Capitulo XVIII

1115 Words
De repente cesaba su acción para apartar el artefacto vibrador, seguidamente ubicaba sus manos sobre mi cuello. Con una ligera presión sentía que lo sujetaba, algo que sin explicación alguna me agradaba, hasta podría decir que una sensación inquietante brotaba de mi. Debatiéndome en esa sensación y lo corta de mi respiración recibía el empuje de su sexo, fuerte y constante dentro de mi cavidad. Lo que observaban mis ojos era esa respuesta que siempre había estado esperando, esa de agrado y satisfacción al sentir que todo en ella pudiese doblegarlo, incluso su respiración mientras la cortaba ligeramente con la presión que ejercía. El movimiento de sus caderas asi como sus manos sobre mi cuello era continuo, incesante. Al poco tiempo liberaba mi cuello de sus manos asi como también detenía su frenético movimiento para seguidamente fijar su atención sobre mis ojos, como si estuviese a la espera de alguna frase, pero estaba tan sumergida en esa ola de placer que de mi boca no surgían las palabras, solo un exhalo largo para experimentar como de nuevo recobraba el aliento, ese que me había robado por instantes. De un modo repentino tal como me había atado me desataba y con ello me incorporaba para envolverme en sus brazos. Era como si una especie de ternura surgiera de forma sorpresiva, una que muy pocas veces veía en él. —Evannia... eres ese alguien que siempre quise, alguien con quien no tengo que fingir ni ocultar lo que soy. Preocupada por su actitud lo miraba sujetando su rostro para luego inquirir al respecto. —¿Todo está bien? —Todo está mejor que bien, está perfecto. No solo se trata de lo que hacemos en la intimidad es sobre tu confianza y lo que eso me genera. Por favor… prométeme que siempre estarás… que siempre estarás junto a mí. —Lo prometo, pero también quiero que prometas que no habrán mas secretos, no quiero que seas reservado conmigo… eso me genera dudas e… —No los hay y no los habrá, no quiero más tormentos entre ambos. Comprobando que las palabras de mi amiga se hicieron realidad sentí como todo volvía a ser como antes. Desde ese día no solo algunas conductas de Zayn seguían en constante cambio sino que sus miedos al confrontar el público era un tema del que me hablaba abiertamente, evitando guardárselo para sí mismo y con ello poder ayudarlo como siempre he hecho. Sabia de su capacidad para seguir superando sus miedos y luchas internas, pero tenía presente que mi compañía era un pilar que le ayudaba y por eso me enfocaba en estar para él. **************** La co- regulación emocional es la capacidad de regular emociones gracias a otra persona. No se necesitan las palabras, la sola presencia y cercanía producen este efecto de regulación, está influencia mutua de emociones se hace más poderosa cuanto mayor sea la regulación de las dos personas que se co- regulan. Deberá ir precedida de validación de sentimientos, expresiones de apoyo y la creación de un espacio seguro. La unión entre Zayn y Evannia estaba muy influenciada por esta regulación, una que más que apego se había convertido en esa conexión emocional que a ambos beneficiaba, ya que al tener sus luchas internas uno se encargaba de ayudar con ello al otro. Esta vez no se trataba de dejar de ser por el otro o invalidarse por completo, sino acompañarse en lo que tuviesen que afrontar. ******************* Ante esta nueva etapa que estaba percibiendo en la relación, me sentía plena, a tal punto que quise compartirlo con Karen, la cual ese día que fui a visitarla se dejaba ver triste, apagada, semblante que era extraño de ver en ella. —Karen, ¿qué ocurrió…? —¡Oh Evannia! que dicha que estés aquí… no te imaginas lo que he descubierto… en definitiva soy una tonta, no debí… no debí inmiscuirme en esa relación… ahora lo tengo muy claro—se repetía enfurecida como si se estuviese reprochando sobre algún hecho importante. —¿De que estas hablando? —Max esta con alguien más, al parecer es francesa o algo asi. No soy de revisar los teléfonos, pero allí estaba una conversación entre ambos… fotos y demás cosas que dejaban poco a la imaginación. —Karen, no te mereces lo que te sucede, no es tu culpa, es el quien no sabe apreciarte. —Es un maldito infeliz, por el decidí quedarme en Londres. —Pensé que era por nuestra amistad. —También lo había decidido por eso, pero realmente quería tener un compromiso formal y poder presentarlo a mi familia, pero tal parece que no será asi. —No digas eso, veras que llegara alguien que si valga la pena, vamos, salgamos un rato, eso te ayudara a despejar. Intentando devolverle el favor asi como también el ánimo, nos topábamos con alguien que me dejaba impactada con solo verlo, hacía mucho que no sabía de el ni de Maximiliano. —¡Williams…! no imaginas como estuve… —Hermana… que gusto verte de nuevo—tras esas palabras que habían interrumpido las mías me abrasaba de un modo como si fuese una especie de refugio, tras haberse separado de mí, posaba su vista sobre mi amiga—Eres la chica hermosa que en aquella oportunidad también estuviste con nosotros. Karen, ¿cierto? —Sí, ese es mi nombre, que gusto que me recuerdes. —Créeme, sería difícil olvidarte. Percibiendo una mirada extraña por parte de Williams, decidí intervenir, no había sabido de él y también quería saber de Maximiliano. —Williams, ¿dónde estuviste, donde esta Maximiliano? —Mejor vayamos a un sitio donde podamos hablar, aquí no es seguro. —Si desean podemos ir a mi departamento, Max ya no está allí asi que es un lugar seguro. —De acuerdo. Durante el trayecto tenía tantas preguntas por hacer a mi hermano que no sabía por dónde empezar. En vista de que íbamos en el auto de Karen y ella estaba conduciendo notaba como compartía miradas con mi hermano, algo extraño que estuviese sucediendo. Al cabo de unos minutos llegábamos al lugar y con ello descubría lo que había estado ocurriendo. —Evannia. como idiota me deje llevar por una idea descabellada de nuestro hermano, fui a Irlanda y conocí a algunos de los parientes que teníamos, mismos que ni siquiera quisieron saber de nosotros, sobre todo al tener el parecido del rufián que fue nuestro padre. Ante lo que decía negué con la cabeza, aun después de la muerte de nuestro padre quedaban vestigios de desdicha en nosotros. —¿Que ocurrió luego? ¿Porque no hubo comunicación, ni siquiera cuando nuestra madre murió?
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