Cómo un sueño

1302 Words
Elena al final le tuvo que dar el beso en la boca, pero cuando ella se venía alejando él la atrapó y la comenzó a besar. Ella por un momento se resistió, pero luego se dejó llevar, el beso tardo unos cuantos segundos antes que él se alejara. —Eso es un beso, ya lo sabes, con respecto a Brenda no pensaba despedirla, solo amonestarla, pero ya que intercediste por ella, no la voy a amonestar, en cambio tú serás la jefa de ella y del personal de servicio. —¿Me ha engañado? —No, no te he engañado, simplemente quería ver lo que eres capaz por alguien, eres un alma noble y por eso muchas veces se aprovecharon de ti, pero conmigo eso cambiará. En el armario hay un vestido, prepárate, en treinta minutos saldremos. Ronald fue directo al baño, no obstante, Elena se quedó ahí, no podía esperar que su jefe saliera, de hacerlo le cogería la tarde y sabe que la puntualidad para él es importante. Fue hacia la otra puerta que pensaba que sería el armario y vió que solo habían trajes y ropa varonil, todo estaba muy bien organizado, cerró la puerta y quizás era la otra puerta, al abrirla se encontró con diferentes conjuntos de prendas femeninas, todo de su talla, no solamente ropa, calzado, maquillaje, joyas, bolsos, pijamas, todo de altos costos, Elena aún no procesaba que se encontraba casada con el hombre más poderoso de la ciudad. Tomó una toalla y se quitó la ropa, quedando únicamente en toalla, con dudas entró al baño, su jefe estaba ya en la regadera bañándose, ella volteó inmediatamente el rostro. —Si no miras por dónde caminas te caerás, tienes que ver hacia el frente. —Me da pena verlo así. Ronald salió de la ducha y se dirigió hacia ella sin taparse. —Ayer hemos estado juntos y tú has estado consciente, no hay nada que no hayas visto ya. Ronald le empezó a quitar la toalla como si se tratara de un regalo para él, ella puso cierta resistencia, pero al final el ganó, ella llevó sus manos hacia sus pechos y su entrepierna, le daba pena que la viera desnuda. Esa inocencia era lo que él empezaba a amar de ella, no era una mujer que deseará estar con él, simplemente fue un accidente, un accidente que lo dejó marcado. Él tomó la cintura de ella y la pegó a su cuerpo, pero cuando ella sintió su cuerpo, sintió como su entrepierna chocaba con ella, algo le estaba hincando, ella sin querer bajó la vista y vió como su m*****o estaba erecto, ella intuitivamente quitó las manos de sus partes y los llevo a sus ojos. —A pesar de que ayer hemos estado juntos mira como me tienes, pero se que no has comido y no quiero dejarte sin fuerzas rápidamente, vamos. Él se fue hacia su espalda y la comenzó a llevar hacía la ducha, ella apartó un poco las manos para ver hacia donde iba caminando, no quería tropezar con algo o romper algo costoso. El la terminó bañando, recorriendo con una esponja todo su cuerpo, aunque ella quería hacerlo por su cuenta,. él no se lo permitió. Salieron de la ducha y fueron de nuevo a la recamara. —Usa el vestido blanco, es tu boda y solo has estado conmigo, así que mereces casarte de blanco. Ella tomó el primer vestido blanco y era un vestido de novia estilo sirena, no tenía cola y le llegaba justo a la rodilla. El se acercó a ella y le mostró donde estaba la lencería, parecía que todo había sido preparado previamente. —¿Cómo sabía que aceptaría casarme con usted... contigo? —Siempre consigo lo que quiero, así que he pedido que traigan vestuario para tu talla, esto es solo por el momento, debes de comprar más, después de regresar de este viajé irás de compras y buscarás a esta diseñadora de imagen —él le entregó una tarjeta—, si tienes dudas ella te ayudará. Elena quedó viendo el armario y para ella había suficiente ropa, pero él simplemente le decía que necesitaba más. En el armario de su apartamento ella tenía únicamente tres vestidos, aquí tenía al menos seis. Terminó de alistarse, iba vestida como una novia, aunque el cabello lo tenía suelto. Ella se sentía orgullosa de su cabello, Liso, largo que le llegaba hasta la cintura, no le importaba gastar con el, con tal de tenerlo bien arreglado. Cuando ambos estuvieron listos, salieron de la habitación, el le dió el brazo a ella, quería que caminara a su lado con confianza. Él nunca había Sido tan detallista con una mujer, pero con Elena no se esforzaba por hacerlo, todo era tan fluido. Llegaron al auto y el chófer les abrió la puerta, Ronald le indicó que subiera y cuando ya estaba adentro cerró la puerta y el entró por el otro lado. El chófer estaba con la duda, había escuchado rumores de los demás que había una señora Wilson en casa, pero él recordaba que ya había llevado a Elena en otra ocasión y ella era su secretaria, al parecer consiguió algo que muchas otras no habían podido conseguir. El auto arrancó y pronto llegaron al registro, pero antes de que llegaran a la oficina, un equipo de estilista. Arreglaron mejor a Elena, su belleza era natural, por lo que no necesitaban hacerle mucho y en poco tiempo estuvo lista. Llegaron a la oficina de registro y los estaban esperando, adentro se encontraba el oficial de registro y dos testigos, Elena sentía que todo ésto era una especie de mal sueño y pronto despertaría. Entregaron sus identificaciones y el oficial verificó que ambos estuvieran solteros. —Antes de proceder a la firma debo hacer una pregunta a los novios. Señor Ronald Wilson, ¿está aquí por voluntad propia? —Asi es. El oficial quedó viendo a Elena, quien parecía que su mente divagaba en otro lado. —Señora Elena Rodríguez, ¿está aquí por voluntad propia? Elena no respondió pronto, Ronald giró su mirada y habló: —Elena, te están preguntando algo. —Lo siento —dijo Elena—, es sólo que pienso que todo esto es un sueño, estarme casando con Ronald. ¿Cuál es la pregunta? —¿Está usted aquí por voluntad propia? —Asi es. De nada servía decir lo contrario, ya había firmado un acuerdo previo con él y esa fue su acta de defunción. El abogado quedó en silencio por un momento, de no ser por lo que Elena dijo anteriormente, él dudaría que realmente esté por voluntad propia. Sacó el acta oficial y ambos lo firmaron. —Oficialmente los declaro marido y mujer. Le entregó a cada uno una copia del certificado. Salieron de ahí y el auto ya estaba esperando en la entrada. Por suerte para Elena no hubo reporteros, de lo contrario todos sabrían que ella es la esposa del soltero más codiciado. —¿Qué haremos ahora? —preguntó Elena. —Iremos de viaje como dije antes. Llegaron al aeropuerto y se estacionaron cerca de un jet, al entrar cabían perfectamente hasta diez personas, pero únicamente irían ellos dos. —¿Dónde está el piloto? —No hay necesidad de piloto, iremos solo los dos. —¿Sabes pilotear? Ronald no respondió a esa pregunta, se preparó para el despegue y luego esperó la autorización de despegue. Ese día había bastante tránsito aéreo, pero varios vuelos fueron retrasados y se suspendieron los aterrizajes. Ronald recibió la confirmación de despegue en la pista uno. El avión se comenzó a mover, Elena se sentía nerviosa, nunca había viajado en avión y su primera vez sería en el asiento de copiloto, teniendo una gran vista del paisaje.
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