14 La memoria

1546 Words
Marianella. Como puedo, me giro entre sus brazos anclados en las puertas de metal reforzado, abrasando mi computadora como si fueran un escudo lo suficientemente fuerte para alejarlo. -Deberías dejar de aparecer de la nada, idiota- le reclamo- Casi me da un infarto. Sus gruesos y apetecibles labios sabor a menta, se abren mostrando su perfecta dentadura y su legua hace el kismo recorrido que hizo la mía hace tan solo unos minutos atrás. -Yo creo que causo otra cosa, preciosa, pero no desvies la charla- baja una mano para ponerla en mi hombro y recorrer mi brazo seguido de sus ojos hambrientos- ¿Quieres que apague ese fuego por ti? Me obligó a recordar donde estamos, cual es la meta conjunta que tenemos y quien es en realidad. Por lo visto, esto se va a tratar de obligarme a recordar todo el tiempo y suspiro frustrada. Malditas hormonas de mujer calenturienta y necesitada de una buena follada dura y de toda una noche. -Es muy pronto para decidirlo- módulo como me hes posible- Tal vez más adelante. Baja sus brazos divertido de mi actitud y quiero patearle la cara, u obligarlo a que me me coma la entrepierna por horas, lo que suceda primero. -Esperaré- asegura- Pero sigo con hambre y ya tienes lo que querías, así que ya se te acabaron las escusas para evitarme, Nella. -No te estaba evitando- miento a medias- En realidad la necesito y ya veras porqué. Asiento ante su mirada que interpreto como la pregunta silenciosa que no se puede hacer aquí y partimos hacia el ascensor nuevamente, evitando demasiado contacto visual y fingiendo que seguimos coqueteando. Miguel lanza un gruñido al aire cuando nos lo cruzamos nuevamente. En verdad ese hombre me confunde y me intriga a partes iguales. No le hice nada ni lo incité a molestarme, pero desde que sus ojos estuvieron sobre los míos, ha echo de todo por hacerme sentir inferior, gorda y asquerosa con palabras denigrantes que traspasaron barreras reales e invisibles, sino, podría apostar a que está celoso. Si le quitamos lo idiota y le cocemos la boca, no es alguien de mal ver. Casi de la misma altura que Gastón, pelo castaño oscuro en corte relajado, cuerpo trabajado aunque demasiado para mi gusto y una voz que si no dice idioteces, idiotizaría. Siempre fue popular en cada lugar que pisa y no ha cambiado en nada, pero sigue hostigandome cada vez que tiene la oportunidad, realmente no desperdicia ninguna. Sus gruñidos repetitivos desde que Gastón llegó, lo dejan fuera del Miguel que solía conocer, ese preocupado por el pobre hombre que me tocase porque soñaría que lo atacarían ballenas, según su loca mente. Alejo cualquier pensamiento que tenga para concentrarme en lo que tengo enfrente mientras me dejó guiar por Gastón. -Dime que tienes lo que pienso que tienes- habla sin pausas. -Tengo lo que crees que tengo, si nos referimos a lo que yo creo que tu crees que tengo- reafirmo en un trabalenguas. -Muy chistosa- ironiza abriendo la puerta de un restoran- pasa que hice reserva. -OK- accedo mirando que caminamos al menos unas tres cuadras. -Sigueme- ordena. Nos guía por una escalera hasta el segundo piso donde hay varias habitaciones insonorizadas y rodeadas de vidrio. -No conocía este lugar- admito admirando la privacidad de brindan algunos cubículos espejados. -Es de un amigo y es lo más privado que hay en la zona- pasa la tarjeta por el dispositivo y abre la puerta para mi cuando la luz se torna verde- Adelante. En esa tablet, escoge lo que quieras comer y cuando lo traigan podemos comenzar. -Bueno- me decido por un café expreso triple, un vaso de jugo de naranja y un tostado de jamón y queso individual- Listo. La toma él y yo enciendo mi computadora, busco la memoria y la inserto en el puerto USB. Unos minutos más tarde, la tablet indica que nuestro pedido nos espera. Gastón lo ingresa y entrega el aparato. -Comencemos- apremia. Nos colocamos del mismo lado y detallo que Jorge mandó las imágenes de rres días antes y tres días después, inclusive el día en que se descompensó. -Comencemos con ese día y luego vamos viendo- sugiero. -OK. Las imágenes lo muestras llegando al edificio con su maletín, directo a saludar a Jorge como era su costumbre, sube al elevador, saluda a Jesenia, recibe los papeles y se va a la oficina, donde las cámaras lo pierden de vista. -Todo normal hasta acá- murmuro y pauso la grabación para anotar y cotejar con lo que ya tengo. En la pantalla, las tres cuartas partes están ocupadas por el plano de la puerta de su oficina, pero alrededor, en cuadros pequeños, están las cámaras restantes o al menos, las principales. -¿Quién es?- cuestiona señalando una de esas cuadrículas. -El cartero- agrado la imagen sustituyéndola por la otra- Trae los paquetes para presidencia y los entrega solamente al destinatario. Saluda a Jorge, le abre el bolso para que vea dentro, parece que bromean con algo porque ambos ríen, se despide tranquilo y cambio la cámara cuando ingresa al elevador. -O sea que si algo es para él, llega solo a sus manos. -Totalmente, sino deja el aviso y se lo llevan para la oficina de correo que asegura que no recibimos explosivos- acoto. -Igual que nosotros- susurra. -¿Nosotros quienes?- ingado sin despegar los ojos de la pantalla y siguiendo al cartero mientras sube por el elevador con su bolso hermético. -En mi trabajo- responde escueto. El muchacho baja en el piso correspondiente, deja algunas cosas para Jesenia, otras a Miguel y luego va a la oficina de Leonardo, quien lo hace pasar con una sonrisa tranquila. Observo el reloj y por lo que puedo notar, a esta hora ya me había llamado hacía unos minutos. Pauso nuevamente para no perderme de nada. -¿Viste algo interesante?- ojea sobre mi brazo lo que escribo. -Cuando llegó el cartero, Leonardo ya me había llamado- le enseño la línea que hice- porque son las diez contreinta y siete. -¿Siempre llega a esa hora? -Minutos más, minutos menos, pero si- confirmo- Se espera el correo entre las diez y cuarto y once menos cuarto. No tienen permitido ingresar antes o después. -¿Y como sabemos si no ingresó lo que lo descompuso justo en ese bolso?- -No hay forma de saberlo, porque no hay cámaras en el despacho de tu padre- levanta una ceja demostrando lo que en verdad desconocemos- al menos, puestas por él mismo. -OK. Veamos que sigue. Dejamos correr la cinta y observamos que se retira tres minutos después, cerrando a su paso y saludando con la mano hacia la oficina. Se despide de Jess y se retira. En un momento, escasamente a las once y cinco, Jess se levanta e ingresa al baño de mujeres, saliendo diez minutos después. -¿Porque tanto tiempo en el baño?- me cuestiono en voz alta. -Puede que haya estado con las cosas de mujeres, esas- hace alusión a la menstruación- pero te toca confirmarlo. -Ok.- estoy de acuerdo y hago una nota a parte para recordarlo. Miguel va un par de veces hasta el escritorio de su asistente con papeles que se lleva a la oficina o que le acerca a Jess. A las doce, Miguel vuelve a salir y habla con rlla, señalando la puerta de Leonardo a lo que ella niega. Miro la hora y son doce con cinco. Se acerca a la puerta y golpea un par de veces, primero tranquilo y luego parece desesperado. Jesenia toma el teléfono y llama varias veces mientras señala la puerta con su índice. Llama una última vez y Gastón llama mi atención. -Contestó Jorge- indica el lugar en la pantalla que enfoca su oficina y este sale corriendo hacia el elevador. En la otra imagen, Miguel hace fuerza para abrir la puerta, en vano, porque tienen cerraduras especiales que si se bloquean por dentro, solo se bien con una llave desde afuera. Jorge ingresa peleando con su llavero y al abrirse finalmente, los tres entran corriendo. Solo unos segundos despues¿ Jessenia sale hasta su escritorio y llama a emergencias entre lágrimas. A todo esto, son doce con diez y cinco minutos más tarde ingresan los paramédicos, sacándolo en una camilla. -Hicieron todo lo posible- admito anonadada de la velocidad en que todo transcurrió y con las lágrimas colgando en mis retinas- Ellos hicieron todo lo posible, Gastón. -Aun no sabemos porque de descompensó tan rápido, porque la puerta estaba trancada desde dentro y lo que pasó en la clínica, Nella- sus manos presionando en las mías brindando el apoyo que yo debería darle- Todavía falta mucho por ver, hermosa. -Si, pero yo... yo estaba convencida de que- lo miro directo a los ojos- con lo que tu sabes, Miguel es el principal sospechoso y con esto no lo sé. -Ya vamos a averiguarlo ¿esta bien? -Si, pero.- no me deja terminar de hablar y me interrumpe. -Paso a paso, Marianella. Terminamos esto y luego vemos que más descubrimos. Accedo sin ganas y lo único que podemos imaginar, es que lo llamaron desde la ambulancia, porque Miguel fue con él, Jesenia quedó llorando desconsolada y Jorge a horario.
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