Abby se encontraba mirando a través de la ventana de su habitación. Sus ojos estaban rodeados de lágrimas, acababa de llegar del entierro de su padre y le costaba contener su tristeza.
Todo había sido de forma tan repentina, que aún no asimilaba que la persona a la que más respeto y admiración le profesaba ya no existía en este mundo.
Se había ido para siempre.
No solo eso, sino que cargaba con la responsabilidad de manejar la empresa que su padre había dejado atrás. Ya no le era posible continuar siendo la chica despreocupada que sólo tenia que ver por lo que vestiría al día siguiente.
O eso pensaba hasta que el hermano de su padre se presentó en su casa con un montón de papeles en donde se acreditaban todas las deudas de su padre.
La empresa de la que debía hacerse cargo, pronto caería en manos de otros.
Abby no quería creer que fuera cierto, ya que su padre era un hombre de negocios muy famoso y los tratos que hacia eran multimillonarios. Todo los negocios que este realizaba eran de forma muy organizada y cuidadosa. Sin embargo, no creía que su tío fuera capaz de mentirle de esa forma, sabiendo lo destrozada que se encontraba.
Intentado buscar respuesta en las palabras de su tío, volvió a rememorar la escena.
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— ¿Tío? — Abby miró al hombre de expresión seria que iba ingresando en la sala de estar. — Pensé que ya te habías marchado.
— Hay cosas que aún no hemos hablado, pequeña. Andrew nos ha dejado de esta manera, y aunque no quiero ser el que tenga que darte esta noticia, es necesario actuar pronto o sino las consecuencias se volverán peores. — Calvin, el tío de Abby tomó asiento frente a la chica de aspecto frágil y pálido, mientras le brindaba una mirada preocupada.
Sus ojos oscuros analizaron el estado de su sobrina, temiendo que la noticia que tenia que decirle la afectará aún más.
— No entiendo, tío. ¿A qué te refieres? — Abby miró la expresión poco alentadora del hombre e hizo una mueca. — ¿Pasó algo con la empresa?
Abby analizando que lo único que podría preocupar de esa forma a su tío eran los negocios que tenia con su padre, dio en el clavo sin saberlo. Calvin, alzó las cejas a modo de confirmación.
— Nunca pensé que Andrew siendo tan capaz, se metería en tantos problemas. Luego de su muerte, no han parado de llegar notificaciones de deudas. Las acciones de la empresa se han desplomado de forma aterradora, si tardamos un poco más en saldar las cuentas, es posible que todo por lo que tu padre trabajo se pierda... — explicó el hombre sacando un fajo de documentos. — Ya he confirmado la veracidad de todo, y es necesario que como heredera firmes estos papeles, antes de que los accionistas se reúnan y designen a alguien nuevo.
Abby asustada por lo que acaba de escuchar, apretó sus manos sobre sus piernas y no fue capaz de sostenerle la mirada a su tío. Todo esto era demasiado para ella. Ni siquiera la estaban dejando gestionar su pérdida.
— ¿Por qué no me llegaron a mi? — preguntó la chica después de un rato en silencio. No quería sospechar de su tío, sin embargo, se encontraba en un estado vulnerable y sabia que todos los accionistas estarían buscando un pretexto para arrebatarle lo que le pertenecía por derecho. — Mi padre nunca habló sobre deudas, el me contaba todo porque esperaba que yo lo sucediera una vez que él se retirara, ¿por qué la empresa está en ese estado?
— Esta así porque tu padre murió. — respondió Calvin, pasándose la mano por los bigotes. — Los mismos accionistas son lo que están impidiendo que estas informaciones te lleguen. Sino fuera por mi, hace tiempo que esa empresa habría caído en manos de esos cuervos
— Solo han pasado dos días…— dijo Abby perdiendo el aliento.
El cuerpo de su padre apenas había sido sepultado, ¿Cómo podían actuar sin escrúpulos? La chica se mordió la parte interior de la mejilla tratando de contrarrestar la cantidad de emociones que estaba sintiendo.
Los ojos de la chica se volvieron a humedecer, el borde de estos se encontraba pintado en sangre.
Calvin el tío de la chica endureció su corazón y continuó hablándole con la cruda verdad. Era lo mejor que podía hacer por su sobrina.
— En el mundo de los negocios Abby, sino tienes poder no eres nadie. Aunque tu padre era alguien talentoso y respetado por todos, cuando tus intereses están de por medio se te olvida quien te ayudo a llegar a ese nivel. — Calvin se levantó del mueble, sabiendo que no serviría continuar hablando de esto. — Trataré de detenerlos, pero necesito que tomes una decisión si quieres continuar siendo la cabeza de esta familia.
El tío de Abby se fue tras dejarle esa palabras.
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La chica volvió al presente y sintió como su corazón se tensaba. Estaba parada en una situación difícil, una donde debía ser fuerte, sin embargo carecía de esa fortaleza.
Esta presionó el dedo índice contra su frente. No sabia que debía hacer a continuación. No había nadie a quien llamar, no tenia ningún apoyo. Aparte de ella, sólo quedaba su prima y no valía la pena hablar con esta, ya que el padre de su prima ya había venido.
Las lágrimas empezaron a caer por su rostro, no podía entender como su padre había muerto de forma tan repentina cuando era un hombre tan fuerte. ¿Cómo podría vivir con este dolor?
¿Qué haría?
No aceptaba esta situación, no sería capaz de hacerse cargo de todo lo que su padre había dejado atrás. No sería capaz, no cuando no podía siquiera soportar el dolor que su pérdida significaba.
Sería imposible para alguien que había sido mimada hasta el punto de casi echarse a perder.
— Debes pensar en algo Abby… tienes que encontrar una forma de solucionar todo…— la chica hablo consigo misma y envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo, mientras su mirada se iba perdiendo y desenfocando.
Como si fuera un milagro, una de las chicas que trabajaban en la casa tocó la puerta de la habitación.
— ¡Adelante! — Abby no le importo arreglar su apariencia. Se dio la vuelta y observó a la chica menuda que había subido a buscarla.
— Señorita McCarthy, alguien ha venido a visitarla. — habló la chica desviando la mirada, ya que no quería que su jefa percibiera la pena con la que la había mirado.
— No aceptaré ninguna visita, le puedes decir que se marche. — la chica de ojos marrones, le hizo una seña a la sirvienta para que se retirara.
Abby no tenia el mejor ánimo para recibir a nadie.
La sirvienta dudo un momento, pero entendiendo que está visita mejoraría el estado de su jefa volvió a hablar.
— Es el señor Winchester, Alec Winchester esta esperando por usted en la sala. — la chica sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Siempre se hacia lo que la señorita deseaba por lo que el haber insistido la hacia sentir extraña.
Pero al ver la reacción de la mujer sabia que había hecho lo correcto.
El rostro de Abby se iluminó. Todas sus emociones oscurecidas fueron alumbradas por un rayo de sol.
Con todo este desastre no había pensado ni un segundo en su novio. Se había encerrado tan fuerte en su dolor que habia pasado por alto que aún existían personas que se preocupaban por ella.
Su novio era el principal, además el podía encontrar una forma de ayudarla. El podría buscar una manera más asertiva de enfrentar el problema por el que estaba pasando su empresa.
La chica se limpió el rostro y bajó corriendo al encuentro de Alec, su novio.
— Abby… — Esta se lanzó sobre el hombre y fue envuelta por los brazos de este, logrando brindarle una calidez inexplicable. — Siento llegar tan tarde. Acabo de llegar de un viaje de negocios. Me acabo de enterar lo que sucedió, ¿estás bien?
— Necesito tu ayuda. — Pidió Abby posando su mirada cristalizada sobre los ojos de su novio. — Te necesito…
— ¿Cómo te ayudo? — pregunto el hombre mirando a la chica decaída que lo miraba como su salvación.
Los ojos negros del hombre detallaron el rostro demacrado de la chica, mientras su mano acariciaba la mejilla de la misma. Por la mente de Alec pasaban un sin números de ideas, sin embargo, aún no era tiempo.