Después de pasar una noche completa haciendo el amor, Leo miraba a Florence dormir plácidamente, se preguntaba en qué momento dejó de verla como un objeto, para admirarla como una posesión valiosa. Delicadamente, acariciaba su espalda descubierta como si temiera que fuera romperse. Reflexionaba sobre el giro que habían dado los acontecimientos, se sentía desconcertado, sin embargo, el arrepentimiento no era una opción. Se levantó de la cama con cuidado de no despertarla, tomó su bata de noche del perchero y se fue a su despacho. Ay y después del servirse una copa de brandy los recuerdos del pasado golpearon su mente. Habían pasado 5 años de la noche que marcó para siempre su vida, la que lo convirtió en el hombre frío y calculador qué es hoy en día —¡Cuánto tiempo ha pasado y no he pod