Su oscura mirada me produce escalofríos, es intensa llena de malicia, definitivamente es un hombre de temer — ¿Qué es lo que quiere? — pregunto entre dientes. Toscamente me suelta, arrojando mi rostro hacia un lado, dejándome adolorida.
— ¡Muy sencillo señorita! Usted tiene habilidades especiales y yo las necesito, digamos que requiero un intercambio comercial — Su tono es prepotente.
— ¡Sea más claro por favor! Deje los rodeos — Replico altiva. Pese a lo desventajoso de mi posición, saco a relucir mi carácter. Toda la vida he renegado de este “talento” con el que nací, porque lo único que me ha traído es problemas, dolores y arrepentimientos.
— ¡Vaya! Es una señorita bastante impaciente. Muy bien, le diré sin demoras innecesarias, ¡Este es su objetivo! — coloca frente a mí, sobre el escritorio una fotografía al reverso.
Al voltearla quedo pasmada — ¡Tiene que ser una broma! —pienso.
Es una foto reciente de Samuel Johnson, el CEO de la compañía rival, un hombre ampliamente conocido en la industria, además de un empresario muy famoso. Por otro lado, es bastante guapo, sus ojos son azules como el cielo, se ven algo tristes, pero combinan muy bien con ese rostro enmarcado por una espesa barba rojiza que lo hace ver misterioso.
— ¿Qué se supone que haga? — Pregunto extrañada. El señor me mira con expresión de fastidio.
— ¡Señorita! Estoy empezando a creer que es mentira toda la inteligencia que dice el informe que tiene — Involuntariamente tuerzo los ojos — Pensé que estaba muy claro, ¡Quiero destruir a Magnus Technology! Comenzando con su CEO — Su expresión es de odio puro.
— ¿Y cuál sería mi papel en todo eso? — A medida que observo la imagen, me convenzo que es estoy perdida.
— Quiero que se infiltre en la compañía y obtenga todos sus asquerosos secretos, lo necesario para llevarlos a la quiebra y de paso — Se queda callado frotándose las manos — ¡Acabar con Johnson! — Se ríe burlonamente.
Como dije, había escuchado historias sobre lo despiadado y cruel que podía ser mi jefe, de estúpida no quise creerlas y ahora estoy aquí, viviéndolo en carne propia, siendo chantajeada para ser una espía corporativa.
— Si hago lo que me pide, ¿Me dejara en paz? — Mi desconfianza es enorme.
— ¡Tiene mi palabra señorita Stone! — Clava sus ojos en mí — Claro, puede que le pida otra serie de favores antes — Me escanea y moja sus labios lascivo — No se preocupe, estoy segura que después querrá hacerlo voluntariamente — Guiñe el ojo.
Estoy asqueada, comprendo perfectamente a que se refiere y pese a que noches antes, más de una vez perdí el sueño por su culpa, luego de confirmar que es un cerdo, no quisiera que me pusiera un dedo encima. Mis ojos expresan el rechazo que siento en este momento, cosa que nota enseguida.
— Permítame recordarle, que si no hace lo que quiero, la pena de muerte la espera en su país — Pasa suavemente su dedo índice desde mi mejilla hasta la unión de mis senos — Sea buena conmigo y hare que todos los cargos que pesan en su contra desaparezcan, niéguese y la desapareceré de este mundo — Presiona mi labio inferior con su dedo.
Tengo unas ganas enormes de llorar, sin embargo, mi orgullo es tan grande que no permito que se me escape una lágrima, manteniendo la mirada desafiante, pero termino cediendo ante chantaje.
— ¡Hare lo que quiera señor! — Esas palabras se sienten como alambres en mi garganta.
— ¡Así me gusta! Haremos muy buen equipo usted y yo — Palmea mi rostro, se levanta del escritorio y busca algo en su tarjetero — Por lo pronto, tenemos mucho que cubrir si queremos hacer caer a ese idiota — Dice con aires de victoria.
…
Luego de un día física y psicológicamente agotador, por fin estoy en mi departamento. Obstinada, me quito los tacones y los lanzo contra el suelo, me siento frustrada, acorralada y decepcionada; por fin, después de muchas horas, dejo salir todo el llanto que he reprimido durante el día, grito, pataleo y maldigo mi suerte, es especial al miserable que metió en todo esto.
— ¡Desgraciado! ¡Maldito! ¡Ojala te pudras! — Exclamo, golpeando un cojín.
Con impotencia, recuerdo como era mi vida anterior hace cuatro años, antes que todo se derrumbara, estudiaba micro tecnología y desarrollo de software en mi país natal, era de las más avanzadas en mi campo, todo un prodigio en telecomunicaciones y equipos remotos, de hecho, fui becada por la agencia nacional para formar parte de su programa de desarrollo tecnológico, como quien dice, me encontraba en las mieles de mi carrera, hasta que como estúpida me enamoré de quien no debía.
Ese miserable, me utilizó para que le entregara información clasificada de estado y poder vendarla en el mercado n***o a mercenarios. Su nivel de manipulación fue tan bueno, que logró convencerme que estaba haciendo lo correcto, que sus objetivos eran nobles y que ayudaría a millones de personas y por ingenua caí en su juego.
Cuando todo se descubrió estaba sola, ese maldito, desapareció sin dejar rastro alguno, no sin antes asegurarse que todo las evidencias me señalaran como única responsable. Al enterarme, como pude emprendí la huida, no tuve tiempo si quiera de despedirme de mi familia — ¡Seguro piensan que estoy muerta! Es mejor así — cambié mi identidad y llegué a este país con la esperanza de desaparecer por completo.
Pero me equivoque, de nuevo mi talento juega en mi contra arruinando la tranquilidad que con tanto sacrificio logré alcanzar, lo peor de todo, es que debo dañar a un inocente por salvarme yo — ¡Esto es repugnante! — pienso, al ver lo paquetes con ropa en el suelo.
— ¡Espero nadie salga lastimado mañana! — Pido al cielo.
Despierto muy temprano en la mañana, la vista me arde porque casi no pegué el ojo en toda la noche pensando, buscando salidas del infierno que hoy comienza. Miro mi reflejo en el espejo y no me reconozco — ¡Los estilistas hicieron un buen trabajo! — Exclamo con desdén. Sin perder tiempo, me arreglo según lo acordado con el señor León.
Una vez lista, trago grueso y mis manos empiezan a sudar, estoy nerviosa por el plan que piensa poner en marcha hoy mi jefe, en especial, porque temo que alguien salga lastimado, pero, según sus palabras — “Es necesario que las cosas sucedan así, para ganarme la confianza del objetivo” —
Termino de comer y justo en ese momento, suena mi celular por la entrada de una mensaje con la frase — ¿Esta lista? — Me asomo por el balcón y tal como señalo mi jefe, afuera hay un auto esperándome, de inmediato, el estómago me retuerce y siento ganas de vomitar producto de los nervios, pero me controlo.
Luego de respirar profundo, bajo con cuidado las escaleras, esta ropa deportiva es muy ridícula, pero es fundamental para el plan, se supone que todos los sábados por la mañana, Johnson sale a correr en “Central Park” con su hermanita pequeña quien entrena para los encuentros deportivos de su escuela.
Entro al auto y dentro está esperándome León, con una sonrisa complacida — ¡Vaya quedo deliciosa! Pero bueno, luego tendrá oportunidad de ser mi juguete — Inspiro hondo, para controlarme — Por lo pronto, ¿Recuerda con claridad el plan? —
— ¡Si señor! — Respondo de mala gana.
— Señorita Florence, esa no es manera de tratar a su amo — Entierra sus dedos en mis mejillas y me suelta con brusquedad, provocando que me golpee con el cristal de la ventana.
— ¡Lo siento señor! No volverá a pasar — Contengo mi rabia y sobo mi cien derecha.
— ¡Buena chica! — Acaricia mi muslo y me dan nauseas.
El chofer dirige el auto hasta el parque, dejándome a unas cuadras, mi jefe me advierte que estarán observando todo y que si me desvió así sea un poco de lo planificado, la pequeña podría morir y todo acabaría para mí.
— ¡No se preocupe señor! Lo tengo muy claro —
Una vez el auto de ese desgraciado se aleja, respiro profundo y empiezo a temblar, honestamente estoy aterrada que algo salga mal y una vida inocente se pierda, sin mencionar, que no quiero regresar a mi país, ambos escenarios me producen terror.
La mañana está muy bonita, el sol no esta tan fuerte, la brisa es fresca, no está haciendo calor ni frio tampoco; así que podría decirse que es el día perfecto para salir a pasear, lástima que este aquí por otras razones y tenga los nervios de punta.
Para tranquilizarme, comienzo a trotar según dice el plan, mirando en todas direcciones en búsqueda de mi objetivo. En principio me cuesta encontrarlo y por estar distraída tropiezo en varias ocasiones con algunas turistas. Por fin, luego de varios minutos los veo y me quedo embobada de ver lo apuesto que luce en ropa deportiva — ¡Concéntrate Florece! No es momento de pensar en tonterías — me regaño.
El objetivo, está haciendo ejercicios de calentamiento en compañía de la infanta, que a lo lejos parece una niña muy simpática y bastante talentosa, se nota que le gusta lo que hace porque hay una enorme sonrisa en su rostro, que probablemente dentro de poco se borre por nuestra culpa.
— ¡ESTO ESTA MAL! — Exclamo, llamando la atención de unas personas que pasaban a mi lado.
Como puedo intento disimular mi arrebato, sabiendo que mi jefe y sus hombres, están observándome y no detendrán el plan solo por mi cargo de consciencia. A los pocos minutos, Samuel y su hermanita empiezan a correr tal y como se esperaba. Cautelosamente los sigo a distancia, vigilante de cada uno de sus pasos.
A medida que se van aproximando la intersección, el corazón se me acelera, por lo que apresuro el paso, puesto que se supone debería estar allí antes que ellos o en simultáneo. Los adelanto y puedo notar como no pasó desapercibida ante Samuel quien me sigue con la mirada, sin embargo, ignoro todo impulso de ser cortes y sigo avanzando, me coloco en posición y aguardo.
Divertidos vienen haciendo competencia de velocidad, al menos eso es lo que creo, se nota que esa pequeña es muy especial para él, la mira con ojos de orgullo, como un gran tesoro. Aprieto los ojos frustrada y me resigno que si quiero seguir adelante con mi trabajo, debo dejar de lado cualquier tipo de sentimentalismo.
Tan pronto como la niña llega a la esquina de la nada, aparece una moto a toda velocidad, distraída no se da cuenta del peligro que se avecina, está ocupada celebrando su victoria. Los ojos de su hermano se abren de par en par al notarlo, pero está muy lejos para hacer algo.
— ¡CUIDADO! — Grita aterrorizado, ella se gira y se queda petrificada.
Es en ese momento, donde hago mi aparición sorpresa, valientemente tomo del brazo a la pequeña justo a tiempo, antes de ser atropellada, la abrazo con fuerza y ambas caemos al suelo por el impulso.
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PetiteNovelle