Aiden les dijo a los niños que en la cocina les había dejado el desayuno, asegurándose de que estarían bien mientras ella y Liam salían al campo. —Quédense aquí, coman algo y no se preocupen. Liam y yo volvemos pronto —les avisó, ofreciendo una sonrisa tranquilizadora. Una vez fuera, caminaron en silencio hacia el campo, el ambiente era pesado con la tensión de lo no dicho. Aiden se detuvo en un punto donde podían ver la extensión de la finca, y se volvió hacia Liam, la expresión de su rostro era dura y decidida. —Liam, tenemos que hablar seriamente sobre lo que pasó anoche. Liam asintió, por unos segundos bajó la mirada avergonzado. —Sé que lo arruiné, Aiden. Sé que mis problemas con el alcohol nos han traído hasta este punto —admitió, su voz se quebró. Aiden lo miró, en sus ojos