Marianella.
En la garita de entrada, un señor de unos cuarenta años me pide que le muestre mis documentos y mi rostro. Toma una fotografía y asciente apenas visible cuando su teléfono vibra.
-Pase directo al garaje número 12 con vehículo y todo- informa cuando ya me sacó hasta una radiografía.
-Gracias. Buenas noches.
Bajo la visera del casco y conduzco suavemente hasta que veo un 12 tallado en madera sobre el cesped. La casa de dos pisos está construida sobre lo que se supone que es un garaje, con ventanales amplios y cortinas oscuras que impiden ver hacia adentro.
- Este tipo si que está loco.
El sonido del portón me distrae de mis pensamientos e ingreso como se me indicó por una leve rampa y estaciono la moto a unos metros de dos autos. Uno es n***o estilo deportivo y el otro, sin miedo a equivocarme, está blindado y sin placas.
Me quito el casco y espero sentada. La verdad no se con que me voy a encontrar, pero mujer precavida, siempre vale por dos.
Una puerta se abre a la derecha y por ella sale Gastón con gesto serio.
-Pensé que no vendrías- menciona acercándose a mi.
-Pues- miro el reloj y veo que llegué diez minutos tarde- Me distraje un poco verificando que no me sigan y esas cosas.
-Bien. Pero pasa- me hace un ademán con la mano hacia la puerta que dejó abierta- no vamos a hablar aquí. Y buenas noches para ti también.
-Buenas noches- bajo la pata y me aseguro que mi preciosa no valla a caerse- Lo sigo.
Comienza a caminar a paso seguro y lo sigo hasta que llegamos a una cocina de espacio abierto con una gran isla que separa los ambientes. Del otro lado se observa una mesa comedor para cuatro personas y más allá un sillón en L frente a un gran televisor.
-Puedes dejar tu abrigo justo ahí- señala un perchero amurado a la pared a mi izquierda y veo unas escaleras hacia abajo y hacia arriba- Estaba por tomarme un café ¿Gustas?
-Se lo acepto aunque después no pueda dormir.- digo tranquila sentándome en un taburete.
-¿Trabajas mañana?- indaga tranquilo de espaldas a mi.
-Pasado tengo una asignación- murmuro detallando su ropa casual.
-Veremos.
Ninguno agrega palabras mientras maniobra entre estantes y tasas. Su espalda se ve más ancha con su remera casual y su pantalón deportivo. Sus brazos parecen dos masas de pura fibra muscular donde varias líneas negras oscurecen su piel. Sus pies descalzos se mueven con soltura de un lado al otro por el piso de cerámica clara.
-¿Azúcar o edulcorante?- pone un frasco y un azucarero frente a mi.
-No gracias. Así está bien para mi.
-Para mi también- coloca las tasas y regresa lo otro a su lugar anterior- Muy bien, Marianella. ¿Por donde quieres comenzar?
Saca un taburete de al lado mio y lo mueve para sentarse enfrente y estar cara a cara.
-Necesito saber como vamos a hacer esto de descubrir lo de nuestros padres- voy directo al punto para no perder el tiempo.
-Antes de llegar a eso, debes saber algo que aún no te he dicho- sus ojos marrones dan directo a los míos.
-Escucho.- lo apremio a continuar.
-No se si lo sabías, pero mi padre me puso un par de condiciones para poder quedar al mando de la empresa.
-Realmente ni siquiera conocía de tu existencia.- admito
-Valla que bello padre- niega con una risa incredula- Entonces voy por el principio.- suspira y asiento levemente- Mi padre tenía esa insistencia de que formara mi propia familia y toda esa chorretera de cosas que se le cruzan a los viejos ceniles, - mueve sus manos a los lados de la tasa- entonces, si no me caso, no puedo hacer y deshacer en la empresa.
Lo primero que pienso es ¿este espécimen no está casado? y luego
-Y yo lo debo de saber ¿Porque?- pregunto en voz alta.
-Porque tu serás mi esposa.
Analizo su rostro serio y busco algún rastro de broma en su cara. No habla enserio. Sonrío más de nervios que otra cosa y el también lo hace. En ese momento largo la carcajada porque por un momento me la creí.
-No estoy bromeando Marianella.- me calla con su voz seca y ronca.
-No habla enserio- me quejo parándome- No lo conozco. ¿Usted enloqueció o qué?
-No enloquecí ni nada que se le parezca. ¿Te parece que estoy para hacer bromas?- su rostro se vuelve de hierro y veo que está enojado, muy enojado- Esto es muy simple Marianella. O estas en esto o no lo estas.
-Pero no tiene nada que ver una cosa con la otra- trato de que entre en razón.- Podemos hacer todo lo demás sin esa locura que propones.
-No se puede- argumenta golpeando su frente- Ya le busqué todas las vueltas posibles, todos los malditos vacíos legales y la única forma en que pueda ser el dueño de Security LGL, es mi me caso.
-¿Y sino que?
-Sino se la queda el maldito de Lacoste- responde entre dientes- Y todo se va a la basura porque es todo lo que paseía mi padre.
-¿Porque Miguel Lacoste?- me siento incrédula de que lo haya elegido a él.- Podría haber dicho otro nombre. No se, tipo Omer Sander que tiene su edad o alguien más.
-Con Johaquin suponemos que lo eligió como otra forma de presionarme- lo miro cuando no entiendo de quien habla- El abogado. Él sabía que con ese nombre en medio no iba a dejarlo ir tan fácil.
-¿Porque conmigo?- le pregunto cuando el silencio es insoportable- ¿No tiene novia o alguien con quien salga? Yo que sé.
-Ya te dije que no confío en nadie. Solo en ti. O es contigo o todo se va al bote de basura.
Trato de respirar profundamente como Leonardo me enseñó. Aire adentro y puños apretados, suavemente afuera y suelto las manos con tranquilidad. Esto no está pasando. No puede estar pasando. ¿Qué salida tengo? Me caso o hasta aquí llegamos. Ya no estoy alterada, estoy enojada. ¿No piensa en mi o qué?
-¿No se le ocurrió que quizá tenga novio o esposo? Digo- lo señalo con la mano- ya que tiene todo tan bien pensado, ¿no pensó en ello?
-Primero que nada, deja de tratarme como a un viejo.- me señala con ese maldito dedo índice- No soy mi padre
-Claro que no es su padre- refuto- Su padre no estaba tan loco.
-Seguramente lo estaba más que yo solo por poner ese nombre en un maldito testamento- contraataca.
-Ni se atreva- entrecierro los ojos porque me enoja que hable así del señor Leonardo.- ¿Y a mi novio que le hago? ¿Lo mando a China de paseo o que propone?
-No tienes novio, Marianella- afirma con media sonrisa y abro mi boca sorprendida- Ya te investigué y no tienes nada de eso.
-¿Disculpa?- hablo completamente indignada- ¿Usted me qué?
-Te disculpo, si.- cruza sus brazos y endereza su postrura- ¿Creíste que te iba a decir todo eso y esto?- gira la mano sobre la mesada- ¿sin investigarte primero?
No puedo creer su osadía. Y así tranquilamente lo admite, como si estuviera hablando del clima. ¿Quién se cree que es? ¿Qué tanto sabe? Porque yo no se nada de él, más que es el hijo de mi jefe y porque él lo dijo.
-Yo no se nada de usted.
-Me vas a sacar canas verdes con el Usted todo el tiempo, mujer- se golpea la frente con la mano abierta- Por ahora no necesitas saber mucho más. Lo iras descubriendo si aceptas, obvio está.
-No creo que sea muy justo, para ser honesta. Y también puedo investigar sobre usted- lo reto al sentirme en clara desventaja.
-Pues, suerte con ello en el FBI- guiña un ojo- Ya tienes la primera pista. Ahora ¿Qué dices? ¿Estas dentro o fuera?
Tengo que pensar muy bien en la locura que me puedo meter. Nunca me imaginé casada porque sé que es un riesgo donde estamos metidos. Nadie nos asegura llegar a casa sanos y salvos y no querría que nadie sufriera mi ausencia como yo sufrí la de mis padres.
-Es una locura- susurro tirando de mi cabello con las dos manos- Nadie va a creer que de la nada, empezamos a salir y toda la historia.
-Eso también está pensado, Marianella. ¿Olvidas que te dije que te conozco?
Levanto los ojos para verlo. Una mirada tranquila es lo que me devuelve, como si en verdad me conociera de antes y niego. Niego varias veces porque es en verdad un delirio.
-No me conoce- refuto y al instante siento su mano en mi antebrazo.
-Si te conozco y Miguel sabe que es así- rebate.
-¿Miguel? ¿Qué tiene que ver en esto?
-Mucho, pero antes tienes que decirme si estás dentro o fuera- dice con dulzura.