— Camila te dejó un vestido para que puedas cambiarte — escuchó la voz del hombre acercándose a la ducha —. Hola hermosa — dijo corriendo la cortina del baño para encontrarla cubierta de jabón y agua. Bueno, claramente no dudó en entrar al baño con ella y tener una nueva sesión llena de placer. — Basta Javier, debemos marcharnos — lo regañó cuando el hombre aún la sujetaba en la cocina del departamento. — Faltan más de cuarenta minutos para tu turno, yo soy el jefe y puedo ir cuando se me plazca, ¿cuál es el apuro? — Sabes que me gusta llegar antes… — Eres una obsesionada con el trabajo, eso sucede — dijo besándola en los labios aún manteniendo la sonrisa. — Y esta obsesiva logró que el café esté entre los más buscados de la ciudad asique vamos — ordenó y se soltó de los brazos del