19 Vestido

1539 Words
Marianella. Al final de cuentas, no se si me estresó más hablar con Gastón y acordar toda esta locura, las ganas de Diane de llevarme a emergencias para evaluar mi salud mental o el entusiasmo de Zoe por un matrimonio que va a durar menos que el agua en el desierto. A la siguiente mañana me levanto con los ánimos mejorados, a fin de cuentas, yo solita me puse la soga al cuello. Sus argumentos fueron válidos y no me obligó, por lo qur me propongo poner lo mejor de mí. Bajo de mi preciosa moto y voy directo a saludar a Jorge. -Hola ¿Cómo estamos, Jorge? -Bien, mi niña- se acomoda el bigote y se remueve en su lugar a lo que alzo las cejas- Puedo suponer que vio el video ¿verdad? -Usted lo ha dicho. Lo vi y me sorprendió que no me dijera antes que tuvo que ir a abrir la puerta. -Niña Marianella, aunque usted no lo crea, nosotros hicimos todo lo posible por atenderlo- su voz se va suavizando considerablemente y me da esa mirada que me daba Leonardo para hacerme entrar en razón- Yo le dije que usted necesitaba asimilar lo que pasó y la única forma, es que viera el video con sus propios ojos. ¿Le quedó alguna duda, mi niña? Puede que tenga razón y se la daré así siga investigando por otro lado, porque la otra explicación a todo esto, es que Gaston me haya sembrado la desconfianza para que acceda a casarme con él. Lo positivo de no firmar nada, es que puedo pedir el divorcio cuando lo crea necesario. -Ninguna, Jorge. Gracias por las grabaciones, de todos modos. -No hay porque agradecer, niña. Estamos para lo que guste. Como ya es costumbre, Gaston llega justo a tiempo, sólo que en ves de ir directo al ascensor, viene directo a donde nos encontramos. -Ahí está mi chica- se acerca y me planta un beso que casi rechazo.- Esperaba verte, preciosa. Ya están trabajando en lo que hablamos anoche. Lo miro a los ojos suponiendo que habla de la bendita puerta y me giro rápidamente cuando Jorge carraspea y nos analiza detalladamente. -Buen día, joven Lucks. -Nada de joven, Jorge. Solo Gaston está bien para mi ¿verdad cariño?- pregunta en mi dirección. -Eso es tema tuyo con él- me desentiende del tema- ¿Porque tanta impaciencia? -Jorge, nos estamos viendo. Te robo la atención de mi novia por hoy- acomoda su brazo sobre mis hombros y me encamina al elevador. -Nunca accedí a ser tu chica, Gaston. Como que te levantaste antes de tiempo. -Accediste a más que eso, Nella- simula que me da un beso en la mejilla y me susurra suavemente- Sígueme la corriente por favor. -¿Cuando hice eso que dices?- pregunto entre risas. -Por más que halla sido con métodos no convencionales, si lo hiciste, por lo que eres mi novia y mucho más. Por supuesto, pienso en mi mente sin emitir palabra alguna. Accedí a casarme con él y a convivir. -Es verdad- finjo recordar cuando las puertas del ascensor finalmente se cierran- Y tu también. -Todo lo que quieras que sea, eso seré- decreta acercándose cada vez más. -Como que se te ha echo costumbre arrinconarme por todos lados ¿no?- murmuro junto a su boca, posando mis manos en sus caderas a la altura de mi cintura. -Te encanta que lo haga ¿o no, Nella? Su altura se eleva sobre mi cabeza y debe encorvarse para llegar a mis labios, donde me besa con suavidad. -Seguro que si- trato de sonar irónica, pero su sonrisa me dice que me cree más las palabras que el tono. Ataco su boca con devoción, como si en ella se encontrara el último gramo del aire vital y no tarda en seguirme. Ya que me estoy metiendo en la boca del lobo, tengo que sacar algún provecho como ser besada de este modo qur me hace temblar. El calor que desprenden sus manos en mis glúteos y espalda baja, me hacen suspirar y rogar por una bocanada de aire puro, generando un gruñido en él. -Tus labios saben exquisito, preciosa- susurra dejando leves toques antes de apartarse un poco y mirar hacia abajo- Esto va a ser muy duro. Sigo su mirada y me sonrojo ante el tamaño de la montaña que se ha formado en sus pantalones. Caeraspeo para volver a mi centro, conforme de no ser la única afectada. -Lo podemos atender más tarde- guiño un ojo cuando la caja metálica anuncia la llegada a nuestro destino. -Disfrutas esto ¿verdad?- cuestiona apoyando una mano sobre el escritorio de Jessenia. -Puede ser que si, o puede que no- refuto- Pero tu si que lo disfrutas. -Oh, claro que sí- confirma con su mirada oscurecida en deseo. -Buenos días, Marianella, Gaston.- le asentimos a modo de saludo- No tienen asignaciones hasta el viernes donde deben asistir a un evento con el presidente de la compañía telefónica SixPhone. -Perfecto- espeta él- Entonces quedamos a la orden y nos vamos porque tenemos pendientes. -No olvides mandar el itinerario a mi correo- le recuerdo tomando la foto de la planilla- Cualquier cambio que surja, también. -Así será, como siempre- me dedica la sonrisa más falsa y la ignoro. Bajamos por el elevador con el ambiente calmado, manteniendo distancias, casa uno en su móvil. Yo escribiendo en el grupo de las locas de mis amigas que estoy libre. Él, valla a saber en que cosas. 'En media hora en la tienda de novias del centro' escribe Zoe. '¿Tiene que ser tan temprano?' Diane. 'Si, chiqui' contesta de inmediato 'Al medio día dile a tu chico que lo esperamos para almorzar donde más guste' '¿No que era una cena? Esas son de noche' le recuerdo. 'Tiene razón. Propongo dejar todo para luego de medio día, Zoe' 'No discutan porque voy por ustedes a donde sea, chiquis. Media hora Diane y tu Marianella, más vale qur llegues a tiempo' nos resonga a su modo. -Que pesada- exclamo exasperada de lo terca que es Zoe. -¿Quién es pesada?- indaga Gaston a mi lado. -Me asustaste- recrimino lego del salto que pego por el susto. Realmente había olvidado que estaba a mi lado, donde por lo visto, no le molesta parecer un perro faldero siguiendome hasta la moto, lugar al que llegue por mera inercia. -No fue con intención, Ya dime. -Mi amiga que quiere que nos juntemos a ver lo del vestido justo ahora y que vallamos a comer contigo al medio día- resumo lo que hablamos. -Que sea donde fuimos el otro día. El novio no puede cerrar el vestido, por lo que te veo en unas horas allí despues de hacer unos pendientes- me besa con suavidad dejándome medio tonta- Cuídate y te quiero. -¿Me vas a dejar sola con esas locas? Tienes que ir allí conmigo- le grito cuando no para de avanzar hacia su auto. -Me avisas cuando estén listas, preciosas- abre la puerta del coche y me guiña un ojo- Son tus amigas, así que suerte. -No, por favor- ruego ya tarde. El celular suena y se que Zoe ya se puso en modo control total. Si no fuese prácticamente una modelo, la haría prepararse para ser guardaespaldas por su forma de ser. No me queda más remedio que ir a su encuentro y rogar que todo salga bien. En una de esas, alguna de esas prendas se adapte a mi cuerpo, aunque lo dudo seriamente. -Aquí estas, chiqui- me abraza fuertemente y planta sonoros besos en mis mejillas- Tenemos reservacuon en una casa exclusiva que tiene los mejores diseños. -Si, claro- ironizo imaginando cuantos de ellos son en talla cuatro exis ele. -Cuanta emoción de parte de la novia- espeta Diane- Cualquiera diría que no te quieres casar con ese Gaston. No es que se diga Uuuyyy que emocionada que estoy, contando días para que suceda y todo eso. Son mis inseguridades las que me hacen actuar como una perra y Zoe lo sabe. Pese a ser una muñeca con un cuerpo delicado y proporcionado, irónicamente es la que más me comprende. -Ya veras que vamos a encontrar algo sumamente perfecto para ti, chiqui y tu chico va a quedar como bobo y llorará y todo eso- habla entusiasmada. -Eso solo pasa en las películas Zoe.- Diane mira sus uñas- No es por aguarte el momento ni nada Marianella, pero ya sabes que los hombres son muy básicos. -No importa- desestimo sonriendo falsamente- Si logro que algo me entre, me doy por satisfecha. Zoe siguió con su discurso y poco le creí hasta que llegó el momento que estaba evitando y mi perspectiva cambió. En verdad luzco como una novia con el vestido adecuado, disimulando todo lo que habrá debajo de la tela. Ellas me ayudaron a escoger la mejor opción y salí satisfecha con tres días para terminar los arreglos. Un rato más tarde, nos encontramos donde sugirió Gastón. Yo nerviosa del encuentro, ellas asombradas de su cuerpo, del cuerpo de mi futuro esposo. ¿Qué puedo decir? ¿Qué es solo una farsa donde ambos salimos beneficiados? Claramente no digo nada.
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