El sol apenas comenzaba a asomarse cuando Aiden se levantó de la cama. A pesar de que el cansancio de la noche anterior seguía pesando sobre ella, estaba decidida a comenzar el día temprano. Se vistió y salió de su habitación con la intención de preparar el desayuno y adelantar algunas tareas. Al bajar las escaleras, se detuvo al ver a Liam en la sala, limpiando con esmero. Estaba concentrado en su labor, arreglando el desorden del comedor y la sala, y no parecía notar su presencia. Aiden lo observó por un momento, sorprendida por su diligencia, pero su expresión no mostró emoción alguna. Finalmente, se decidió a hablar. —¡Liam! Él levantó la cabeza y la miró, sorprendido. Una mezcla de anticipación y desconcierto cruzó su rostro. —Aiden —respondió, dejando lo que estaba haciendo—. ¿Es