La muchacha meditó durante un instante. La oscuridad le daba una sensación de protección, era como un refugio que la mantenía aislada de las miradas prejuiciosas. No tendría que ver la expresión en el rostro de ninguno si contestaba la pregunta del amigo de su hermano. En ese instante Erik la tomó cariñosamente de la mano, con esto le aseguraba que estaba de su parte y que apoyaría su decisión.
—Sí, hace tiempo que empezamos a tener relaciones… yo era virgen antes de conocerlo a él y pensaba quedarme de esa forma durante mucho tiempo; pero cuando lo vi sin ropa… no me pude resistir.
Las otras dos mujeres presentes sonrieron al imaginar desnudo a Erik, ciertamente sería un gran ejemplar masculino para llevar a la cama. Hasta Alexander sintió un extraño cosquilleo cuando una imagen de su cuñado sin ropa se cruzó por su cabeza; pero la abandonó rápidamente.
—¿Lo hicieron muchas veces? —preguntó Jorge una vez más, incrementando la presión con la que tocaba el sexo de su novia.
—No sé cuántas serían muchas…
—Hacerlo al menos una vez al día —aclaró.
—No, tanto no —Alba se sentía avergonzada por las indagaciones, pero había algo en Jorge que la incitaba a responder—. Dos o tres veces por semana. ¿Cierto Erik?
—Yo diría que dos, porque si son tres, no sé con quién harás la tercera.
Jorge y Sofía comenzaron a reírse.
—¡Ey! Hubo semanas que fueron más de dos veces —se quejó Alba—. Estoy segura. ¿Te acordás que una vez me dijiste que, de tanto hacerlo, se te iba a gastar la p…?
No pudo completar la frase. Todo era oscuridad pero casi podía sentir las miradas inquisitivas sobre ella.
—Ah, al parecer lo tenés muy bien atendido a tu noviecito. Sos un tipo afortunado, Erik —ese halago le agradó a la parejita; sin embargo a Alexander le incomodó mucho.
—Hago lo que puedo —dijo Alba.
—¿Y ya han hecho sexo anal? —Jorge hizo esta nueva pregunta sólo por morbo. Entre tanto toqueteo su v***a ya se había puesto dura y le gustaba imaginar el hermoso culito de Alba siendo penetrado.
—Hey, ya te estás pasando con las preguntas… apenas te conozco —se quejó la muchacha.
—Soy el mejor amigo de tu hermano, ya puede haber algo de confianza —sus dedos recorrieron de abajo hacia arriba la línea que dividía en dos la concha de su novia. Ésta se inclinó sobre su hombro y disfrutó, a ella también la ponían cachonda los temas de conversación sobre el sexo—. Además tu hermano no es ningún santo… hace cada cosa que ni te imaginás.
—¿Qué cosas? —el curioso esta vez fue Erik.
—Él me contó que ha hecho intercambio de parejas —respondió Jorge.
—¡EY! —Alexander tenía ganas de asesinar a su amigo por revelar uno de sus mayores secretos.
—¿Qué? ¿Con Adri? —Alba no cabía en su asombro— ¿Cambiaron parejas?
—Sólo lo hicimos dos veces —respondió Adriana con naturalidad. Para ella el tema s****l no era un tabú inmenso, se lo tomaba con calma—. Fue una experiencia muy linda, es como tener permiso para engañar a tu pareja.
—Pero… pero… ¿vos permitías que mi hermano se acueste con otra mujer?
—Sí, pero a la vez yo estaba con otro hombre, así que estábamos en igualdad de condiciones… de hecho, la reunión de hoy… —Adri recibió un leve codazo por parte de su novio y se cerró la boca al instante.
—¿Qué pasa con la reunión de hoy? —preguntó Sofía llena de curiosidad mientras abría la bragueta de su novio con sumo cuidado para no hacer ruido.
—Nada.
—Vamos, Alexander. Ahora tenés que hablar —dijo Jorge al mismo tiempo que desprendía el botón del pantalón de su novia.
—Está bien —dijo resignado—. Nuestra intención era proponerles a ustedes hacer un intercambio de parejas, pero ahora que lo pienso… dudo mucho que hubieran aceptado.
—¿Hubiera sido sólo por una noche? —volvió a preguntar la rubia.
—Sí, claro —respondió Adriana—. La idea es que sea sólo por una noche… y nada más que sexo.
—Yo hubiera aceptado —dijo Jorge con seguridad—. Adriana es una chica muy atractiva. ¿Vos mi amor, qué hubieras dicho? —él sabía que su novia sentía debilidad por el sexo.
—Me hubiera gustado. Sería una nueva experiencia… soy de mente abierta.
«De piernas abiertas serás —pensó Adriana—. Bastante puta debés ser». A ella no le agradaba Sofía, pero estaba dispuesta a aceptar el trato sólo por probar a Jorge y verificar si los rumores sobre su… tamaño, eran ciertos.
—De haber sabido que dirían que sí tan fácil, hubiera echado a mi hermana a patadas.
—Che, que no es mi culpa. Yo no sabía que ustedes fueran unos degenerados…
—¿Degenerados? —Preguntó la chica punk, claramente ofendida—. ¿Por querer tener sexo sano y consentido? No lo veo así. Degenerado sería aquel que abusa de otro —no se llevaba mal con su cuñada, pero ese comentario le había molestado, ella era dueña de su sexualidad y no permitiría que nadie la criticara por ello.
Mientras ellos discutían, Sofía había conseguido hacerse con la v***a de su novio, ya la tenía fuera del pantalón y la estaba acariciando con calma. Por su parte Jorge ya había conseguido desprenderle el pantalón y estaba en la búsqueda la almejita que ella escondía entre las piernas. La rubia estaba sumamente cachonda, nunca había hecho algo tan osado. Había tenido experiencias de toqueteos en público, ya sea en un cine o de viaje en algún colectivo de larga distancia, incluso llegaron a tocarse por debajo de la mesa en algún bar; pero aquí estaban tan cerca de los demás que podían sentir el calor de sus cuerpos y algún que otro roce. Una de las piernas de Sofía estaba apoyada sobre el regazo de Adriana y le pareció adivinar que ella también estaba recibiendo caricias por parte de su novio. O tal vez era sólo su perversa imaginación.
—Sigo sin tener mi respuesta —intervino Jorge— ¿ya lo hicieron por atrás?
—No… no lo hicimos —respondió Alba de mala gana.
—Pero sí que lo intentamos.
—¡Lio, la puta madre! ¡Callate! —en la oscuridad resonó el chasquido de un cachetazo.
—¡Auch! Pero es la verdad, amor.
—¿Y por qué no pudieron? —esta vez preguntó Sofía, mientras masturbaba lentamente a su novio.
Desde su rincón Adriana creyó percibir un extraño sonido proveniente de la parejita de amigos de Alexander. No consiguió descubrir de qué se trataba, pero algo en su instinto femenino se activó; para colmo la mano de su novio se acercaba peligrosamente a su entrepierna.
—Porque no… y punto —Alba estaba enojada, no le gustaba que se metieran en su intimidad y mucho menos que su hermano estuviera escuchando. Además había quedado indignada por las prácticas sexuales de éste.
—Bueno, tampoco te enojes, nena. Jorge sólo te está tomando el pelo, es una joda —dijo Alexander mientras comenzaba a acariciar a Adri por debajo de su falda de cuero n***o. Le encantaba sentir la textura de las medias de red sobre esas piernas tan sedosas. Sin embargo en poco tiempo se dio cuenta que la forma de las medias enterizas impedía que pueda meter más la mano donde realmente quería meterla.
—No me enojo, pero es muy molesto que quieran saber tanto de nosotros —respondió Alba mientras acariciaba la mano de Erik— Jorge ¿Vos…? —se escuchó la queja de la tela de las medias mientras Alexander las rompía solamente para tocar esa vulva que tanto lo volvía loco— ¿Qué fue ese ruido?— Preguntó Alba con ingenuidad.
Que Erik no hablara no significaba que no entendiera la situación. Del lado izquierdo, sentía las respiraciones agitadas de Sofía y Jorge, y desde atrás le llegó el sonido de ropa rasgándose. Motivado por estos extraños movimientos a su alrededor, extendió una mano hasta posarla sobre una de las hermosas tetas de su novia.
—Erik ¿Qué haces? —preguntó Alba nerviosa; sintió cómo su novio acariciaba y amasaba sus senos para luego pellizcarle un pezón por arriba de la ropa— ¡Basta Erik!
Intentó separarse de él pero no pudo esquivar esas hábiles manos que siempre llegaban a su destino a pesar de que la oscuridad era total. Su primer instinto fue gritar otra vez, para pedirle a su novio que se detuviera, pero antes de hacerlo cayó en la cuenta de que esa misma oscuridad que tanto la confundía, también le servía como refugio.