La sangre me hervía de coraje y es que esa pequeña incrédula estaba acabando con mi paciencia.
—Cariño, vayamos a comer.
—Es mejor que vayas a cenar tú, tengo pendientes por resolver.
Camino hacia mi despacho, al entrar tomo mi teléfono llamando a José y pidiéndole venga a mi despacho.
Son cuestiones de minutos para que llegue y al entrar me observa fijamente.
—¿Qué hacia ese infeliz aquí y donde carajos la conoció?
—Está tarde que fuimos al pueblo, al parecer coincidieron y el la invito a su hacienda.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Golpeó furioso el escritorio .
—No creí que fuera importante, te recuerdo que esa chiquilla es mayor de edad.
—!Pero está bajo mi responsabilidad!
—Pero no está secuestrada, ella puede salir —Se cruza de brazos —. Aquí hay algo más, ¿O me equivoco?
—No, no lo hay.
—No soy tonto Damian, te conozco desde niños y soy tu amigo. ¿Porque te comportas de esa forma con ella? —Me mira fijamente —. ¿Qué ha pasado entre ella y tú?
—Ella fue la jovencita con la cuál pase la noche antes de regresar de México.
—¿Qué? , es la hija de tu amigo Damian.
—Yo no lo sabía hasta el día que llegó —Suspiró —. Tenerla cerca con lo caprichosa que es solo me hace perder la calma.
—¿La calma? Yo diría que la cordura Damian —Niega —. Esta tarde hasta allá afuera se escuchaban sus jadeos.
—¿Qué?
—Si amigo, por eso interrumpí antes de que entrara Dayana, que por cierto, ¿No habías terminado con ella?
—Cometí el error de buscarla antes de irme a México.
—Pues ahora no habrá poder humano que la saque de aquí amigo y tendrás líos teniendo a esas dos mujeres aquí.
Sabía que tenía razón. Tener aquí a Dayana iba a ser un gran problema porque no se quedará quieta ante la presencia de Lucrecia y esa pequeño demonio no se aguantará nada.
De tener paz he pasado a tener dos caprichosas en mi casa revoloteando que seguro me darán dolores de cabeza.
—Necesito buscar la manera de que Dayana se vaya de aquí.
—Pues solo tú sabrás cómo lograrlo amigo —Se levanta de la silla —. Iré a dar una vuelta ante de terminar con mis tareas de hoy.
Camina a la puerta abriéndola, se hace a un lado dejando pasar a Dayana , sale y está cierra la puerta caminando y cruzándose de brazos frente a mi escritorio.
—Viajó desde Miami para venir a verte a tu hacienda, ¿Y me dejas cenando sola? —Me recrimina —. Juro que no te entiendo Damian.
—Yo no te pedí que vinieras Dayana, si vine aquí fue para trabajar.
—¿Y qué hace esa chiquilla aquí entonces?
—Vino a trabajar por orden de su padre él cuál es amigo mío y me pidió el favor.
—Yo vine a pasar tiempo contigo Damian, se supone eres mi pareja.
—Yo no te pedí que vinieras, si estoy aquí es resolviendo mis asuntos y trabajando.
—¡Eres un maldito egocéntrico Damian!
—Dayana no estoy para tus dramas —Me levantó ofuscado —. Si no te gusta puedes regresarte a Miami.
—¡Verdaderamente contigo no se puede!
Sale dando un portazo, suspiro acercándome a la mesa sirviéndome un vaso de wisky y observo por la ventana con insistencia la entrada.
Pasa una hora y no hay rastros de ella, me siento en mi escritorio y empiezo revisar algunos informes para mantener mi mente ocupada.
Al cabo de un rato escucho el ruido de un auto, me levanto fijándome por la ventana y observo como ese tipo baja de su camioneta y se acerca abriendo la puerta del copiloto ayudándole a bajar entre risas.
Este le dice algo y ella deja un beso en su mejilla mientras le sonríe y se despide entrando a la casa.
Camino a la salida, escucho como sube las escaleras, le sigo el paso y antes de que pueda cerrar la puerta la detengo entrando y cerrando la puerta detrás mío y colocándole él seguro.
—Qué mierda haces?
Me acerco tapando su boca y retrocediendo haciendo que su cuerpo choque con la pared.
Retira mi mano de su boca y me mira de manera molesta.
—¿Estás loco? —Protesta en un susurro —. ¿Qué mierda haces dentro de mi habitación?
—Tú y yo tenemos algo pendiente pequeño demonio.
Antes de que vuelva a protestar, me apodero de sus labios besándolos de manera posesiva; enrolla rápidamente sus manos sobre mi cuello y me dispongo a tomarla por la cintura levantándola y llevándola conmigo a la cama.
La acuesto sobre ella con delicadeza, suelto su boca besando su cuello bajando hasta llegar a sus pechos.
Los saco de su sostén y los llevo a mi boca chupándolos haciendo que suelte un gemido, rápidamente tapó su boca y me levantó haciendo un gesto para que guarde silencio.
Asiente, sigo chupándolos mientras mis manos abren sus piernas dándome más disposición a ellos; introduzco mi mano debajo de su falda y tomo su tanga bajándolas lentamente y deshaciéndome de ellas.
Sus manos sueltan los botines de mi camisa, baja hasta mi cinturón donde lo suelta y me mira completamente roja y extasiada.
Sonrió, me acercó besando nuevamente sus labios y me separo lentamente.
—Lo quieres tanto como yo —Musito suavemente mordiendo sus labios —. Vamos dilo.
—Damian, solo hazlo —Jadea mientras acaricio su monte Venus —. Hazlo, por favor.
—Pídemelo —Beso su cuello —. Solo pídemelo y te lo daré .
—Cállate e introdúcelo maldito idiota.
Sonrió ante su desespero, sacó mi m*****o y sin darle tiempo de protestar nuevamente entro en ella de una estocada haciéndola soltar un gemido.
Beso sus labios callándola a medida que empiezo a moverme dentro de ella, arquea su cuerpo mientras la sujeta por la cintura y empiezo a moverme con rapidez dentro de ella.
Sentirla nuevamente me hace calmar mis ganas por ella; acaricio sus pechos a medida me muevo, llevo mi mano a su boca tratando de callar sus jadeos .
Toma mi mano chupando mi dedo pulgar con un gesto demasiado provocativo y sensual; salgo de ella girándola. Acomodo su trasero colocándola en el borde de la cama y entro en ella mientras la sujeto por el cuello y beso su espalda.
Empiezo a moverme con rapidez, eleva un poco su culo dándome mejor acceso; la sujeto por la cintura a medida me muevo y me dejo liberar sacando mi m*****o y corriéndome sobre sus preciosas nalgas.
Caigo a su lado con la respiración agitada, la veo con la respiración de igual forma y su rostro completamente ruborizado.
Acaricio su cabello mientras la veo tomar respiro, extiende su mano acariciando mi ligera barba y cierro los ojos dejándome llevar por esa caricia.
Abro los ojos lentamente, observo el reloj en su mesita de noche y observo que son pasada las tres de la mañana .
La observo a mi lado y se encuentra profundamente dormida. Me levanto con cuidado de la cama para no despertarla, acomodo mi ropa y salgo de su habitación con sumo cuidado.
Camino hacia mi habitación abriendo suavemente la puerta, al entrar observo a Dayana plácidamente dormida.
Voy al armario buscando ropa cómoda para dormir y entro al cuarto de baño retirándome la ropa y entrando a la ducha.
Dejo el agua caiga sobre mi, cierro los ojos al sentir el agua sobre ella y recuerdos de lo sucedido hace unas horas atrás en la habitación de ella llegan a mi.
"Te has vuelto loco Damian"
No puedo evitar sentir cierto remordimiento por lo sucedido, pero no puedo evitar dejar de sentirla mía y querer estar dentro de ella.
Era la hija de un gran amigo, pero en mi defensa cuando la conocí y me involucré con ella no tenía idea de quién era.
Trato de sacar todos aquellos pensamientos de culpa de mi cabeza, salgo de la ducha secando mi cuerpo y colocándome mi pantalón de chandal para dormir.
Al salir del baño y observar a Dayana en mi cama no soy capaz de acostarme a su lado, así que decido salirme e irme a dormir a uno de los cuartos de visita.
***
Me encuentro en el comedor disfrutando de mi café matutino, esperando que nana Rosario traiga el desayuno cuando Dayana entra hecha una furia al salón.
—¿Se puede saber dónde estabas anoche?
—No se a que te refieres.
—No te hagas el tonto Damian. Me canse de esperarte en la habitación, baje a buscarte , no estabas y aparte de eso amanezco sola como estúpida en tu habitación.
—¡Basta Dayana! , te dije ayer que puedes marchaste cuando gustes.
—Soy tu novia Damian, merezco una explicación.
—Volver contigo fue un completo error —Espeto y me mira asombrada —. En estos momentos no estoy para tener un problema más encima.
—¿Me estás terminando?
—Te estoy diciendo que fue una mala idea retomar lo que sea que tuviéramos y lo mejor es que te vayas Dayana.
—¡Eres un maldito idiota! —Grita golpeando la mesa —. Vine hasta aquí por ti, ¿y así me pagas?
—Dayana...
—Buenos días —Lucrecia entra al salón acercándose a la mesa —. Lamento interrumpir, pero no puedo seguir esperando que terminen de conversar para desayunar, amanecí con mucha hambre.
Sonríe se manera descarada sirviéndose café, se acerca tomando el periódico y toma asiento del otro lado de la mesa.
Me causa gracia su descaro y poca importancia, empieza a leer el periódico y retomo mi mirada a Dayana.
—¿Qué demonios te pasa chiquilla insolente? —Espeta molesta mirándola —. Haz el favor de salir y dejarnos terminar de hablar.
—Deberías relajarte, a tu edad podría darte un infarto por tanta rabia —Le responde relajada —. ¿Qué mas quieres escuchar o aún no terminas de entender? Ya todos en la hacienda hemos escuchado que te han terminado, ¿Hay que explicártelo con manzanas?
—¡No te lo permito!
Cuando veo su intención de acercarse a ella, rápidamente me levantó colocándome frente para detenerla.
—¡Suficiente Dayana!, la conversación ha llegado a su fin —Espetó demandante —. Toma asiento para que puedas desayunar si gustas, antes de irte.
—¿Me estas hechando?
—¿Es que todavía no entiendes que no te quiere aquí? —Responde divertida la pequeño demonio y le doy una mirada seria —. Perdón, mejor me callo.
—Dayana, es suficiente —La sujeto del brazo saliendo con ella del comedor yendo a la sala —. Tengo suficiente dolores de cabeza como para que tú te conviertas en otro, así que te pido te marches.
Saca su mano impactando mi mejilla, se da la vuelta y sube rápidamente las escaleras dejándome allí completamente frustrado...