No lo pudo evitar, además de la sorpresa que se llevó, a Peyton le cayó mal ver esa escena. Tal es así que retrocedió unos pasos hacia atrás en reacción. No parpadeó, miró con atención el beso que la mujer le dio y que Orestes no rechazó, no de inmediato, lo que debió haber hecho si hubiera valorado su presencia.
Ya ni sabía qué sentía, lo cierto es que supo mantener la serenidad que le caracteriza, no es mujer de dar espectáculos, menos por un hombre, muchísimo menos por Orestes, quien la había señalado y acusado varias veces ese mismo día. Debía estar odiándolo, claro que lo odiaba, pero en ese momento era porque la irrespetó, la estaba haciendo actuar el papel más estúpido de su vida.
Cuando fue consciente de que los miraba, desvió sus ojos a otro lugar y se permitió tragar grueso
