Capítulo 9

2349 Words
Estaba tratando de procesar todo lo sucedido la noche anterior . La cena con Abang en su hacienda y sus padre fue la primera vez que tenía un momento de felicidad y tranquilidad desde que llegue a este lugar. Pensé que mi noche había terminado bien, pero luego encontrarme con Damian en mi habitación y que termináramos follando hizo que la noche terminara aún mejor. No sentía ningún remordimiento por aquella tipa que se encontraba en la misma casa que nosotros en ese momento. Me doy una ducha, me visto con los vaqueros que compré ayer, me coloco una blusa de tira fresca, me coloco unos tenis cómodos y peino mi cabello en dos trenzas largas para mantener mi cabello recogido. Tomo una de las caminas llevándola en mi mano y bajo para desayunar. Antes de llegar al comedor me detengo ante los gritos histéricos de aquella tipa. —Niña Lucrecia —Rosario aparece —. Te recomiendo no entres allí, el ambiente está algo tenso. —¿Me estás terminando? —Se vuelve a escuchar sus gritos. —Te estoy diciendo que fue una mala idea retomar lo que sea que tuviéramos y lo mejor es que te vayas Dayana. —¡Eres un maldito idiota! —Escuchó un golpe en la mesa —. Vine hasta aquí por ti, ¿y así me pagas? —Yo me muero de hambre Rosario y no pienso esperar por ellos. Caminó entrando al comedor, interrumpiéndolos. —Dayana... —Buenos días —Me acercó a la mesa —. Lamento interrumpir, pero no puedo seguir esperando que terminen de conversar para desayunar, amanecí con mucha hambre. Sonrío sirviéndome café, me acerco tomando el periódico de su lado y tomo asiento unos tres puestos alado de él. Puedo sentir la mirada de ambos sobre mi, pero prefiero leer el título del periódico. —¿Qué demonios te pasa chiquilla insolente? —Ladra histérica—. Haz el favor de salir y dejarnos terminar de hablar. —Deberías relajarte, a tu edad podría darte un infarto por tanta rabia —Le respondo relajada —. ¿Qué mas quieres escuchar o aún no terminas de entender? Ya todos en la hacienda hemos escuchado que te han terminado, ¿Hay que explicártelo con manzanas? Veo como frunce su ceño y rápidamente su semblante endurece. —¡No te lo permito! Cuando trata de dar un paso, Damian se acerca colocándose frente a ella. —¡Suficiente Dayana!, la conversación ha llegado a su fin —Dice demandante —. Toma asiento para que puedas desayunar si gustas, antes de irte. —¿Me estas hechando? ¿Y todavía pregunta? —¿Es que todavía no entiendes que no te quiere aquí? —Respondo divertida y Damian me da una mirada seria —. Perdón, mejor me callo. Tomo un sorbo de café y retomo la vista a el periódico. —Dayana, es suficiente. La sujeta del brazo saliendo con ella del salón. Me levanto rápidamente asonándome y veo como se detiene con ella a mitad de la sala. —Tengo suficiente dolores de cabeza como para que tú te conviertas en otro, así que te pido te marches. Veo como saca su mano impactando su mejilla. Se da la vuelta y sube rápidamente las escaleras dejándolo allí sobando su mejilla. Cuando veo su intención de girarse, corro rápidamente a la mesa retomando mi puesto con el periódico. Veo como entra al comedor con cara de pocos amigos, toma asiento y Rosario entra colocando él desayuno en nuestros puestos. —¿Sabes donde esta José? —Preguntó tratando de sacarle conversación. —Debe estar por la caballerizas supervisando la alimentación de los caballos —Responde en un susurro —. ¿ Por qué preguntas por él? —Quiero saber dónde buscarlo para que me diga dónde empezará mi trabajo hoy. —Yo te llevaré, te guiaré y supervisaré tu trabajo hoy —Responde tomando un sorbo de su jugo —. Así que aliméntate bien porque nos espera una larga mañana. Me mira fijamente, siento como su mirada hace que mi cuerpo se erice y garraspeo retomando mi postura. Al terminar de desayunar, salimos de la casa caminando hacia las caballerizas, allí nos encontramos a José. —Buenos días —Me sonríe —. Supiste escoger tu ropa ayer, adecuada pero sin perder el estilo tuyo. —Pierdo todo menos el glamour —Reímos —. Encontré muchas cosas bonitas, debo aceptarlo. —¿Lista para tu primer día de trabajo? —No lo sé — Acaricio al caballo frente a mi —. Veamos que me pondrán hacer y si realmente puedo hacerlo. Reímos, Damian llega con dos caballos ensillados . —¿Sabes montar? —Me pregunta. —Un poco, cuando íbamos de viaje una que otra vez montaba uno en los lugares que íbamos. José me extiende su mano ayudándome a subir , ya arriba tomo las riendas y me sonríe guiñándome un ojo. Damian sube al otro caballo y me hace un gesto para salir, le sigo el paso alejándonos de la caballerizas . Alejándonos poco a poco más de los predios de la hacienda puedo observar más trabajadores a los lejos, algunos con caballos y otros con vacas. Luego de un extenso recorrido puedo ver a los lejos varios campesinos y campesinas en lo que parece siembra de algo. —¿Qué hacen allí? —Están cosechando arroz, la hacienda se encarga de producir y cosechar, pero también para el consumo de ellos mismos. —¿Consumen el arroz que cosechan? —Si, lo mismo que las carnes y otros productos —Me sonríe —. No estamos en la ciudad, aquí aparte de pagarles un sueldo me encargo de que nos les falte alimento a ninguno de mis trabajadores. Arrea el caballo yendo a su dirección dejándome allí completamente asombrada. Pensé que era un idiota, pero al parecer tiene más corazón del que pensé. Sigo su paso, algunos campesinos lo saludan y pasamos a su lado por lo que es la cosecha de arroz, más adelante nos detenemos y bajo al igual que él. —Aquí están las cosechas de maíz, estamos en la temporada de cosecha así que este será tu trabajo hoy. Saca de su bolsillo trasero un par de guantes gruesos, me ayuda a colocármelos y acomoda mi camisa. Una mujer se acerca a nosotros saludándole. —Patrón, que bueno verlo por aquí —Estrecha su mano —. Estamos por empezar la recolecta de maíz de esta temporada. —Magda, ella es Lucrecia y estará ayudándoles con la recolecta el día dé hoy. —Mucho gusto joven —Me extiende su mano —. ¿Alguna vez ha trabajado en una recolecta? —Para ser sincera, jamás he trabajado. Reímos y estréchanos manos bajo la mirada de Damian. Magda me empieza a explicar como es el proceso de cosecha y como hacerlo paso a paso. —Debo irme, regresaré por ti al mediodía para almorzar. Asiento, me da una ultima mirada y sube a su caballo marchándose. Me acerco a Magda y empiezo a seguirle el paso para no atrasarme. —¿Vienes de la ciudad? —Soy de la Ciudad de México. —¿Enserio? —Asiento —. No hablas como los mexicanos esos que salen en la tele. Sonrió ante sus palabras las cuales me causan gracia. —Los mexicanos tenemos diferentes acentos, pero te puedo asegurar que soy cien por ciento mexicana. —Vaya... —¿Y tú? —Yo nací, crecí y me he criado aquí. Nunca he ido a la ciudad, pero me gusta la vida de campo y siento que no tengo que buscar nada allá. —¿Donde estamos? Me refiero a que parte exactamente de este país. —La provincia de Los Santos, somos un paraíso tropical precioso y exótico que espero puedas conocer. —Yo también lo espero... La mañana empieza a pasar rápidamente y aunque el sol no ha dado tregua y mi cuerpo se encuentra completamente sudado y pegajoso me agrada lo que estoy haciendo. —¿Quieres venir ? —La voz de Magda me saca de mis pensamientos —. Han traído comida para todos los trabajadores. —De acuerdo, muero de hambre y no puedo seguir esperando a Damian. —Vamos —Me sonríe y le sigo el paso —. ¿Tú y el señor Damian son familia? —No, el es amigo de mi padre y él es quien le ha mandado a trabajar aquí como castigo. —¿Castigó? —Asiento —. Pues, ¿Qué has hecho? —La verdad mucho —Sonrió —. He sido bastante caprichosa y rebelde aunque me cueste aceptarlo. —¿Él trabajar aquí lo ves como un castigo? —No, pero si el estar alejada de mis amigos y mis lujos. —Pues aquí aunque no tenemos lujos, somos felices —Me entrega un bol y una botella de gaseosa —. Te asegura que te terminará gustando la vida en el campo. Toma asiento debajo de un árbol, le sigo el paso y aunque no hay una mesa llena de cubiertos como estoy acostumbrada a comer, me siento cómoda aquí. Ver a los demás trabajadores comer entre risas y armonía me hace sentirme en un ambiente que desconocía, pero que no me desagrada. Al terminar de comer, observo a lo lejos a Damian quien se acerca a nosotros. —Lamentó llegar a esta hora, se me hizo tarde conversando con algunos clientes. —No te preocupes, moría de hambre y Magda me auxilio. —Muchas gracias Magda. —Es un honor patrón. —¿Regresamos a casa ? —La verdad quiero terminar la recolecta del día de hoy con los demás, ¿te parece si pasas por mí más tarde? Su cara luce descompensaba por completo y es como si acabara de decir una completa locura. Asiente algo dudoso y se aleja hablando con algunos campesinos. Luego de un largo reposo, retomamos nuestro trabajo a unos metros observo a Damian recolectar igual. Su camisa luce bastante mojada por el sudor, observo como suelta cada botón retirándosela y dejando a la vista su mojado y trabajado torso. Damian lucia un físico demasiado bello, no sabia su edad pero calculaba que tenía unos treinta y siete o menos. Pensándolo bien, apenas y sabía su nombre. No sabía cómo se conocía con papá y mucho menos nada de él. Veo como alza una cesta llena de maíz, cuando levanta su vista me encuentra infraganti mirándolo y frunce su ceño. Rápidamente retiro mi vista y sigo mi trabajo ignorándolo por completo. El sol baja y con ella terminamos la recolección de hoy, Magda se despide y quedo en venir mañana a seguir apoyando. Durante el recorrido de vuelta a la hacienda ninguno dice nada, al llegar me ayuda a bajar y José se nos acerca. —"Vaya" luces muy... —¿Sucia y sudada?—Respondo y asiente divertido —. Lo sé, he sudado en lugares que no sabía que podía sudar. José suelta una carcajada haciéndome reír también, Damian garraspea a nuestro lado y este retoma su posición. —¿Alguna novedad? —Si, te esperan adentro. —¿Quién? Cuando José va responder hace un gesto con la mano sacando su móvil y contestando una llamada que le ha entrado. —¿Te gusto el día de trabajo de hoy? —Me pregunta curioso. —Nunca pensé decir esto, pero si —Sonríe —. Aprendí cosas nuevas y me agrado trabajar con personas tan agradables. —Me alegra escuchar eso, debo admitir que pensé no te agradaría. —No te culpo, yo tampoco me tenia fé —Reímos —. Iré a ducharme, lo necesito urgente. Me despido de él con un movimiento de mano, entro a la casa y antes de que pueda subir las escaleras una irritable voz me detiene. —Vaya, si es la niña glamour —Me giro y la veo mirarme de arriba abajo —. Pensé que tu trabajo aquí solo consistía en mover el trasero por toda la casa sin hacer nada. —Es mejor que empieces a ocupar tu lugar criada de cuarta, tú y yo somos muy diferentes. —Oh si claro, yo si trabajo realmente no como tú. —¿Qué insinúas? —Yo no insinuó nada, simplemente digo la verdad —Se acerca cruzando sus brazos —. Aquí yo trabajo honradamente, mientras tu único trabajo aquí es comportarte como una chiquilla malcriada y ... No dejo que termine cuando mi mano impacta su mejilla de manera fuerte resonando todo el salón. Cuando trata de alzar su mano para devolverme el golpe la detengo sujetándola fuertemente del brazo. —¡Ni se te ocurra! —Espeto demandante —. Puede que no me haya criado en el campo, pero sé lidiar y poner en su lugar a las yeguas salvajes como tú. Aplausos resuenan en el salón, aparece una chica de cabellera castaña la cuál sonríe mientras sigue aplaudiendo. —Finalmente alguien te ha puesto en tu sitio Sandra —La mira de arriba abajo —. Veo que no se te quita lo igualada y altanera. —Señora yo... —Es mejor que aprendas a ubicar tú lugar o no dudaré en contarle a Damian lo que acaba de pasar para que te eche de está hacienda, ahora retírate. —Si, señora. Sale rápidamente del salón dejándonos a solas; la chica me mira de arriba abajo como si me inspeccionara. —¿Tú quien eres? Estoy segura que nunca había visto tu rostro por aquí. —Soy Lucrecia Oliveira, ¿Tú quien eres? — ¿Eres la novia de Damian? ¿Qué? —No, yo... —Fara —Damian entra al salón —. ¿Qué haces aquí? —¿Esa es la manera de saludarme idiota? —Le cuestiona —. Soy tu hermana menor imbécil, al menos un abrazo. Se acerca a él abrazándolo y sonríe mientras la levanta y besa su frente...
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