Lo siento detrás de mí, sus manos acarician mi piel que arde por el maltrato al que fueron sometidas.
―Tu piel es muy hermosa, moría por verla así de roja ―murmura más para el mismo que para mí―. Hoy serás total y completamente mía y ya nunca más te alejaras de mi ―proclama como si de un decreto se tratase.
De pronto siento su lengua hurgando en mi sexo y se desliza hacia arriba hasta mi entrada trasera hasta volver a mi intimidad donde se entretiene arrancando gemidos de mi garganta que me dejan ronca de tanto gritar. De nuevo siento como el calor aumenta de intensidad y con una mordida que me deja sentir sus dientes enterrándose en mis labios vaginales logra que de nuevo explote esta vez en su boca.
Grito ahogándome con la pañoleta humedecida con mi saliva cuando la punzada de dolor
