Aiden parpadeó y se volvió hacia su hijo, sonriendo con ternura, sacudió la cabeza. —Claro, cariño. Aquí tienes —dijo, alcanzándole un vaso de agua fresca. Leo tomó el vaso y bebió con avidez. Luego, miró a su madre con una sonrisa en los labios. —Liam me enseñó a reparar la valla. Me dijo que estamos haciendo un gran trabajo en la finca —expresó con entusiasmo. Aiden acarició el cabello de su hijo, tratando de ocultar sus propios sentimientos. —Eso es maravilloso, Leo. Estoy muy orgullosa de ti —respondió, con su voz llena de amor. Leo asintió y salió corriendo hacia su habitación fue a buscar a Fiore quién también había dio a la alcoba, dejando a Aiden sola en la cocina. Tomó una profunda respiración y se volvió a mirar por la ventana. Liam estaba terminando de mojarse y se sacudía