Michelle se quedó sorprendida porque Martín había protegido a Elena.
—Ninguna otra duda, señor.
—Aprovechando que está aquí, la señora Elena es alguien de confianza del señor Wilson, le pido por favor que si hay alguna situación que tenga que ver con la señora Elena me lo haga saber a mi.
—Entendido.
Michelle se retiró del piso.
—¿Qué pasa con esa mujer? Se cree la dueña de aquí.
—No se preocupe por ella, espero no le ocasione más problemas, me retiro.
Elena quedó sola afuera del despacho de Ronald.
Llegado al mediodía Ronald salió de la oficina.
—Iremos a almorzar juntos.
—No, se supone que es una relación laboral, así que comeré en el comedor, si no necesita nada más, me retiro.
—Elena, espera.
Elena se detuvo antes de llegar al ascensor.
—¿Necesita algo más?
—Ven a almorzar conmigo, es una orden.
Elena quedó viendo a Ronald, desde que se casaron no había impuesto su autoridad como lo hizo hoy.
—Prefiero recibir un llamado de atención, con su permiso.
Elena tomó el ascensor y se dirigió hacia el comedor.
Hizo su pedido pero cuando pensó que tendría un momento de paz, y Michelle se acercó a ella.
—Elena, dime, ¿Sabes que no puedes intentar tener una aventura con el señor Wilson? Si lo intentas no solamente te arriesgas a perder tu empleo, sino que también tendrás que huir de la ciudad, ya que sin la carta que yo firmo no encontraras trabajo.
Elena simplemente ignoró lo que Michelle le estaba diciendo. Michelle sabía que en los comedores no había cámara, asi qué le dio un golpe en la cabeza a Elena.
Los demás que estaban ahí se levantaron y las dejaron a solas.
—¿Ya ves la autoridad que yo tengo aqui? No habrá nadie que te defiende.
Michelle estaba a punto de tomar del pelo a Elena, pero antes de que ella pudiera tocarla un par de mano la detuvo. Era alguien de seguridad.
—¿Qué pretendes estas haciendo?
Michelle se me quedó sorprendida al escuchar esa voz.
—Señor Ronald, ¿que hace en la cocina?
—¿Por que no puedo estarlo? Es mi empresa, no tuya, puedo ir donde yo desee sin dar explicaciones.
—No quería decir eso.
—Es cierto, solo estabas atacando a mi secretaria y como te gusta dar golpes.
Ronald dio la autorización a la de seguridad para que golpease a Michelle.
En la empresa todos habían tenido inconvenientes con ella, aveces llegaba a pagar menos pensando que le estaba ahorrando a la empresa, pero esto causó que todos quisieran lastimarla, incluyendo el personal de seguridad.
—Señor Ronald, he aprendido, por favor no más golpes.
Hasta no recibir la orden, la de seguridad no se detuvo.
—Suficiente.
Saquenla y no quiero volver a verla.
Ronald se sentó con Elena.
—¿Era necesario que hicieras todo esto?
—Te estaba protegiendo.
—¡No! Simplemente estas imponiendo tu autoridad y ahora le estas demostrando a los demás que no pueden acercarse a mí porqué tú estas "protegiendome".
—¿Querías que te golpeara?
—Sabes, olvidalo, ya perdí el apetito.
Elena se levantó de la mesa y camino hacia las escaleras, todos se alejaban de ella y escuchaba como murmuraban.
Esto era lo que Elena no quería que pasara.
Ronald hizo lo mismo, pero en esta ocasión prefirió no saber donde se encontraba ella, cuando el paso por la multitud todos quedaron en silencio.
Elena había bajado un piso más abajo, no quería que Ronald le siguiera los pasos, este piso era donde hacían los comerciales y ella al andar caminando por los pasillos los demás pensaron que ella era una modelo.
—Niña, hasta que por fin apareces, tienes diez minutos de retraso.
—No, yo no...
—Toma, ponte esto, al fin envían a alguien como yo lo he pedido.
Le entregaron a Elena un traje de baño de dos piezas, el traje realmente no ocultaba mucho. Ella quedó viendo el traje y aunque quería usarlo, no podía, sabía que sería algún comercial y su rostro aparecería en muchos lugares, pudiendo causar problemas a Ronald.
—Lo siento, no puedo usar esto.
Ella devolvió el traje y buscó nuevamente el ascensor.
—Espera, ¿por que no puedes?
El hombre aun llevaba el traje de baño en la mano.
—No es algo que me sentiría cómodo en usar.
—No es necesario que tu te sientas cómoda, solo son unas cuantas fotos y luego te lo quitas, se supone que firmaste un contrato, ahí estipula que debes de modelar la ropa que nosotros te asignemos, de lo contrario procederemos por la vía legal. Solo son unas cuantas fotos y luego en topples.
Elena al escuchar esto se puso roja, ¿como ella iba a mostrar más de su cuerpo?
—No.
El ascensor llegó y ella subió rápidamente.
—No creas que esto se quedará así, haré que te pongas esto.
Elena presionaba el botón hacia el último piso, cuando la puerta se cerro ella se sintió más tranquila.
Se estaba empezando a preguntar que clase de anuncios grababan ahí.
Cuando llegó a su destino agradeció que Ronald no la estaba esperando, fue hacia la oficina de él, sabía que no estaría.
Conocía que dentro de la oficina había una habitación, lo único que ella no sabía era para que la ocupaba Ronald.
Se quitó los tacones y se acomodó, puso su alarma faltando diez minutos antes de su entrada.
Le entró una pesadez y no escuchó cuando Ronald entro a su oficina.
Cuando el tiempo de su descanso terminó la alarma sonó, pero Elena no lo escuchó, no obstante a Ronald le pareció extraño que hubiera un sonido ahí. Se levantó y al entrar se encontró a su esposa, estaba descansando, su madre le había mencionado que quizás a Elena le de más sueño de lo habitual y no debe de molestarse con ella.
Se sentó al borde de la cama y empezó a recorrer sus piernas con las manos, Elena sin querer había separado un poco sus piernas, dándole más acceso.
Cuando Elena sintió unas manos directamente en su entrepierna despertó rápidamente, se asustó qué Ronald estuviera ahí.
—¿Qué hacías? —preguntó Elena.
—Solamente estoy tocando a mi esposa.
Elena por un momento se sintió desorientada, pero luego recordó donde estaba.
—¿Como me encontraste?
—Tu alarma me avisó que estabas aquí, te vi y te empecé a acariciar las piernas, pero tu las abriste, así que pensé que querías algo más.
—¡No! Estamos en horario de trabajo, alguien puede venir en cualquier momento.
Esas palabras Ronald las había escuchado muchas veces. Sacó un control de su bolsillo y la puerta se enllavo.
—Ahora si nadie nos podrá interrumpir, además que no espero a nadie en este momento y si te preocupas por Martín, anda haciendo una gestión.
Elena cerró más sus piernas, sabía lo que Ronald quería, pero no se lo daría tan fácil, aparte que el día de hoy se sintió incomoda en varias ocasiones.
—Primero quiero que me respondas qué es lo que graban en esos comerciales.
Para Ronald fue extraña la pregunta, en ningún momento le menciono a ella que grababan comerciales.
—Nosotros solo hacemos las grabaciones, el que o como no nos interesa.