27 Una pista.

1517 Words
Gastón Nos movemos por el tráfico con normalidad para ir a la oficina en mi auto deportivo. El sol brilla radiante, resaltando sus mechones oscuros como la noche. Nella va concentrada en sus asignaciones mediante los correos electrónicos y yo perdido en el perfil de sus labios delicados cuando una bocina me altera por completo. Un camión de carga nos choca de frente, haciendo que mi auto se deslice por el borde de la carretera y comienza a rodar. El corazón toma un ritmo errático en mi caja torácica, indicando un desenlace inminente. El deportivo se detiene luego de tres vueltas completas, rebotando en cada piedra a los lados del camino, crujir cada centímetro de metal y vidrio. El calor debajo de mis pies me advierte que el tanque está goteando gasolina y el fuego lo hará volar en pedazos. Al verla a ella, todo lo que puedo hacer es gritar una y otra vez. Todo su rostro está cubierto por su cabello enmarañado de sangre y no escucho ni mi propia voz. Salgo de mi lugar y rodeo el vehículo para abrir su puerta cuando las llamas lo rodean todo y tengo que apartarme. Lloro enmudecido cuando el boom de la explosión me expulsa a cinco metros de distancia. Me siento de golpe en la cama con una mano en el corazón y giro para verla dormir a mi lado y respirar con tranquilidad. -Fue una pesadilla- me susurro- Solo una maldita pesadilla. No pensé en confesar nada hasta que casi perdemos la vida. Ya supe lo que era perder en el pasado y tuve un buen motivo para salir adelante. Ahora tengo dos buenos motivos y dos talones de Aquiles, porque como esas personas salgan lastimadas, el mundo va a arder como el infierno y no tendrán lugar donde esconderse de mi. Dispuesto a dejarla dormir, me higienizo y bajo a preparar café. Son las nueve de la mañana y se que no lograré dormir un minuto más aunque me fuerce a hacerlo. Pongo pan en la tostadora, saco mermeladas y frutas de la heladera y acomodo todo en la mesada. -¿No puedes dormir?- su voz me sobresalta. -Mierda, nena. Me asustaste. -Lo siento- murmura ruborizada- No podía estar más tiempo en la cama y el olor de eso me llamó como abejas a la miel. Miro hacia donde señala y niego tendiendo una tasa con café. -No pasa nada. Solo estaba distraído. Déjame que voy por un teléfono y te acompaño a desayunar. -Aquí te espero, entonces.- decreta sentándose en el mismo lugar que la primera vez. Bajo las escaleras, dígito la clave e ingreso a mi guardo de control. Tomo un celular, mi libreta de contactos y regreso por donde vine marcando el número de otro de mis colegas. -¿Gastón?- cuestiona la voz al otro lado del auricular cuando descuelga- ¿Eres tu? -Soy yo, Turner.- confirmo mirando unos inquisidores ojos celestes. -Creí que jamás escucharía tu voz de nuevo. Yo- intenta tapar el auricular para murmurar un 'mierda, esto es bueno' que logramos escuchar con claridad- Tienes que decirme que pasó, Lucks. -¿Qué es lo que sabes, Celia?- ingado sentándome con mi esposa y bebiendo un sorbo de la tasa que preparó para mi. -Lo último que supimos es que te casaste con una tal Marianella y que tuvieron un accidente con ella y Roger Capri. ¿Te casaste en verdad? Desde mi perspectiva, sabe demasiados echos. -Importa más de boca de quien salió esa información Celia. ¿Quién te lo dijo? -¿Estas diciendo que sí te casaste?- insiste. -Si lo hice y también tuvimos un accidente, pero necesito saber quien te dijo toda esa información porque dudo que Roger lo halla echo. -Ese idiota no me diría nada aunque rogara y lo sabes Lucks. Lo hizo nuestro jefe, André Emerson- hace una breve pausa que aprovecho para pensar en que esto no es casualidad- ¿Ella está bien? -Si- confirmo mirando mis manos- El único perjudicado fue Roger y no se ni como responder por su familia, Celia. Las manos de mi esposa me hacen sentir su presencia. -Ninguno sabía que algo así podía pasar, Gastón- murmura con suavidad- Roger era un excelente conductor y m*****o del FBI y siento mucho tu perdida. Sé que era un hermano para ti. -Lo sé, aunque no lograban llevarse bien. -¿FBI?- deletrea mi esposa con los labios y sus ojos siendo casi expulsadas de sus órbitas. -Supongo que demasiada tensión contenida y todo eso- continúa mi ex colega- Pero una cosa no quita la otra. Con el jefe es diferente y ambos sabemos eso. -¿Lo siguió investigando?- inquiero al recordar que Roger no paraba de decir que había ascendido demasiado rápido- Porque si lo hizo, tenemos muchas respuestas ahí. -Lo hizo, Gastón. Lo siguió siempre que oído e intentó advertirme que Andre estaba en negocios sucios y que por eso no hemos podido desmantelar el cárter de Ciudad Juarez. -¿Qué cárter de ciudad Juarez?- interviene Marianella en voz alta- ¿Tu jefe tiene algo que ver con ese cárter? -¿Esa es tu esposa, Lucks? No dijiste que estaba escuchando. -Primero que nada, es mi ex jefe- le indico a Nella- Y luego, si Celia. Ella es mi esposa. Marianella es la hija del matrimonio que murió indagando sobre la muerte de los testigos protegidos. -¡Me tienes que estar cargando, Lucks! ¡¿Te casaste con la hija de Salma y Gael Gerard?!- grita- ¿Estas loco o que mierda te pasa, hombre? -Te calmas- ordeno entre dientes- Y es una orden Turner. No te olvides que sigo siendo tu superior y hablas de mi vida privada ¿Estamos claros? -Disculpe señor. No volverá a suceder. ¿Qué desea que haga? Por supuesto, no paso por desapercibido la ironía en su tono de voz. Puede que esté parcialmente retirado de mi trabajo como agente del FBI, pero es por un bien mayor. -Quiero que ingreses a la propiedad de Roger y extraigas toda la información que recolectó sobre Emerson. También quiero que la lleves a la casa de seguridad que sabes y la dejes allí, Turner. -Así se hará ¿Algo más? -Sigue haciendo lo que él. Trata, no se- me paso las manos por la frente irritado de tanta mierda. -¿Puedes tratar de averiguar como supo de la boda y del accidente, Celia?- Nella se acerca al celular tranquilamente- Quizá así sepamos quien le pasa la información, porque solo dos personas sabían de esto y en menos de veinticuatro horas, son más de cuatro. -Puedo hacerlo, señora.- accede- ¿Alguna otra petición? -Que te cuides, por favor.- suplico- No podemos dejar que más personas salgan heridas en esto. -Lo haré. Se como moverme sin levantar sospechas. Te hablo cuando tenga el material. Te sugiero que se mantengan ocultos hasta que sepamos que oculta. -Lo haremos, Celia. Gracias. Cuelgo la llamada para enfrentarme a las preguntas que no esperaba responder tan pronto. -¿Trabajabas en el FBI, Gastón? -Si. Te lo dije cuando pretendiste buscar información sobre mí- le recuerdo. -Creí que lo habías dicho por decir. O sea ¿lo dejaste? Humecto mis labios y termino el contenido de mi tasa. El sabor amargo del café se me hace denso al caer en el fondo del estómago. Quizá mi momento de guardar secretos, haya llegado a su fin. -Papá me llamó un día para averiguar sobre la muerte de tus padres, Nella- tomó una respiración profunda y la guio al sillón para hablar en calma- Él quería saber a quienes protegían y a quienes habían delatado. -¿Qué descubriste? -Un expediente sellado para los altos cargos- le informo con desazón- Lo único que había era un archivo con la localización de la casa de seguridad del matrimonio Perez, el apellido Gerard como agentes asignados a su protección y un gran vacío. -O sea que no encontraste a que cárter desataron ¿verdad? -No- confirmo- Todo lo que sabemos es que tus padres tenían las respuestas porque ellos los llebaban a la corte y Gimenez como apellido para poder seguir investigando en Juarez. -¿Quién es Gimenez? -Yo estimo que es el apellido de los dueños del cárter, pero al ser un apellido mexicano tan común, es complicado dar con ellos. -Eso es lo que investigaba Leonardo- susurra poniéndose de pie- Él investigaba sobre los carteles mexicanos y tu eras su enlace en las oficinas del estado.- me apunta- Por ese motivo estaba tan seguro de encontrar a los culpables y quizá yo lo puse en esa situación, Gastón. Lo mataron por mi culpa. -No digas eso, nena- avanzo para tomar sus manos- No tuviste nada que ver con la mierte de mi padre. Se suelta de golpe y retrocede negando, evitando mi mirada, lo que me hace saber que se siente demasiado responsable de lo que pasó. Es por este motivo que no quería decirle todo, porque sabía que podía relacionar los echos, aunque en mi mente, son dos cosas aisladas.
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