Blake, su abuelo quiere verlo. ―avisa, le asiento en respuesta y le agradezco por avisarme. Salgo del despacho y atravieso la mansión en busca de su habitación, al llegar, pido permiso para entrar, me lo concede e ingreso. Hoy es uno de esos días donde mejor luce, se ve sano y lleno de vida. ―¡Mi hijo! ―exclama con alegría. ―, ¿Noticias de la empresa? ―inquiere, asiento, le cuento todo lo sucedido y que tiene que firmar algunos documentos ya que sigue figurando como gerente propietario. ―, Excelente, sabia que serias el mejor sucesor que podía elegir. ―¿Cuándo me nombraras oficialmente? ―inquiero con intriga, me he preparado tanto para ese momento que no sé cómo actuaria cuando sucediera. Su risa se ensancha. ―Pronto, ¿Ya estas cavando mi tumba? ―divierte, me rio y niego con la cabeza. ―Jamás, abuelo, preferiría cavar la mía propia, antes que la tuya…―menciono y hace un gesto restándole importancia. ―, ¿Cómo te sientes? ―Estoy bien, hijo. Cansado un poco. ―responde tosiendo. ―, ¿Alguna noticia de la familia? ¿Qué deba saber? ― inquiere con autoridad, trago saliva y lo medito un poco antes de responder. Molly aún no ha tomado una decisión, por lo que no tendría sentido decírselo. ―No, abuelo. No ha sucedido nada relevante que requiera su atención. ―respondo cabizbajo. ―Perfecto, dile a Susan que me traiga lo que sea que haya que firmar, puedes irte. ―responde y asiento, siguiendo sus órdenes. El resto del día, pasa con uno que otro percance en la empresa, nada que no pueda solucionar. Por otra parte, Molly es mi prima más allegada, siempre hemos estado el uno para el otro, por lo que no dejo de pensar en su caso. Me tiene nervioso y ansioso, más porque le mentí al abuelo y si lo llegase a saber, me desheredaría sin pensarlo dos veces. Intento llamarla para saber que sucedió, pero es en vano, no contesta. Fui a la universidad a entregar unos documentos, cuando entonces vi a una rubia espectacular, sus curvas eran todo lo que está bien en la vida. Su mirada se encontró con la mía y como sabía que sucedería me coqueteo, le di una sonrisa coqueta también y me acerque a ella. ―¿Estudias aquí? ―inquiero con modestia, asiente sonriente. ―Bueno, empezare. ―contesta. ―¿Cómo te llamas? ―inquiero directo, ella enrolla un mechón de su cabello en su dedo y responde. ―Amanda, Amanda West. ―se presenta. ―Blake, Blake Harrington. ―respondo guiñándole un ojo.
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