— Perdón — susurró Camila al hombre que tenía enfrente. — ¿Disculpa? — respondió él que estaba claramente confundido. — No puedo controlar lo que va a … — Y en ese momento Abril estaba al lado de Camila y un hombre rubio, que desconocía por completo, junto con dos pequeños platos que poseían unos volcanes de chocolate. Ni siquiera sabía si era una cita, una entrevista, o qué demonios hacían, aunque poco le importaba. Su amiga la miró casi lista para asesinarla pero ella guiñó el ojo a modo de complicidad. — Hola, soy Abril, vengo a dejarles esto por parte de la casa. Son exquisitos, y no lo digo porque los haga yo, sino porque en serio son exquisitos. ¿Me puedo sentar? Sí, genial — Y tomó asiento junto a ellos con una enorme sonrisa. El rubio miró a ambas mujeres y Camila se dispuso