Capítulo 9

2736 Words
Mientras caminaba por uno de los pasillos del pequeño supermercado cerca de su departamento, Aiden seguía maldiciéndose así mismo por haber sido tan estúpido de no tener absolutamente ningún alimento comestible en su cocina, más que cajas de comida rápida, en su mayoría vacías. Gilman ya le había advertido que alguien en la situación de Casper debería de alimentarse con cosas ricas y nutritivas, no comida grasosa y poco saludable que, por más deliciosa que fuera, no hacía ningún bien a nadie. Si tan solo no tuviera la mala costumbre de comprar mayormente comida ya hecha y lista para solo calentar, su refrigerador y alacena habrían tenido algún ingrediente para prepararle, aunque fuera unas simples tostadas al chico. Pero no, por supuesto que no tenía que tener absolutamente nada. Lo que inevitablemente le había hecho ir de compras, dejado solo en su apartamento a Casper, lo que por supuesto que era algo que seguía molestando a Aiden. Con suerte había salido temprano en la mañana, en cuanto los locales cercanos habían abierto, y solo después de asegurarse de que la fiebre no había vuelto y el dulce omega dormía plácidamente, para ir a conseguir lo que Jasmin les recetó. Y aun así, se había asegurado en hacer un viaje rápido ante la preocupación y culpa que sentía por haberle dejado. Había estado bastante tentado en simplemente pedir comida nuevamente, pero en cuanto Casper salió del baño informando que debían de esperar para el resultado y su pecosa nariz bonita se arrugó ante su idea, solo no pudo seguir con ella. Casper le había asegurado de que podía pedir para él si quería, pero el chico no estaba en condiciones de saltarse ninguna comida, se encontraba demasiado delgado y necesitaba la fuerza de estos, considerando que estaba pasando un difícil proceso doloroso para finalmente borrar esa fea marca en su cuello. Siendo así, le había pedido que se recostara nuevamente y salió con toda la intención de hacer solo un viaje rápido, pero no era exactamente veloz mientras revisaba las cosas de las estanterías y veía lo que se suponía debía de echar a su carrito para una comida nutritiva. —Debí de haber pedido todo por internet —refunfuñó el alfa observando dos productos que se veían exactamente iguales para él, pero que, según las etiquetas, eran totalmente diferentes—. A la mierda —anunció y echo ambos a su carrito. La mujer a su lado le observó con el ceño fruncido y el alfa se lo devolvió antes de seguir con su camino, simplemente agarrando cosas sin preocuparse tanto en tomarse su tiempo para leer cada una de ellas. Ya cuando estuviera en su casa, vería cuál le servía más o averiguaría una forma de volverlo más saludable, por el momento, su prioridad era echar todo alimento que debería de tener en su cocina. —Debí de haber hecho esto desde en principio —murmuró al contemplar como su carrito rápidamente se iba llenando con alimento. Satisfecho con todo lo que había elegido, Aiden se dirigió a la caja para pagar y su expresión cayó al contemplar que todas las cajas tenían al menos cuatro o cinco persona en ellas. "¿Es en serio?" Se quejó, frunciendo el ceño con molestia mientras observaba. Chasqueando su lengua con molestia, Aiden finalmente se colocó en una de las cajas donde la fila era de cuatro personas y esperó su turno. Tal vez maldiciendo un poco en su mente por todos aquellos que se les ocurrió hacer sus compras en la mañana y no en la tarde, como lo haría una persona normal. Avanzando un par de pasos, el alfa torció sus labios y contempló nuevamente a su alrededor, pero las otras cajas se encontraban en la misma situación que él. Chasqueando su lengua, sacó su teléfono y lo revisó para encontrar que ya habían pasado sus quince minutos desde que había salido de su departamento. "Casper debe de estar esperándome con hambre" Pensó, lo que le provocó una molestia consigo mismo por no haber anticipado aquella situación. Resoplando, guardó su celular y observó frente a él como la tercera persona se encontraba pagando mientras que la segunda sacaba sus cosas para la cajera. Bueno, al menos la fila se estaba moviendo. Observando unos chocolates en un estante frente a la caja, el alfa simplemente la tomó y dejó en su carrito sin pensarlo mucho. "No todo puede ser solo saludable, ¿no?" pensó, avanzando en la fila. Una pequeña sonrisa surcó en sus labios al pensar qué clase de expresión pondría Casper al tener chocolates, todos amaban comer algo dulce. Sería la disculpa perfecta por haberse retrasado tanto con el desayuno, solo esperaba que la fiebre de Casper no volviera en lo que estaba afuera. Observando hacia el frente, Aiden soltó un sonoro suspiro al contemplar que la segunda persona seguía sacando cosas de su carrito. —¿Qué? —preguntó hacia la joven beta frente a él que le observaba a hurtadillas. —¿Apresurado? —cuestionó, volviéndose para observarle. —Tengo un omega con fiebre esperando su desayuno —anunció. —Lamento eso, prometo ser rápida, solo tengo esto —expresó alzando una bolsa con verduras. Asintiendo, Aiden se concentró en su teléfono observando la hora. —Me gustan tus tatuajes —dijo la beta. —Y a mí —respondió el alfa, sin mirarla. —Soy Ashley. —Bien por ti —anunció ignorando el obvio coqueteo de la joven. —¿Me dirías tu nombre? —pidió, colocando una mano en su carrito, justo al lado de los chocolates para Casper. —No quiero —anunció y señaló la fila—. Tu turno —indicó. Y cualquier cosa que la beta tenía pensado decirle, Aiden la ignoró contestando la llamada de Jagger mientras se disponía a sacar rápidamente las cosas de su carrito. —Hey —saludó, apoyando el teléfono entre su hombro y oreja—. La tienda estará cerrada durante todo el día, ya le dije a tu chico que no podría hacer su tatuaje pronto —informó. —Lo sé, Huesos ya fue advertido que no te presionara al respecto —respondió. —¿Lo dices por esa amenaza de hacérselo en otro lugar si yo no lo hacía pronto? —preguntó. —Exactamente —chasqueó su lengua con molestia—. Mis chicos solo se tatúan contigo, nadie más —declaró—. Pero no era por eso por lo que te llamaba —anunció. —¿Qué sucede? —cuestionó sacando su tarjeta—. ¿Es porque le pedí a tus chicos que le echaran un ojo a mi departamento mientras no estaba? —Sí —anunció—. Los tipos que vigilaban la tienda retrocedieron un poco, algunos se fueron y otros se mantienen por los alrededores, pero son pocos y a una buena distancia —informó—. Lo que no me agrada, es ese auto lujoso que se ha estacionado frente a tu tienda y que no se ha movido por cinco minutos y sumando —explicó—. El que lo conduce es el imbécil del callejón que no quería dejar al conejito. —Entiendo —pronunció Aiden, rápidamente guardando sus bolsas en el carrito—. ¿Alguien a bajado o acercado a mi departamento? —cuestionó. —No, nadie ha entrado ni salido. El auto solo está estacionado ahí —informó—. Huesos está vigilando ahora, pero enviaré más hombres en uno de esos casos —anunció. —Gracias —pronunció antes de cortar la llamada. Dándole propina al chico que guardó todas sus compras en bolsas, Aiden rápidamente salió del supermercado empujando el carrito. Una vez afuera, tomó entre sus manos las cinco bolsas y se alejó caminando por la calle directo a su departamento. La ansiedad lentamente se fue expandiendo por su pecho, sus manos se colocaron sudorosas alrededor de las bolsas y la culpa por haber dejado solo a Casper en su departamento le invadió. "Tranquilízate, Aiden, Jagger ya te dijo que nadie ha entrado o salido del edificio" se dijo a sí mismo, en un intento de calmar el repentino caos en su interior. Aun así, sus palabras no impidieron que caminara rápidamente por la vereda hasta que finalmente llegó a su calle. Vislumbrando a lo lejos el auto que su amigo le advirtió, Aiden aminoró un poco la marcha para no parecer tan sospechoso y comenzó a acercarse aparentando tranquilidad. Escondido en un callejón, vislumbró a uno de los guardias oculto, y frente a este, uno de los hombres de Jagger se encontraba recargado en su motocicleta mientras fumaba relajadamente. Cuando ambos se encontraron, se saludaron con un movimiento de cabeza y Aiden se fijó entonces como la puerta trasera del auto, finalmente se abría una vez estuvo lo suficientemente cerca de su departamento. Un hombre, indudablemente alfa y vestido de traje, se bajó de este. Su cabello n***o se encontraba corto, su mirada era fría y calculadora, tenía una elegancia casi desagradable que lo envolvía junto a la arrogancia pura. Pero a pesar de ello, el tipo tenía buen porte, era firme en los lugares correcto y poseía rostro atractivo, perfecto para engañar a jóvenes omegas como el dulce Casper. Y Aiden, solo tenía ganas de estrellar su puño reiteradas veces en su rostro hasta borrar aquella sonrisa ladina que le dedicó tras interceptarlo en la calle, deteniéndose frente a él e impidiéndole seguir. Observándolo en silencio, Aiden espero sin mostrar expresión alguna mientras el otro idiota le observaba descaradamente, obviamente midiéndolo y calculando cuánta amenaza representaba. —Creo que no nos hemos visto antes, yo soy Julian Allen —se presentó estirando su mano entre ellos—. Soy un abogado de un importante bufete reconocido en esta ciudad, he representado muchos casos y he ganado cada uno de ellos —sonrió—. También soy uno de los dueños de la firma —añadió. Observando su mano, Aiden alzó una ceja y juntó sus bolsas en una sola mano antes de corresponder su saludo. —Aiden Nixon —anunció, con un fuerte y firme agarre en el cual, solo tal vez utilizó algo más de la fuerza necesaria. Ante tal muestra de poder, por supuesto que la pobre excusa de alfa intentó seguirle ejerciendo fuerza, y Aiden no pudo evitar alzar una esquina de sus labios al encontrar que esta no le igualaba. —¿Qué hace por estas calles un importante abogado como tú? —cuestionó, soltando finalmente su mano. —Estoy buscando a alguien —anunció, haciendo puño su mano antes de meterla al bolsillo de su pantalón, manteniendo su sonrisa arrogante de revista—. De hecho, debido a mi trabajo, mi pareja fue secuestrada en busca de venganza por un caso hace unas semanas —contó, con su expresión cambiando rápidamente según su historia—. Para cuando finalmente encontré a sus secuestradores, estos me dijeron que mi chico había logrado escapar y las pruebas demuestran que fue por estos lugares —explicó observando a su alrededor con preocupación bastante creíble. Con razón el desgraciado era buen abogado. —Casper es un omega muy hermoso, más en el sentido de bonito y tierno. Un poco más bajo que la altura promedio, delgado, de piel cremosa y con adorables pecas en su rostro junto a unos increíbles ojos celeste hielo —describió—. Me dijeron que lo habían visto por aquí —anunció y observó directamente la tienda de tatuajes—. Justo al lado de ese local, en el callejón. —Lo siento, no lo he visto —anunció Aiden. —¿Estás seguro de que no lo has hecho? —cuestionó observándolo—. ¿Conoces el dueño de esa tienda? Tal vez él haya visto algo —indicó. —Yo soy el dueño —anunció. —Debió de haber estado corriendo por aquí hace un par de días, vestía unos jeans y una sudadera desgastada —añadió—. Por favor, piensa un poco, es importante encontrarlo pronto, su celo será dentro de unos días y temo de lo que le pueda pasar —explicó frustrado—. Sabemos lo que les hacen a los chicos bonitos como él, será peor estando en su calor. Y wow, si no fuera porque Aiden ya conocía toda la historia, la verdadera, realmente habría dudado un poco con tan tremenda actuación. Siendo así, realmente no le sorprendía que hubiera podido engañar tan perfectamente a un joven Casper de veintiún años, y eso solo le daban más ganas de estrellar su puño en cualquier parte de su anatomía. —Mh... ¿Pecoso dijiste? —preguntó, fingiendo pensar. —Sí —asintió Julian y sacó su teléfono para mostrarle una foto donde salía con un sonriente Casper besándole en la mejilla cariñosamente mientras él sonreía—. Es él —indicó el alfa—. Por favor, trata de pensar, él realmente debe de estar muy asustado en este momento. "Asustado de ti, imbécil" Pensó Aiden observando la fotografía. —Creo que sí vi a alguien parecido —anunció Aiden, frunciendo el ceño—. En el callejón. —Ese debió de haber sido mi Casper —anunció con entusiasmo—. ¿Dónde está? —cuestionó. —No lo sé —respondió desinteresado, encogiéndose de hombros. —¿Cómo que no lo sabes? —cuestionó—. Lo acabas de reconocer —indicó. —Que lo reconozca no significa que sepa dónde está —aclaró—. Lo vi hace un par de días en el callejón, uno de mis amigos lo vio realmente, lo estaban persiguiendo —contó. —¿Entonces simplemente permitieron que la persona que lo perseguía se lo llevara? —interrogó y Aiden realmente quiso darle un premio con su actuación tan espectacular. —No, esos tipos se asustaron y se fueron —respondió—. Pero tu chico al vernos corrió otra vez —explicó. —¿Y no lo persiguieron? —¿Me estás viendo? —se señaló—. ¿Crees que realmente se habría detenido si me hubiera puesto a seguirle y gritarle que estaba bien? —alzó una ceja. —Pues no... —pronunció, dándole otra mirada—. Casper no es la clase de chico que se juntaría con alguien como tú —indicó. Aiden apretó sus puños, pero no cayó ante la obvia provocación. —Bueno, si eso es todo... —pronunció. —¿Puedes decirme supuestamente en la dirección en la que corrió? —cuestionó Julian, interponiéndose en su camino nuevamente. —Izquierda —respondió e intentó pasar nuevamente. —¿Estás seguro? —insistió. —Realmente no, pero se nota que no me dejarás tranquilo hasta que te dé una respuesta —indicó observando con molestia al otro alfa. —Tú —exclamó no muy feliz. Enderezando sus hombros, Aiden le invitó a decir algo más, dispuesto a usar cualquier excusa para darle un buen golpe al estúpido arrogante, pero cuando tres motocicletas aparecieron y se detuvieron detrás de él, Julian retrocedió. —Como sea —anunció y metió la mano en el interior de su chaqueta para sacar su billetera. Tomando una elegante tarjeta de presentación, se la extendió a Aiden. —Esta es la dirección de mi trabajo, el número y uno personal, por si logras recordar algo más o lo ves otra vez por aquí —explicó. No muy feliz, Aiden aceptó la tarjeta. —Llamaré si hay algo importante —prometió falsamente y luego le observó alejarse, al igual que sus amigos, y subirse a su auto. —¿Lo seguimos? —preguntó uno de los hombres de Jagger tan pronto como el imbécil comenzó a alejarse. —Nah, solo nos veríamos más sospechosos de lo que ya somos —respondió, observando la tarjeta en su mano antes de arrugarla y lanzarla lejos—. Gracias por su ayuda, chicos. Despidiéndose con un gesto de mano, el alfa entró en su departamento y se subió al ascensor. Bajándose en su piso, juntó las bolsas en una mano para sacar su llave y abrir la puerta. Tan pronto como entró, un pequeño cuerpo tembloroso que le llegaba hasta su nariz se estrelló contra él, y luego unos brazos le rodearon desesperación. El agradable aroma de melocotón y crema del omega, estaba envuelto en algo agrio, demostrando todo su miedo. Mierda.
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