Maxine
Me siento en la misma cama junto a Tara.
—¿Has estado aquí un mes?
—Sí, algunas chicas llevan más tiempo aquí.
Asiento mientras pienso en mis padres.
¿Sabían que esto iba a pasarme a mí?
Sé que siempre preferían a mi hermana, pero yo también soy su hija, ¿por qué me desecharían así?
—Oye, ¿estás bien? Pareces estar perdida en tus pensamientos —me pregunta Tara.
—Oh, disculpa, sí, solo estaba pensando en mi familia.
—A veces también pienso en la mía, los extraño mucho. Ver a mi padre lastimado al intentar salvarme rompió mi corazón. Ojalá supiera si está bien.
—¿Sabes qué van a hacer con nosotras? —le pregunto.
—¿Cuando llegaste, viste el escenario que habían montado?
Asiento con la cabeza.
—Sí.
—Planean vendernos a otras personas, para lo que sea que quieran, así es como él recupera el dinero que nuestros padres le deben.
—Me dijo algo así cuando íbamos en el auto hacia aquí —le digo.
—Supongo que la subasta debió haber sido hace dos días, pero una de las chicas trató de escapar, la atraparon, la trajeron de vuelta aquí y le dispararon justo frente a nosotras.
—¡Dios mío! —exclamo, cubriéndome la boca con las manos.
—Sí, así que no se te ocurra intentar huir. No les importa si nos lastimamos o no, simplemente va y consigue otra chica. Por eso te trajeron hoy, para reemplazar a la chica que dispararon.
Comienzo a llorar y niego con la cabeza.
—Sshh, no les gusta cuando lloramos, vendrán a gritarnos — me dice mientras acaricia mis brazos.
En ese momento, la puerta se abre y todas las chicas saltan y se alejan de los hombres que entran.
Veo al llamado Sr. Grey entrar y observarnos, me mira y comienza a caminar hacia mí.
Tara se levanta y retrocede, yo solo la miro y vuelvo a mirar al hombre que ahora está frente a mí.
—Mmm, veo que todavía nos está costando acostumbrarnos, ¿no es así? —me dice.
No le respondo, simplemente me quedo sentada allí.
—Llévala a la habitación, hazle una foto y publícala —les dice a los hombres que están junto a la puerta.
Uno de los hombres se acerca y agarra mi brazo.
—Vamos, vamos. —Comienza a arrastrarme fuera de la habitación.
Miro por encima de mi hombro y veo a Mr. Grey siguiéndonos.
Caminamos por un pasillo y el hombre se detiene, abre una puerta y me jala hacia adentro.
Observo y veo una cámara instalada y una sábana negra colgando. El hombre me lleva hacia un taburete frente a la sábana.
—Siéntate aquí. —Me empuja para que me siente.
Se alejan y van hacia la cámara, Mr. Grey se queda junto a la puerta.
—Espera —llama—. Suelta tu cabello —me dice.
Alzo la mano y suelto mi cola de caballo, dejando caer mi cabello por mi espalda.
—Así está mejor. Ahora hay que tomar tu foto. Quiero que su foto esté cargada en los próximos veinte minutos.
Escucho un sonido de clic y miro hacia los hombres que están detrás de la cámara. Cuando escucho nuevamente el sonido de clic, una luz parpadea.
—Lo tengo, iré a cargarla — dice mientras el otro se acerca, agarra mi brazo y me levanta, arrastrándome de vuelta por la puerta y por el pasillo.
Se detiene y abre la puerta de nuevo hacia la habitación donde están las chicas, me empuja y entra detrás de mí. Voy hacia la cama en la que estaba sentada, Tara se acerca y se para a mi lado.
—¿Estás bien? —pregunta.
Solo asiento con la cabeza.
Mr. Grey también entra.
—Bien, señoritas. Mañana por la noche irán a su nuevo hogar con sus nuevos dueños. Así que descansen y mañana habrá terminado antes de que se den cuenta. Gracias, señorita, por su contribución a mi negocio — dice.
Se da vuelta y sale por la puerta, pero se detiene cuando uno de los hombres se acerca para hablar con él.
Él se da vuelta, me sonríe y asiente hacia el hombre. Los hombres se acercan a mí, uno agarra mi brazo, me jala y comienza a arrastrarme nuevamente fuera de la habitación.
—Llévala a mi oficina. — Escucho decir a Mr. Grey.
—Sí, jefe —le dice el hombre y me arrastra junto a él.
Regresamos por el pasillo y subimos unas escaleras, se detiene en una puerta y la empuja abierta. Me jala hacia adentro, me lleva hacia un sofá y me empuja a sentarme.
—No te muevas —me ordena. Yo simplemente me quedo allí, recordando lo que Tara dijo sobre la chica que intentó huir. De todas maneras, tenía demasiado miedo para moverme.
Mr. Grey entra y cierra la puerta. Camina hacia mí.
—Parece que tenemos un comprador muy interesado que quiere más información sobre ti. Ha ofrecido una buena cantidad de dinero por ti. Pero tiene una demanda y es que seas pura, querida mía.
Se pone detrás de mí y pasa sus dedos por mi cabello, lo cual me da escalofríos, pero no del buen tipo.
—¿Qué quieres decir con —pura—? —Logro decir.
—Bueno, él quiere saber si eres virgen, y si lo eres, está dispuesto a pagarte hoy. Veinte mil dólares. Esa es la mayor oferta que hemos tenido por una chica.
—Así que vamos a tener que verificarlo.
Me encojo de hombros y rodeo mis brazos alrededor de mis rodillas.
—No tienes que hacerlo, puedo decirte que lo soy —digo rápidamente.
—Bueno, podrías estar mintiendo ahora. Solo coopera y todo terminará, no te dolerá en absoluto.
Comienzo a negar con la cabeza. Cuando el chico me agarra e intenta hacer que me acueste, el miedo se apodera de mí y empiezo a luchar contra él.
Levanto la pierna y le pateo en el estómago, él me suelta y cae al suelo con un gruñido. Me levanto y salto del sofá, intentando llegar a la puerta.
Tenía la mano en el picaporte cuando siento que alguien me agarra por detrás y me levantan en el aire. Comienzo a dar patadas con las piernas e intentar golpear a quien me tiene agarrada.
La puerta se abre y entran otros dos chicos.
—Llévatela y sujétala en el suelo.
Escucho que alguien dice. Intento luchar para liberarme, pero los dos chicos me agarran y me sujetan al sofá.
Estoy llorando y gritando.
—Por favor, no, estoy diciendo la verdad, ¡por favor!
Logro liberar una mano y golpear a uno de los chicos en el ojo, él retrocede. Me siento a medias y comienzo a dar patadas con las piernas, de alguna manera pateo al otro chico en la entrepierna. Él me suelta y, una vez más, salto del sofá pero alguien me atrapa.
—Eres una pequeña revoltosa, ¿verdad? Bueno, suerte que sé qué hacer con chicas como tú.
Me suelta lo suficiente para darme la vuelta y siento un golpe fuerte en la cara.
Siento la habitación girar cuando siento otro golpe fuerte en el otro lado de mi rostro. Puedo sentir sabor metálico en mi boca. Siento que alguien me agarra por detrás y me da la vuelta de nuevo, me golpea en el estómago y me doblo de dolor. Caigo al suelo y él comienza a patearme.
Se agacha, agarra un puñado de pelo y me levanta de rodillas.
—Esto es lo que sucede cuando luchas, recuérdalo para la próxima vez.
Me golpea de nuevo. Veo manchas negras, mi cabeza gira y el dolor es horrible.
Siento cómo me arrastran hasta el sofá y me arrojan. Intento mantenerme despierta y no desmayarme, pero se hace difícil.
—Ahora que ya no va a lucharnos, revisenla y bájenla de nuevo al sótano. —Escucho que dice.
Eso fue lo último que escuché y todo se volvió n***o.
***
—¡Maxine, despierta!
Escucho a alguien llamarme.
Abro los ojos, pero eso está muy lejos, no puedo ver nada. Me duele tanto la cabeza cuando escucho un fuerte golpe fuera de la puerta.
Tara se sobresalta. Intento moverme pero no puedo, mi cuerpo duele demasiado.
—Maxine, necesitas levantarte, tenemos que irnos.
Intento levantarme pero me duele tanto que ella me agarra del brazo y me ayuda a sentarme.
—¡Ay! —grito y me agarro la cabeza.
—Aquí, apóyate en mí. —Ella me ayuda a ponerme de pie, casi me caigo por el dolor en mi estómago.
—Tara, no puedo.
Lloro.
—Maxine, tienes que hacerlo, vamos.
Ella casi me arrastra hacia la pared. Me acuesta en el suelo y me protege con su cuerpo.
—Tara, ¿qué está pasando?
—No lo sé, Maxine, pero tenemos que permanecer agachadas.
Cada vez que había un golpe, todas saltábamos y gritábamos.
Escucho que la puerta se abre de golpe, mis ojos deben estar algo hinchados porque no puedo ver nada.
—Tara, Tara, ¿qué está pasando?
—Está bien, señoritas, no las lastimaré, estamos aquí para sacarlas. Ahora, sigan a estos chicos.
Escucho la voz de un hombre.
—Tara —llamo y trato de sentir con mis manos.
—Estoy aquí, Maxine. —Ella me agarra la mano.
—Por favor, necesito que la lleven, ella está herida gravemente, no puede caminar y, por lo que parece, tampoco puede ver. —Escucho a Tara decir.
Escucho pasos acercándose.
—Tara —digo con voz temblorosa.
—Sigo aquí, Maxine.
—Aquí, la llevaré yo, iré directamente a la clínica, llamen a mi padre y que un equipo esté preparado para nosotros —dice la voz profunda.
Siento un par de brazos que me levantan y gimo por el dolor en mi estómago.
—Lo siento, aguanta ahí, te ayudaremos —me dice.