Gastón.
Puedo ver la molestia en su postura, en su respiración y en como frunce las cejas. Quizá piense que sospecho de ella, pero se demasiado de su vida como para pensar que sería capaz de atentar contra alguien.
Contestó con honestidad a cada pregunta que le he echo y puedo ver que siente dolor por la muerte de mi padre y por no haber estado ahí.
-Pocos en la oficina sabíamos que estaba en una etapa complicada de la diabetes- murmura mirando sus manos- Jessenia, Jorge y yo sabíamos que se inyectaba insulina al menos una vez al día, pero Leonardo tenía un control estricto sobre su enfermedad y siempre usaba ese aparato para ver sus rangos de glucosa.
-Medir- la corrijo y sus ojos celestes hacen contacto con los mios- Se llama medir, Marianella. El tema es que ese día no había registros de que se la hubiera medido y aparentemente consumió algo que se la subió muchísimo.
-¿Algo como qué? Porque permitame decirle que Leonardo no consumía nada que no trajera de casa y mucho menos sin medirse la glucosa, antes.
-Aparentemente consumió un pagnificado, pero no estamos seguros porque fue lo que desayunó en casa.- miro nuevamente hacia la puerta y veo que el último muchacho que ingresó sigue mirando hacia el frente y a su celular con escasos segundos de intermitencia y se me ocurre una idea- Necesito tomarte una foto, pero necesito que te muevas hacia el pasillo.
-¿Una foto?- inquiere y le hago señas de que no se voltee cuando adivino su intención de hacerlo- Ok- termina acediendo.
Con disimulo le saco el sonido al disparador y tomo la foto cuando el muchacho está viendo su teléfono. Acerco la imagen con el zoom y no se me hace conocido para nada.
-Necesito que me digas si se te hace conocido- le muestro la toma mientras bajo mi tono de voz- Si lo recuerdas, por supuesto.
-No me doy cuenta de donde, pero si le veo cara conocida- me quita el celular de la mano y se acerca a la pantalla- Posiblemente trabajamos en alguna asignación o me lo he cruzado en algún pasillo hace un tiempo, pero si.
-¿Algún nombre o algo?- niega con la cabeza- Cualquier cosa que recuerdes Marianella.
-No me doy cuenta ahora pero ¿Porque?
-Porque ingresó después que nosotros y no ha parado de mirar hacia donde supuestente estamos- señalo la cafetería del frente- Esto me hace confirmar que si hay micrófonos en la oficina de papá y debemos cuidarnos.
-¿Cuidarnos?- nos señala con las cejas en alto- ¿Yo porque?
-Porque no es casualidad que estuvieras tan lejos cuando pasó todo esto- susurro acercándome a ella- No es casualidad que no te hayan avisado y tampoco es casualidad que nos estén siguiendo.
-¿Porque me seguirían a mi?- cuestiona con los ojos entrecerrados.
-Porque todos en la oficina sabían el cariño que mi padre te tenía y yo y alguien más, sabemos que te estaba ayudando con algo especifico.
-Usted no sabe nada- refuta.
-Mi padre no tenía secretos conmigo, Marianella y te recuerdo que te conozco aunque no me recuerdes.
-Pruébalo- exige.
Su fuerza para mantenerse seria ante algo que le concierne en demasía, me demuestra porque mi padre confiaba tanto en ella.
Aunque no quiera reconocerlo, lo que hará tarde o temprano, ambos nos necesitamos para desenredar todo esto. Esta es mi oportunidad para descubrir lo que en verdad pasó con mi padre, porque tengo la sospecha de que hay más, mucho más y ella va a ayudarme aunque no quiera.
Unos kilos más o menos, no la hacen diferente a la chica que conocí cuando era un adolescente y aunque tarde en recordarme, me voy a hacer cargo de que jamás vuelva a olvidarme.
-Solo dos palabras- murmuro- Dos palabras para que veas que no miento.
-Ilumíname- apremia moviendo sus manos y sonriendo con suficiencia.
-Ciudad Juarez- susurro más bajo sabiendo que estamos siendo vigilados antes de volver a mi lugar.
-Cualquiera que investigue un poco podría relacionarme con ello, así que no le creo.
-¿No?- me mofo de su desconfianza- Y aparte de ti, mi padre y yo- vuelvo a acercarme- ¿Quién más tiene la convicción que a tus padres los mataron?
Su mandíbula se tensa considerablemente. Sus ojos celestes se cristalizan y puedo jurar que su cabello color carbón se eriza como si hubiese tocado un cable de corriente.
-No importa si no me crees ahora, Marianella. No con respecto a tus padres y te puedo asegurar que te puedo ayudar a descubrir lo que pasó- froto mi frente porque esto duele- Pero estoy convencido de que a mi padre lo mataron y ahí dentro- señalo con discreción hacia Security LGL- solo puedo confiar en ti.
-¿Porque confiaría en mi? Apenas nos conocemos, señor.
Puede que tenga razón. Más allá de mi locura, la tiene. No nos conoce. No sabe de dónde venía mi padre, no sabe nada de mí y aún así se abrió y dijo todo lo que sabe. Actuó desde la sinceridad y en esta vida, la vida de los guardaespaldas, la honestidad no tiene precio.
-Confío en ti porque papá lo hacía.- admito- Confío solamente en ti porque has demostrado que le tenías cariño y respeto y has sido honesta cuando podrías haberte reservado todo para ti misma y no haberme respondido absolutamente nada.
-Es su papá, señor- niega con su cabeza- ¿Cómo podría negarme cuando hablamos de su papá?
-Te voy a decir algo y tiene que quedar entre nosotros y no puede salir de acá ¿quedó claro?- la veo asentir y prosigo- No confíes en nadie, porque la maldad no ve lazos sanguíneos, Marianella. Cuando hay dinero y poder de por medio, no sabes quien te va a atestar el primer golpe.
-¿Y como estas seguro que yo no te traicionaría? Que tu no lo harias- indaga.
-Si tu me traicionas, me quedo absolutamente solo en esto, además de que vi que no traicionarías a mi padre y por ende a mi. La posibilidad con respecto a mi persona, te dejo la posibilidad de evaluarlo por ti misma- saco una tarjeta de mi saco y la deposito al lado de su tasa vacia- Si estas dispuesta a seguir adelante, te veo hoy a las once de la noche en esa dirección. Si no quieres, simplemente no vallas.
Analiza la tarjeta con determinación por unos segundos y luego me ve a mi.
-¿Porque ahí?
-Porque es el único logar seguro que conozco- admito poniéndome de pie- Piénsalo y ve solo si estas dispuesta a todo, Marianella, porque una vez dentro, no hay marcha atrás.
No espero que me conteste y me marcho por la puerta del fondo luego de dejar el dinero para la cuenta.
Desde la distancia la veo jugar con el papel. A los minutos sale y saca un encendedor de la chamarra que lleva puesta. En un par de movimientos, comienza a prender fuego la tarjeta y la disuelve con el pie cuando la llama se lleva todo rastro de tinta.
No necesito esperar hasta las once de la noche para saber que va a acceder, que fui lo suficientemente convincente para que esté de mi lado.
Posiblemente la sola posibilidad de descubrir lo que le pasó a sus padres haya sido suficiente inspiración para acceder a esta locura. La otra posibilidad es que le haya ganado el respeto por mi padre y la lealtad que le tenía, según sus palabras.
Mi padre. Solo de pensar en él se me acongoja el pecho.
Para mi siempre fue mi héroe. Esa persona que confía en ti más que tu mismo. Fue el primero en incentivarme a perseguir mis sueños y también el que me está poniendo un freno, porque el hombre era terco y no pudo comprender que ya no estaba dispuesto a perder a más nadie.
No valió de nada su necedad, porque ahora es él quien me dejó metido en este embrollo donde tengo que pelear para mantener mis secretos en una caja fuerte.
Su muerte me obligó a regresar al lugar donde todo comenzó las dos veces, a donde el miedo de seguir perdiendo personas se ha vuelto inevitable, porque ahora ya no somos dos y no puedo esconderme por el mundo.
Ahora nos vamos a tener que enfrentar al pasado y al presente y luchar por no salir heridos, porque los riesgos siempre estarán ahí y Miguel lo demostró con sus palabras, con su forma de denigrar a Marianella por como es físicamente.
Yo no le temo a él. Temo por ella. Me atemoriza que vuelva a jugar con su mente porque sabe que tiene el poder de hacerlo y puede que estemos en esto juntos, pero no se si siempre voy a estar ahí para protegerla.
También debo protegerme a mi mismo y organizar mis prioridades y con eso en mente, organizo todo para su llegada, porque tengo el presentimiento que vendrá.