Liam palideció por completo, sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Se arrodilló junto a Fiore, con sus ojos llenos de lágrimas. —¡No, por favor! ¡No se la lleven! —suplicó, su voz se quebró—. Ella es todo lo que tengo. Sé que he cometido errores, pero haré lo que sea necesario para arreglarlo. Aiden parpadeó, su corazón se estremeció al ver el sufrimiento de padre e hija. Fiore lloraba desconsoladamente, aferrándose a su padre y a Aiden. —¡Papá, no quiero irme! ¡No me dejes! —gritaba entre sollozos—. ¡Quiero quedarme aquí! Leo, al escuchar los gritos, bajó corriendo las escaleras y se colocó junto a Fiore, mirándola con preocupación y determinación. —¡No pueden llevársela! —exclamó Leo, mirando a los oficiales con valentía—. ¡Ella necesita estar aquí con nosotros! —No me