Esa semana era una buena semana, Manuel estaría encargado del café asique no se cruzaría con su idiota hermano, algo que no quería hacer desde que en la fiesta se quedó un tanto atontada por una estúpida sonrisa de niño que hizo. Con bastante buen humor se disponía a salir cuando, a través de la puerta de la cocina, pudo ver al hombre de cabello rizado y oscuro que se encontraba parado en el salón. No pudo evitar congelarse ante aquello. Supo que sus pies se habían detenido cuando Manuel chocó con ella.
— Abril ¿qué… Estás bien? — preguntó un tanto sorprendido.
— Manuel — la mujer lo tiró de la ropa ocultándolo de algo —. ¿Ves ese sujeto de allá, el de cabellos rizados? — El morocho asintió —. Ese es mi ex prometido, Felix, el que te conté — Los ojos del hombre se abrieron muy grandes.
