— ¡Nooo! ¿Cómo que de viaje? — Entro en pánico. — Por favor no se asuste, quiero llevarla a conocer Sicilia — Me cuesta creer lo que escucho. De inmediato, baja del vehículo y es saludado por el piloto que lo esperaba al pie de la escalera, por mi parte, las piernas no me responden, las siento como gelatina, así como el pulso se me descontrola al verlo acercarse a mi puerta. — ¡Todo esta listo! — Me extiende la mano invitándome a salir. En ese momento, suena mi celular, nerviosa ignoro sus repiques, bajándome del auto — ¡Conteste! Por favor — Me pide con una sonrisa, que lejos de darme tranquilidad, me produce terror. Afortunadamente, antes que pudiera contestar deja de sonar. — ¿Por qué no contestó? — Inquiere malicioso. — No lo creí apropiado — respondo.