Gastón.
-No te queda eso- mueve las manos por mi cuerpo y arqueo las cejas- Estas como muy grande para hacer de niño caprichoso.
-Es el hambre- me justifico sonriendo- Logra que mis neuronas no hagan su trabajo y me cuesta pensar.
La sigo mientras camina hacia unas escaleras y comienza a subir. La sigo unos pasos detrás y maldita sea la vida, la seguiría al infierno si me lo pide.
-Gastón- se gira de golpe y paro en seco a dos escalones dr distancia- ¿El hambre te afecta el oído también o que?
-¿Cómo dices?- observo a mu alrededor viendo solo escaleras y paredes de material en verde musgo.
-Te pregunté que ibas a pedir, hombre- cruza sus brazos y recorre todo mi cuerpo.
Una de mis piernas está en el escalón siguiente, una mano en el pasamanos de metal y la otra echa un puño junto a mi pierna extendida.
Carraspea llamando mi atención nuevamente cuando me pierdo observándola a ella.
Una pierna aguantando todo su peso, la otra apenas flexionada remarcando sus caderas y sus brazos levantando lo que ya es el suficiente espectáculo para que se multiplique haciendo eso, provocando que abra la boca.
-Auch- me quejo cuando siento un golpe junto a la oreja- Te voy a acusar de violencia doméstica, Nella.
-Yo de acosador s****l- acerca su rostro y coloca las manos en las caderas que muero por tocar- Para que sea violencia doméstica, tendríamos que vivir juntos y por si no lo notaste- se mira las uñas y sonrie- Estas en mi casa.
-Tu me invitaste a subir- le recuerdo- Están las cámaras y todo como evidencia.
-Si claro- larga la carcajada- Unas que mostrarán que estas aquí hace rato y que me sigues a todos lados.
Razono paso por paso y se que tiene razón, pero ella me invitó a subir ¿o no?
Ella simplemente se ríe de mi, como si fuera su payaso personal y por alguna razón, eso me ofende.
Avanzo los escalones que nos distancian hasta el próximo descanso y la obligo a retroceder conmigo y dejar de reírse de mi. La acorrala contra la baranda y su respiración cambia de un momento a otro.
-Mierda- sus manos se posan en mi abdomen para marcar una distancia razonable- No hagas eso, Gastón. Me asustas.
-¿Te asusto?- murmuro junto a su oído- ¿Esto te asusta, pero no provocarme, Nella?
-Yo no hago eso, idiota- refuta ofendida- Ya. Mantén la distancia por favor.
Sonrío al escuchar sus últimas palabras y deseo que llegue el día en que pida lo opuesto.
Le permito recomponerse y sube el último tramo hasta llegar a una puerta de madera donde se agacha a revisar lo que adivino que es el señuelo. Abre la puerta y me permite pasar primero.
-No es un lugar de lujo.- murmura sin hacer contacto visual conmigo- Lo que ves es lo que hay.
-Tienes un hogar. Eso debería de ser sufuciente.
-Si, como no- ironiza al pasar por mi lado- En la puerta de la heladera está el contacto de unas casas de comidas rápidas que son buenas. Voy a ducharme y ya estoy contigo.
Marianella camina hacia uno de los lados de la cama donde saca ropa y la lleva al baño. Observo su espacio personal detallando que en realidad tiene lo indispensable.
La cama grande con acolchado lila es lo que resalta en primer lugar al igual que el cuadro con el paisaje de una hermosa cascada justo en la pared que sirve de respaldo. A los lados, unas mesas de noche con lámparas sencillas y el armario tapando la puerta del baño, complementan su ligar de descanso a mi izquierda.
A la derecha, no hay más que un sofá de tres piezas frente a una televisión, un pasaplatos donde estimo que come por las banquetas que le acompañan y al otro lado, una cocina modesta.
Los panfletos de restaurantes llaman mi atención porque en verdad tengo hambre.
Comida rápida, gastronomía normal y uno en especial de comida nutritiva me piden que agende ese en especial luego de pedir churrasco con ensalada mixta para los dos.
Su heladera en verdad está vacía. Lo que dice que alguien vive aquí es la fruta en la canasta sobre la mesada.
Suspiro pensando que esto en poco tiempo va a cambiar. No pensé que tanto, pero deberá hacerlo y tenemos que estar de acuerdo en donde vamos a vivir.
El sonido del timbre me alerta y me dispongo a ir a atender.
-Buenas noches, precio- y el muy idiota se detiene cuando levanta su rostro-Señor.
-Buenas noches. ¿Cuánto te debo?
-Estemm- extiende el papel que acaba de guardar- Está es la cuenta.
No es que sea territorial, para nada, pero hago todo lo posible por obstaculizar la visión del interior mientras finjo buscar la billetera entre mis bolsillos.
-Sírvete, joven.- le doy un extra por la rapidez del pedido- El cambio es tuyo.
-Oh, gracias, señor- murmura sin dejar de intentar ver detrás de mi.
-Cesar, hola- Nella se acerca con una toalla en sus manos demasiado confianzuda para mi gusto- Gracias por venir tan pronto.
-Siempre es un gusto- le guiña un ojo y yo gruño.
¿Soy invisible o tiene ganas de que le partan la cara?
-Nena, pedí churrasco y ensalada mixta para los dos- interrumpo su intercambio de miradas, tratando de cerrar la puerta.
-Te dije que ya comí, Gastón.
-Gracias de nuevo- hablo para el idiota que solo nos mira- Que tengas buena jornada.
Sin más, cierro la puerta en sus narices y miro a Nella con el cabello mojado.
-Ve a secarte eso. Si no lo comes hoy, puedes hacerlo mañana. Hay que hablar.
-Pero que humor, caballero. ¿Qué hice?- cuestiona.
Posiblemente nada, solo sobreirle al idiota o llamarlo por su nombre, pero no voy a decirlo en voz alta. Es solo un repartidor y no me afecta, me repito mientras busco platos y cubiertos.
-Tu humor me pone de los pelos, Gastón- inquiere colocando fruta en la licuadora- Habla ya a ver si se te pasa.
Me deja un vaso enfrente y sa la vuelta para sentarse junto a mí, donde revuelvo la comida, porque por alguna razón, hasta el apetito desapareció.
-Nos tenemos que casar lo antes posible, Marianella- medio confieso de golpe.
-¿Qué tan pronto sería eso?- exclama viendo en mi dirección.
-Tan pronto como tengamos dos testigos y las partidas de nacimiento. Puedo pedirle a Mora que sea uno de ellos.
-No- declara con firmeza- Johaquin Mora, no. No me cae bien.
-Es un amigo y era un hijo más para mi padre- suspiro al reconocer lo principal- A demás es quien está al tanto de todo. Testamento, requisitos y todo eso.
-Si va a hacerse, él no estará presente, Gasron. Si no te gusta, puedes buscarte otra esposa, porque no lo quiero ahí.
Su postura es completamente a la defensiva y me hace cuestionarme que tanto ha pasado mientras estuve en Washington.
-¿Por qué?- inquiero buscando sus ojos celestes- ¿Qué pasó?
-No importa el porqué ni lo que pasó, simplemente no lo quiero ahí- humecta sus labios y sus manos se hacen un puño- Cada uno tiene su pasado y quedamos en que habría tiempo si queríamos decirlo y ahora no quiero. Lo aceptas o lo dejas.
-Está bien, pero sabes que tenemos que convivir por el tiempo que dure esto, Marianella.
-Lo sé- admite- Puedo suponer que vas a querer que sea en tu casa.
Una sonrisa se adueña de mis facciones. Debe de pensar que soy un materialista por el modo en que vivo, pero en realidad es la seguridad lo que me llevó a vivir en una fortaleza. La pelota está de mi lado y pienso aprovechar cada instancia que tenga para tenerla lo más cerca de mí que sea posible.
-En realidad pensé que tu casa sería mejor opción- declaro viendo como sus gestos mutan del asombro a la curiosidad- Verás. Todos saben dónde vives, pero nadie donde lo hago yo, lo que mantendría mi casa como un lugar seguro por si es necesario y tu casa me parece muy acogedora.
-Te estas burlando- declara firme- Esto no es chiste, Gaston.
-Hablo enserio. Mira- tomo sus manos y nos llevó hasta el sofá- Tu dirección está registrada en Security ¿o no?
-Si, por supuesto.
-La mía, no. De echo, el registro es que me quedo en hoteles en la ciudad y tengo gente de confianza manteniendo esa fachada lo más real posible.
-En verdad no confías en nadie. ¿Porque me llevaste a tu casa?
No estoy en condiciones de negar lo que dice. Tampoco de revelar absolutamente toda la verdad. No es todo tan simple como conocer la verdad detrás de las muertes de nuestros padres. Para mí hay más en ello, es más que solo recuperar los activos de mi familia, es más que llegar a su corazón, pero es pronto para decírselo directamente y lo que me permito hacer, es darle indicios.
-Porque contigo todo es diferente, Nella.