Liam sintió como si cada palabra de Aiden fuera una daga clavándose en su corazón. Su rostro se contrajo de dolor, y sus ojos mostraron un torrente de desesperación y arrepentimiento. Sabía que había cometido errores, pero escuchar esas palabras de Aiden, alguien que una vez significó tanto para él, fue devastador. —Aiden, por favor... —murmuró, su voz fue trémula, tratando de acercarse una vez más. —¡No quiero escucharte! —gritó ella. Pero las palabras de Aiden resonaron en su mente, y la determinación en su mirada lo detuvo en seco. Sentía el peso de sus acciones sobre sus hombros, como si cargara sacos de cemento a cuestas, dándose cuenta de que, efectivamente, había destruido algo precioso. Se llevó una mano al pecho, como si el dolor físico pudiera aliviar el emocional, pero no po