100 Rosas

1310 Words
—Hola Ronald, cuanto tiempo sin vernos. —Nikki, no sabia que trabajabas aquí... Nikki seguía dándole la espalda a Elena. Elena al inicio pensaba que Ronald era un cliente especial, pero cuando observó que Ronald y "Nikki" se llevaban tan bien, como si fueran viejos amigos, fue lo ultimo que pudo aguantar, dejó el menú en la mesa y se levantó de su asiento. Ronald había olvidado por un momento que Elena se encontraba ahí, pero fue el tiempo suficiente para verla hacer una escena de celos. Nikki pensaba que la compañía de Ronal era una acompañante cualquiera, una de las tantas de su lista. —Elena, ¿a donde vas? —Preguntó Ronald. —Veo que has encontrado mejor compañía que la mía, no me necesitas, así que me retiro. Escuchar eso fue un cumplido para Nikki, quien había logrado su cometido. —Ronald, déjalo, mejor quédate conmigo, sabes, con una orden tuya mi jefe puede entender que me quede acompañándote. Ronald evitó que Elena saliera de la habitación. —Suéltame, ahí esta la ofrecida de la noche. Nikki se molestó bastante que la hayan llamado "ofrecida", así que se acercó a Elena y le tiró del cabello. —A mi no me llames ofrecida, si crees que Ronald te tomara en serio te equivocas. Nikki estuvo a punto de abofetear a Elena, pero Ronald la detuvo. Nikki quedó viendo a Ronald y reconoció ese rostro, era el mismo que ponía cuando deseaba eliminar a alguien. —Ronald, ella me ofendió primero. Ronald sacó su teléfono, marcó un numero, dijo unas palabras y luego colgó. Para ese momento Nikki habia soltado a Elena, luego la quedó viendo completamente, pero había algo que le llamó la atención, Elena usaba un pendiente que era muy distintivo para muchos, llevaba el escudo de la familia Wilson. Nikki se sorprendió al ver esto, no entendía porque esta mujer usaba un pendiente de la familia Wilson, Ronald era un mujeriego, ninguna mujer lo había podido atrapar, al menos que... La puerta se abrió y el gerente del restaurante entró al privado. —Señor Wilson, disculpe la demora, ¿Como puedo ayudarle? —¿Acaso deseas la muerte? —No señor, no deseo eso. —Entonces explícame porque esta mujer ha tenido la valentía de atacar a mi esposa. «¿Ha dicho esposa? ¿Ronald se casó?» Nikki empezó a tener miles de preguntas en ese momento, hasta que después reacciono. —Señora Elena, por favor, discúlpeme, yo no sabia que era la esposa del señor Wilson, ha sido un gran error mío. Cuando el gerente escucho lo sucedido quería hacer pedazos a Nikki, meterse con la señora Wilson era un crimen que no tenia perdón. El gerente llamo a seguridad. —Quiero que saquen a esta basura de aquí, además de que esta despedida me encargaré de que no le den trabajo en otro lado de la ciudad. Nikki fue sacada del restaurante arrastra. —Señora Wilson, mil disculpa, no esperábamos que esa mujer la atacara, si hay alguna manera de que usted pueda perdonarnos. —Yo me retiro, solo quiero que me dejen ir de aquí. Elena tomó su bolso y salió de la habitación. Ronald quedó a solas con el gerente. —Agradece que el restaurante es de mi familia, de lo contrario ya estaría en fuego, pero tu no te quiero ver en mi ciudad nunca más. —Señor Wilson, yo no sabía que ella era quien lo estaba atendiendo. —Sabes muy bien que nunca me debe de atender una mujer, no tienes excusa, ahora vete. Ronald salió rápidamente de ahí, esperaba que Elena no cometiera alguna locura, pero lo que menos esperaba es que su madre también estuviera en la entrada del restaurante. Alicia se encontraba con Elena, intentando consolarla, Elena mostraba ira. Alicia al ver a Ronald lo quería matar. —¿Como has permitido que alguien humille a Elena de esa forma? Desde el momento que la han ignorado debiste de hacer algo, pero que hiciste, saludaste a esa perra de Nikki, sabes que ella solo te quiso por tu apellido. —Lo siento, madre, pude percatarme cuando Nikki le daba la espalda a Elena, pero no reaccioné tan rápido para evitar ser atacada. —Elena va a regresar conmigo, espero que sepas lo que tienes que hacer. Alicia y Elena subieron al autor, en cambio Ronald se quedó en el restaurante. En el auto. Elena quedaba viendo siempre hacia afuera, lo que menos quería era darle la cara a Alicia. —Esto no será la primera vez que sucederá, no te digo que justifique a mi hijo, pero el tuvo tantas pretendientes que en cualquier momento aparecerá alguien más. —No me importan esas mujeres, conozco a su hijo, pero el no hizo nada para evitar que me vieran con menos precios, hasta que todo se salió de control fue que me presentó como su esposa. —¿Te presentó como su esposa? ¿Como la señora Wilson? —No, como la señora Wilson no, pero si le dijo al gerente que yo era su esposa. —Vaya, al parecer va muy en serio contigo. Ronald nunca había presentado a alguien como su novia o algo mas especial, siempre se refería a todas esas chicas como una conocida, —¿Solo por eso debo de soportar esos desplantes? No me voy a poner a pelear con cada chica. —Cierto, pero hay algo que si puedes hacer, en la caja que te di había un collar, ese collar es muy distintivo ya que lleva el escudo de la familia Wilson, así como los pendientes que llevas en estos momentos. Elena pensaba que el símbolo no era nada en especial, pero ahora sabe que es de la familia Wilson. —En todo caso, es tiempo que alguien ponga en su lugar a Ronald, realmente te valora, por eso hizo esto y yo en su lugar clausuraría el lugar, pero como es de la familia, solo pueden rodar cabezas. Mientras tanto, en el restaurante. Ronald había corrido a todos los comensales, únicamente había quedado el personal. —¿Quien fue el que envió a Nikki a mi privado? El jefe de meseros se anticipo. —Señor, ella fue quien se adelantó a atenderlo, yo iba a enviar a José, pero cuando observé ella ya estaba adentro, pensaba hablar con ella una vez que saliera, pero no fue posible, no imagine la gravidez de la situación al no haber actuado tan rápido. Ronald se acercó al hombre, lo tomó del cuello y lo estrelló contra la pared. —¿Los empleados pueden hacer lo que desean en este restaurante? ¿Acaso tu no tenias la suficiente autoridad para detenerla? El hombre aunque quisiera hablar le estaba costando respirar, aunque quisiera evitarlo, pero contradecir a Ronald era clamar por la muerte. Ronald lo terminó arrojando hacia el piso. —Todos aquí están despedidos, si se atreven a buscar trabajo en mi ciudad están equivocados. Ronald salió del lugar y el chofer le estaba esperando, pero antes de que el pudiera subirse una mujer maltratada lo detuvo. —Ronald, por favor, espera, ten piedad de mí, mira como me han dejado tus secuaces, ¿no crees que ha sido suficiente? —No se de que hablas, en todo caso, más daño me has causado tú, mejor aléjate. El vehículo arrancó, Ronald imaginó que su madre habría llevado a Elena a casa, pero antes de él regresar tenia que buscar una forma de remedir lo sucedido. Se acercó a la floristería más cercana, esta ya se encontraba cerrada, hizo unas llamadas y en poco menos de veinte minutos la propietaria se acercó a la tienda, preparó un ramo especial de 100 rosas. Nunca esperó que recibiría un pedido tan grande y mucho menos del hombre más promiscuo de la ciudad.
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