Reverencia

1302 Words
Elena pensó que él diría otra cosa, pero nunca se imagino que la complacería hasta en eso. —¿Que pasa si decido comprar toda la tienda? Quizás estemos hablando de ciento de miles de dólares —la idea parecía más realista que construir una casa en medio de la nada. —Dependiendo de la tienda quizás cueste unos dos o tres millones de dólares, un monto insignificante para nosotros, si quieres gastar dinero solo dime y te puedo mostrar donde puedes hacerlo. —Nooo, no quiero gastar tres millones de dólares en una tienda, ese dinero lo necesitan personas de escasos recursos. —Conozco poco de tu pasado, cuéntame un poco. —Nada interesante, solo soy alguien que no tuvo familia, sobreviví a las calles y ahora estoy casada contigo, mi vida no tiene sentido en muchas cosas. —Solo hago una llamada y puedo investigar de ti, pero te pregunto ¿realmente quieres conocer de tu pasado? Nunca sabrás que podrás encontrarte, quizás no sea de tu agrado. Elena se detuvo en lo que estaba haciendo, su supuesta amiga le decía que sabia de su padre, pero la verdad es que dudaba de ella, sin embargo, le extrañaba que Ronald no lo haya investigado aún. —Si me dices eso es porque ya conoces la verdad, ahora estas intentando persuadirme de que me detenga en investigarlo, yo no sé tú, pero a mi si me gustaría saber que paso con ellos. Ronald se quedó sorprendido del pensamiento de Elena, sin embargo, no había hecho nada de lo que ella mencionaba. —Te equivocas, no lo he hecho aun, pero ya que tu crees que yo se algo, entonces no te molestara que lo haga, cuando tenga información te lo haré saber. Con respecto al dinero, no me interesa en que lo gastes, siempre que sea legal y no conlleve a una infidelidad, por el resto no me interesa, pero ya que has mencionado lo de hacer caridad. Ronald sacó su chequera y elaboró un cheque. —Haz un donativo a la organización de tu preferencia, puedes hacerlo anónimo si lo deseas, pero quiero que lo haga y luego me dirás si hiciste algún cambio significativo en la ciudad. —Un simple monto no bastara para erradicar la pobreza. Elena en ese momento abrió el cheque, era un cheque por cincuenta millones de dólares, un monto bastante significativo para poder ayudar a muchos niños y jóvenes. —Si crees que es muy poco puedo duplicarlo. —No, no hagas eso, más bien divídelo en diez partes, así ayudamos diez causas y no solo uno. Ronald sacó nuevamente su billetera, firmó varios cheques y se los entregó a Elena. —Tu decides que hacer con ellos, incluyendo el que ya he elaborado. En total tenia veinte cheques en blanco con la firma de Ronald y uno ya elaborado para el portador de cincuenta millones. —¿Por qué haces esto? —Es lo que tu dijiste que harías, simplemente estoy apoyando tu idea, como te dije esto no es nada comparado con la fortuna que amasa la familia Wilson. Terminaron de cenar y ambos subieron para cambiarse, Ronald tenia que investigar sobre el numero de cuenta que encontró y Elena saldría con su suegra. El primero en salir fue Ronald, ya había dado la información, pero no había recibido respuesta, así que el mismo visitaría cada banco. En los bancos era atendido por los propios gerentes, pero al ingresar el numero de cuenta no aparecía ninguna información. —Disculpe, Señor Wilson, pero quizás los números ingresados no sea una cuenta bancaria, el numero que usted está brindando no cumple con la longitud obligatoria para ser tratada como tal, pareciera un número telefónico, aunque es muy extenso para eso. Ronald tomó el papel y analizó lo que el agente le dijo, si fuera un número telefónico iniciaría de otra manera, no obstante se le ocurrió algo, añadió el prefijo + y luego marcó el número, no sabía con quién se estaba comunicando. –Diga –respondió alguien al otro lado del teléfono. –¿Usted conoció a Robert Wilson? –Ronald, ¿eres tú? –¿Quién habla? –Dime donde estas y yo estaré ahí lo más pronto posible. –Estoy en casa. –Llegaré en tres horas. La llamada finalizó y Ronald se quedó con más dudas que respuestas. Se levantó del asiento y agradeció al agente por haberle dado la idea. Ahora se preguntaba quien era el sujeto al otro lado de la llamada. Mientras tanto Alicia y Elena estaban saliendo hacia el centro comercial de la ciudad, el cual le pertenecía a la familia Wilson. –Elena, ¿Ronald habló contigo sobre esta salida? –Si lo hizo, me entrego su tarjeta de crédito y dijo que podía gastar lo que quisiera, incluso comprar toda la tienda si lo quisiera. –Bien, pero estas tienda pertenecen a la familia Wilson, así que no hay necesidad de eso. –Le dije que no gastaría una cantidad absurda de dinero en eso y prefería donar a una causa, en ningún momento me dijo eso, solamente me entregó una gran cantidad de cheques y que yo decida dónde donar. Alicia se quedó sorprendida por el acto de su hijo, nunca había hecho caridades. –En ese caso conozco varias causas benéfica, algunas ayudan a veteranos, otras a viudas desprotegidas. –No, tengo algo más en mente. Llegaron al centro comercial y todos al ver a Alicia preferían mantener distancia, algunos la conocían como alguien cruel, aunque no hay una sola persona que pudiera afirmar lo que dicen. –¿Por qué veo que todos se alejan de nosotros? –Se alejan por mí, saben quien soy, así que tienen miedo de ofenderme o ofender a cualquiera de la familia Wilson. –¿Acaso has hecho algo para que se sientan intimidado? –No hay necesidad de hacer algo, simplemente le temen a la familia Wilson. Llegaron al último piso, este piso es exclusivo para gente poderosa de la ciudad, aquí las tienda su articulo más económico oscila arriba de los tres mil dolares. –Señora Wilson, es un gusto verla hoy por aquí. –Deja de llamarme así, soy viuda desde hace mucho, ahora ella es la nueva señora Wilson, es la esposa de mi hijo. El dependiente pensaba que Elena era solo una trabajadora más de la familia y por tal motivo no la saludó como corresponde, pero ahora tené ser despedido por ese descuido. –Señorita, mil disculpas, no la reconocí, mi nombre es David y estoy a sus servicios. –Gracias, David, soy Elena –dijo Elena extendiendo la mano, pero el dependiente no le saludo como tal, sino le hizo una reverencia. –Elena, baja esa mano, no puedes extenderle tu mano a cualquiera, eres la esposa de Ronald, alguien muy importante. Elena entendió porque el dependiente no le extendió la mano, conocía la posición de ella y sabía que no era digno de saludarle así. Empezaron a ver diferentes vestidos, estos vestidos no tenían etiqueta de precio, simplemente el que conocía de vestuario sabía su valor próximo. Alicia escogió varios vestidos para Elena. –Quiero que te pruebes este vestido, de seguro te quedará muy bien. Ella se dirigió hacia los vestidores, estos eran el triple de un vestidor habitual, alcanzaban con facilidad hasta seis personas y eso que sobraba espacio. El vestido le quedaba perfecto, de su talla, como si supieran qué ella sería su portadora. –Quiero que envíes todos estos vestidos a la mansión, ella pagará –dijo Alicia, quien siguió viendo otros vestidos. Elena fue con el dependiente y la suma alcanzó un total de $40 mil dolares. Elena se quedó sorprendida de como en unas cuantas piezas pudo haber gastado tanto dinero.
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