Mis encuentros íntimos con Santiago se volvieron muy recurrentes, él se encargaba de moldear mi cuerpo a su antojo, me colocaba en posiciones que nunca en mi vida creí posible, me sometía a su voluntad practicando en mi anatomía distintas formas de ataduras, de silenciarme o simplemente de dejarme a ciegas mientras me transportaba a niveles máximos de satisfacción.
Llegue al punto en el que yo era quien ansiaba encontrarme indefensa y su merced, su sola presencia activaba las más mínima célula de lujuria en mi cuerpo, sin embargo, a medida que los días pasaban notaba que nuestra relación se volvía mas s****l, el romanticismo había quedado de lado y aunque me daba cuenta de eso no me importaba porque estaba segura de que Santiago y yo hacíamos el amor con amor cuando la verdad era obvia.
