Gaston.
Me siento en la mesa designada para el almuerzo y espero a Nella y sus amigas.
Agradezco la mañana que tuve ya que aproveché el tiempo con mi tesoro al cien por ciento. El deber llama y aquí me encuentro sin saber que voy a encontrar en realidad.
A los minutos la diviso avanzando junto a dos mujeres que son ¿como decirlo sin parecer ofensivo o machista? Diferentes, sería la palabra correcta, contrastantes la que tiene mayor relevancia y descripción.
Una morocha de pelo crespo camina con seguridad a su lado, sabiendo que se ve bien con tacos y ropa que muestra mucha piel. Luego, una rubia con las proporciones justas para mostrar seguridad, pechos y caderas con volumen y piernas extremadamente largas. Lo que más resalta de ella, es el caminar divertido, volcada del brazo de Nella y dándole toda su atención.
La morocha clavó sus ojos en mí penas Nella señaló en mi dirección.
Ella viene en medio con una mano ocupada por un par de bolsas y otras tantas en las de la rubia.
-Hola preciosa- saludo dejando un beso educado en sus labios- Permiteme eso, Nella.
Le saco las bolsas de las manos y las coloco en un banco que se encuentra a mi espaldas.
-Hola. Estem- carraspea y mira a sus amigas- Ella es Diane- señala a la morocha y luego a la otra- y ella es Zoe. Las tres vivimos en el mismo edificio y ya. Chicas, él es Gaston.
-Un gusto conocerlas- estrecho sus manos con educación.
-El gusto es mio, chiquí- la rubia de abalanza y me da dos besos en el aire- ¿Cómo le llamaste?
-Nella- respondo impactado por su modo de actuar.
-Me gusta para ti- le dice a mi chica- ¿podemos pedir? Tengo hambre.
-Ustedes siempre tienen hambre, chicas- dice la otra porque hasta el nombre olvidé.
-Siéntense si gustan.- las invito sin soltar la mano de Marianella- En la tablet está el menú para que escojan lo que deseen.
-Gracias- contestan las tres a la vez.
-¿Cómo te fue con el vestido, cariño?- Me intereso cuando me siento a su lado.
-Creo que bien ¿Esto está bueno?- cuestiona señalando una lasagna.
-Si es rica, aunque la de pollo y espinaca es más deliciosa y yo quiero ese postre de crema con caramelo- le pido.
-Que sean dos de ambos, supongo.- deja el artefacto a un lado y me ve con esos ojos color cielo- ¿Qué tal tu mañana?
-Bien. No tan ajetreada como la tuya pero ahí vamos.
-Genial. Nosotras elegimos los vestidos y estarán listos en tres días exactos.
-Eso es perfecto, preciosa- la acerco y le planto otro beso.
Definitivamente, por su sonrisa entre tensa y satisfecha, puedo decir que no esperaba que actuará así, pero al final de cuentas, no voy a desaprovechar estos momentos.
-Ya escojí la pechuga y ensalada con gelatina de postre- declara ¿Diana?- ¿Ustedes que van a almorzar?
-Yo me pedí una hamburguesa doble carne con mucha panceta y huevo a la plancha y de postre- la rubia parece disfrutar lo que pidió- la crema con caramelo.
-¡Qur rico! Hace mil que no como una hamburguesa así- se queja Nella
-Pidela si la quieres, nena.- le sugiero.
-Oh, no. No puedes enloquecer hasta que pase la boda, Marianella- refuta la morocha y ya me cae mal.
-En la noche quema las calorías, no te preocupes- le hablo directamente- Prefiero que coma lo que quiera mientras esta conmigo y no que dea diferente solo para encajar.
-Gastón- mi futura esposa me aprieta un muslo.
-Lo que digo es que hoy le tomaron las medidas. Puede aguantar un par de días más.- ahora mira a mi chica y enfurezco- Sabes que no es de mala, amiga.
-Yo lo sé, solo que Gaston es sensible con ese tema.- la tranquiliza.
-Te voy a enseñar lo sensible que puedo ser con ello- tomo la tablet y cambio su pedido.
-No.- niega intentando acceder nuevamente al dispositivo- Estaba bien lo que pedí ¿porque lo cambias?
-Porque no es lo que querías y vas a tener lo que quieres mientras estas conmigo.
-Que lindos- exclama la rubia distrayendonos de nuestra discusión- Te complace en todo, chiqui. Todo un tierno.
-Si como no- retruca con su pecho apoyando sobre mi cuerpo aun intentando llegar a la tablet- No imaginas cuanto.
Me divierte su modo de pelear, pero sus pechos de dejan ver y me distraigo.
-No, no. Ya confirmé, Nella. Deja eso o vamos a comer en dos horas, mujer.
-Ya está Marianella. Ahora te aguantas y que de noche te sacuda como te gusta- Diana le guiña el ojo y se gira hacia Zoe- Ahora quedamos solas para el levante del finde.
-¡Diane!- gritan a la vez una asustada y Nella sorprendida.
-Era una broma, chicas- bufa y rueda los ojos- Qué sensibles estamos hoy, eh.
Si las miradas mataran, ella estaría enterrada bajo tres metros de tierra solo por el modo en que Zoe y Nella la observan. Ya observé esa expresión antes y tiene un nombre, celos. La tal Diane está celosa y envidia que su amiga valla a casarse.
-Tu estas exponiendo lo que hacen los fines de semana ante su futuro esposo Daniela- cambio su nombre a propósito- No es que ellas sen sensibles, pero para que sepas, su pasado es su pasado y lo que me importa, es lo que haga de ahora en más, no lo que hizo antes de reencontrarnos.
-Es Diane- corrije- Y ¿como que reencontrarnos?
-¿No les contaste, preciosa?
-No es necesario, Gaston. ¿podemos simolemente comer tranquilos?
-Yo si quiero saber chiquiiis. Su historia es tan romántica.
El mesero ingresa a mi señal y deja los platos en cada lugar y luego se retira, dejándonos con el almuerzo listo para ser devorado.
-Nos conocemos desde la secundaria- comienzo al probar la deliciosa lasagna- Prueba esto, Nella- llevo el tenedor a su boca para que lo haga- Luego dejamos de vernos por un tiempo y nos reencontramos hace poco, porque ella trabaja en la empresa que era de mi papá.
-¿O sea que también eres guardaespaldas?- consulta la motocha a lo que asiento- ¿No te molesta que trabaje en algo tan riesgoso?
-Si es lo que ella quiere hacer, no lo puedo impedir, así me moleste y todo.
-¡En verdad te quiere, amiga!- chilla la otra- Son como el complemento perfecto y ya quiero que sea la boda. Apuesto a que si llorará.
-No lo creo- desestima mi futura esposa.
-No sabes eso, preciosa- le robo unas papas- Ni yo lo sé.
-Oye. No me robes mi comida, nene.- me saca un trozo de lasagna- si no quieres sufrir las consecuencias.
Le sigo el juego de a ratos, escuchando sus murmullos sobre la boda, sus preguntas de porque no queremos invitados y que lo mejor es salir a bailar si no hay fiesta.
Es grato tener con quien intercambiar el plato y quien me distraiga un poco de la rutina, hasta que llegan los postres, p**o y bajamos para ir a casa.
-¿Te llevo esto, Nella?- levanto sus bolsas al aire.
-Te lo agradezco, pero las lleva Zoe directo a su casa.
-OK. Como prefieras, preciosa. ¿Paso por ti y vamos a desayunar o quieres que el desayuno valla a ti?
-¿Cómo harías eso?- cuestión con cara de que me vuelto loco.
-Puedes darme una llave, que tarde o temprano tendré, te preparo el desayuno y te lo llevo a la casa o...- tiento dejando la frase en el aire.
-O- inquiere con los ojos entrecerrados cruzando sus brazos debajo de sus pechos.
-O- desvío la mirada hasta ellos con la voz grave, afectado por toda ella- me invitas a cenar, a pasar la noche contigo y te cumplo lo de las calorías.
-¿Tanto alboroto para decir que quieres pasar la noche conmigo, Gastón?- pasa una mano por mi brazo y siento todo levantarse con ese simple acto.
-Puedo prender fuego San Fransisco solo por una noche- confieso pegando mi cuerpo al suyo- Imagina lo que haría por el resto de las noches si sigues provocándome así, Nella.
-Tu estas loco aunque se agradece la generosa oferta- se para en punta de pie y apuntalo mis manos en sus caderas- Pero ya tengo quien me haga gastar las energías suficientes.
Hace el intento por retroceder y se lo prohíbo apretando el agarre y acercándome a su oído.
-Te recuerdo que estas muy enamorada de mi, Nella. Tanto para casarte conmigo en una semana y todo se va a ir a la basura si tus adoradas amigas te descubren siendome infiel antes de llegar al altar. Si vas a hacer esto, trata de que nadie te vea ¿Estamos claros?
-Estamos claros, aunque yo hablaba de mi personal trainer, esposo posesivo- sus uñas se clavan en mi abdomen por debajo de la camisa- Acá el necesitado de otro gasto de energías, parece ser otro.
Como suele hacer, solo me provoca y se va luego de besarme.
-No imaginas cuanto, nena- murmuro viéndola partir.