La noche después de la entrevista con Ramiro casi no puedo dormir. Se que ya no está en mis manos, pero no puedo dejar de pensar en la disyuntiva que se abre ante mí, si no le gusta mi perfil al jeque me queda muy poco tiempo ya para encontrar un trabajo, seguramente tenga que volverme a vivir con mis padres al pequeño pueblo en el que me crié. Tendría que contar a mis padres que había perdido el trabajo y los envidiosos de sus vecinos se jactarían de que esa chica rara nunca valió para nada y que seguramente la becaron por error. Esa perspectiva me aterra. Pero, por otro lado, también me preocupa la idea de conocer al jeque. La visita a Palmira solo es una solución si consigo estar el bastante tiempo, y para eso tengo que complacer al jeque. Me preocupa que aún teniendo esa oportunidad,