— Dios, Abril, ¿qué me has hecho? Escuchó a la mujer reír suavemente en su pecho ante la pregunta que acababa de formular. La miró al rostro con una amplia sonrisa en sus labios. —¿Qué? — le preguntó. — Pensé que habías hecho esto muchas veces, no creí que debía explicar — Ella se estaba burlando de su pregunta. — Muy chistosa — respondió volviendo a apretarla contra él, tratando de calmar a su cuerpo que gritaba por más —. Sabes que no me refería a eso — dijo. Abril se despegó de su pecho para mirarlo a la cara. — Lo que sea a lo que te refieras espero que sea bueno — Él besó su frente a modo de afirmación y sintió la mano de ella en la mejilla, bajando su rostro para poder besarlo en los labios. Nuevamente apareció la reacción de su cuerpo reclamando a la mujer. Se dejó llevar,