11 Cansiller

1539 Words
Marianella. Tal y como imaginé al leer el informe, ambos jóvenes son centrados en sus actividades y se impulsan para ser los mejores. Alguien alguna vez me dijo que todo se logra si uno es disciplinado y se esfuerza por lograr sus cometidos. En ese entonces, creí que solo era un entrometido que no tenía en que perder su tiempo. Algunos años después, varios gimnasios y dietas de por medio, le dieron la confirmación a sus palabras y es por ello que levanté ma temprano, me hice un batido con banano, huevo y leche de soja para rendir en los kilómetros que vamos recorriendo. Marlo corre admirando el verde del parque al que los trajimos y escuchando atento los sonidos de la naturaleza a unos pasos por delante de mi. Mila en cambio, va concentrada en sus auriculares, extendiendo cada pierna y afirmando todo su pie cuando este le sirve de apoyo. Su técnica de baile es notoria cuando parece volar sobre el concreto y su rostro está limpio de transpiración. Gastón encabeza la fila, apartado de mi unos veinte metros, enfundado en un conjunto deportivo completo y gris, donde se marcan cada uno de sus músculos y parece medir la velocidad en que avanza. Por supuesto que yo voy en la retaguardia, hidratandome en el camino, usando mis manos como impulso y recordando las técnicas de respiración que me enseñó Leonardo, con una calza cómoda de tiro alto donde camufla mi arma, una campera un poco holgada y calzado cómodo. Se que ella dijo que corrían veinte kilómetros, pero según mi cronómetro, ya estamos cerca de ellos y aun no tomamos el desvío para regresar. Hubiera dicho veinte de ida y veinte de vuelta, pienso para mí y justo en ese instante, Gaston rota su cuerpo para hablarle, ella asiente y él toma el camino de regreso girando alrededor de una fuente. Al pasar frente a mi, me guiña un ojo desapercibidamente y espero que mi sonrojo se camufle con la actividad física, porque siento el calor subir por mi cuerpo. No hacía tanto calor hace un minuto atrás ¿o si? Debo de estar loca y, o, necesitada, me reprendo. Hago una nota mental para buscar compañía cuando termine esto, al menos durante una noche, porque a este paso, voy a parecer una loca hormonada cuando repita eso enfrente de alguien más. Se en que me metí al acceder a casarme con él para que obtenga el control de Security LGL Lucks, pero eso no impide que lo vea, que sienta. No soy ciega, por supuesto que no. Sabe que tiene un buen cuerpo, grande y trabajado aunque sin exagerar demasiado. Si no flexiona sus brazos, no se nota que es musculoso. ¿Cómo decirlo sin parecer depravada? Es como si trabajara su físico para mantenerse saludable y solo aparentar ser un hombre grande y de espalda ancha. Lo vi anoche de espaldas mientras se dirigía a su cama y no se veía como ahora. Bueno. Eso sonó a la confesión de una depravada. Es la verdad. La habitación es amplia y correctamente dispuesta para dos personas, aunque se suponía que no sería así. Repaso la disposición en mi mente y kiro mi cronómetro para darme cuenta que ya llevamos treinta de los cuarenta kilómetros recorridos. Dos habitaciones separadas por un pequeño estar con cafetera incluida, una mesa con un teléfono y un sofá de tres cuerpos junto a mi pared. Hay un solo baño y por caballerosidad, me dejó la habitación que lo contiene. No me negué para nada cuando lo sugirió y sonrió abiertamente con mi actitud. Creo que lo que me martirizado de todo esto, es saber que el tiempo comienza a avanzar, que los días para comenzar con todo se van acercando y no hemos hablado sobre nada de ello. Se tiene un chip incorporado cuando se obtiene una asignación de custodia, donde todo deja de tener importancia para centrarse solamente en esto y tener tu mente al cien por ciento preparada. No sabía que él podría tenerla y me sorprende de buena manera. Al llegar a su auto, le abrimos a los chicos para que suban, siempre observando el ambiente. Puede que no tengan enemigos, pero jamás hay que descuidarse de absolutamente nada. Ingresamos al territorio de la embajada a las diez y el cansiller nos espera junto a su camioneta. Les abrimos a Mila y Marlo y ellos saludan a su padre afectuosamente. -Papa- lo abrazan sin importarle a ninguno de que evidentemente venimos de hacer ejercicio. -Haere ki te kaukau ki te parakuihi e tama ma- les avisa el cansiller. -Vallan a bañarse y desayunen- murmura Gastón para mi. -¿Cómo dices?- le susurro de vuelta. -Lo que le dijo a sus hijos- cuchichea y luego normaliza la voz para saludarlo- Buenos días, señor cansiller. -Buenos días para ustedes, también- estrechan las manos y posa su mirada en mí- Puede asearse tranquila Tenemos un almuerzo programado dentro de un rato y me gustaría hablar con Lucks un momento. -Como guste- accedo siguiendo los pasos de sus hijos, directo a aprovechar el tiempo a solas en la habitación. Me baño a cuerpo completo rememorando como sus ojos explotaron mi cuerpo completo. Menos mal que no está presente su esposa, porque su mirada lasiva, no pasó desapercibida para mí. Siempre me causa repulsión cuando me observan de ese modo escrupuloso. Admito que Gastón genera otra sensación, haciéndome completamente consiente de mi físico sin incitar desagrado. Me brinda seguridad y se que estoy mal en permitirlo, ya que esto es un juego que se nos puede poner en contra en un santiamén. Prácticamente chocó con su cuerpo apoyado en la cómoda de mi dormitorio, ya sin su campera dejando a la vista una remera verde militar y sus brazos expuestos. Su mirada es retadora y con un deje de enfado en ella mientras analiza mi vestimenta a cuerpo completo. La piel se me eriza cuando coloca sus pupilas en mi cargo n***o, las sube hasta mi camisa por dentro de este y levanta sus cejas cuando llega justo a mi busto. -Maldita mierda- se queja en voz casi inaudible- Le dije que estas comprometida- advierte haciendo contacto visual. -¿Porque le dirías eso?- demando. -Porque avisó que es divorciado- enumera frente a mi cara con una mano en alto- Que le pareciste hermosa y que te quería conocer más. No se que me sorprende más. La actitud de Gastón, la del cansiller o mis ganas de pegarle una patada entre las piernas a los dos. Al primero por hablar por mí cuando le he pedido que deje de querer salvarme y al segundo, por no darse cuenta de que soy solo una empleada que vive a miles de kilómetros suyo y no soy una puta. Toma su ropa en sus manos y se dirige al baño, no sin antes, pasmarme cuando deja un suave beso en mi mejilla. No lo espero porque va a ser para pelear y porque muero de hambre. Bajo dispuesta a hacerme otro licuado y observo que los jóvenes ya están en pleno desayuno. Vierto fruta en la licuadora mientras una empleada me ofrece una tasa de café que acepto con gusto. Unos instantes después, las empleadas se dispersan de sus actividades y giro rápidamente para encontrarme al caniller en la puerta. -Señor cansiller- asiento por educación, porque si no estuviera trabajando, lo recibiría con mi puño en su rostro. -Señorita Gerard- me devuelve el asentimiento a la vez que se acerca. Tomo una postura defensiva mientras lo analizo disimuladamente. Cabello rubio, ojos verdes aguamarina, altura de 1, 80 metros aproximados, cuerpo regular y sonrisa seductora en unos labios finos y largos. -¿En que puedo servirle, señor? -Laboralmente y por el momento, en nada. Personalmente, tengo una pregunta para usted. -Lo escucho- digo sabiendo de antemano, el rumbo que va a tomar su conversión. -Me gustaría saber más sobre usted. No sé. Si tiene familia, hijos, esposo o algo así. No creo su defallatez. Honestamente me impacta que sea tan directo si Gastón ya le resumió algo y le dijo que estaba comprometida y aún así, insiste. -Mi vida privada no es de su incumbencia, señor cansiller- justifico directamente- En todo caso, el señor Lucks ya le aclaró sus dudas ¿o me equivoco? Sus cejas güeras se elevan ante mi respuesta. -No creí que fuera del todo sincero, señorita- argumenta tranquiñamente- Un hombre puede ser muy territorial cuando se lo propone y quería que lo dijera usted misma. -Le confirmo que soy una mujer comprometida- me acerco unos pasos y lo observo fijamente- Y para aclarar, no soy una perra a la que deban marcarle territorio. Se darme mi lugar, señor cansiller. ¿Algo más y que tenga que ver con lo laboral, para ser más específica? Queda mudo ante mi firmeza. No es algo que permita. Leonardo siempre estuvo de acuerdo en que no me dejara doblegar por ser mujer, que jamás quedara callada con las insinuaciones de los clientes y que solo yo puedo permitir que algo así suceda. -Con permiso- Gastón ingresa y el caniller carraspea incómodo. -Nada más, señorita.- se levanta sin hacer contacto visual y se retira- Buen provecho.
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