Capitulo 5

3296 Words
Hoy es uno de esos días en que todo pareciera haberse hecho más complejo, de repente las tareas más simples cuestan un esfuerzo sobrehumano y la concentración le sale siempre del paso, ha intentado terminar aquel informe financiero ya muchas veces, pero no lo consigue. La mente vuelve a cada instante sobre la noche del sábado, los cabos sueltos siguen presentes y aun en el gran esfuerzo que puso su esposo por probar inocencia había dejos de incoherencia asomando aquí y allá. Dijo haberse hecho gran amigo del muchacho que entrevisto esa tarde, añadió haber sido invitado a una fiesta que se salió algo de control y que en definitiva no pasaría de nuevo. Para excusar la falta de aviso mostro el celular ahora roto, la pantalla destrozada y aunque funcional inoperable.   Pero aun con ello había en él, esa noche, un olor peculiar, de mujer muy seguramente. Evito toda confrontación al respecto por cuanto hubiera sido realmente fácil encontrar alguna razón, diría que bailo con alguien o que había poco espacio y los olores de unos y otros se impregnaron con la permanencia prolongada de un hombro chocándose con el otro.   Cuando comento la llamada contestada y la respuesta que obtuvo de esa mujer de voz chillona el resulto confuso o por lo menos lo aparento de maravilla, la voz le tembló y creyó entrever una apertura en la fina red de errores deliberadamente confesados que él iba entretejiendo, pero aun así tampoco para ello falto la respuesta, pues el comento haber perdido su celular de vista en medio del alboroto para luego encontrarlo hecho trizas en las manos de un desconocido que a su vez dijo encontrarlo en el suelo ya en ese estado, finalizo su explicación sobre ese sospechosísimo punto diciendo que había allí mucha gente joven y de seguro a alguno le pareció hilarante jugar una broma al desconocido.   En suma, seguía todo cubierto por el fino velo del misterio, nada resultaba claro para la razón y casi más importante, experimentaba por primera vez un verdadero sentimiento de sospecha que no podía expulsar del pecho. Nunca fue creyente del tipo de cosas que otros denominan sexto sentido y mucho menos se creía poseedora de cualquier habilidad refinada para oler la mentira, muchas veces resulto engañada y al enterarse noto que la duda nunca se le había posado en la frente. Sin embargo, en esta ocasión ese pequeño vacío presente donde se ubican todos los sentimientos desagradables. Tras la garganta, no dejaba de acosarla, sugiriéndole indagar más.   Tal vez en todo ello existía también un poco de un orgullo y dignidad que ella nunca creyó pudiera albergar. En su juventud había desdeñado esas características como un obstáculo para ciertas aristas de la vida, el amor entre ellas. Pero ahora que había llegado a ese momento en que todos quienes se hallan sumido en las relaciones humanas hemos experimentado. El de la traición o por lo menos la sombra de su existencia, no podía dejar de sentirse moleta y furiosa, se había observado esa mañana en el espejo y había notado como su rostro que siempre considero hermoso se había convertido por cuenta del nuevo sentimiento en una genuina muestra del orgullo más altivo, la frente diáfana tan lisa como el suelo de mármol, el cuello largo sosteniendo alta la barbilla ligeramente inclinada hacia arriba, los labios sellados en una expresión de frio desprecio. Y el signo más evidente de esa velada naturaleza de leona que ella misma recién descubría, los ojos trabados en una mirada de inconfundible desprecio.   Así la había hallado el día y no tardaron en llegarle a los oídos comentarios de los compañeros de trabajo más cercanos, los preocupados por el cambio imprevisto en su talante y el también el silencio de los que asustados por observar en su jefa actual esa mueca de odio que en otros empleos era la señal de un día colmado de injustificadas reprimendas. Allí experimento algo de alivio en la sensación de seguir representando para ese grupo de personas que constituían su equipo de trabajo, un dios y el demonio a la vez. Cuando ya había claudicado en su esfuerzo por terminar ese reporte, dejándolo para otro día recibió la más inoportuna de las intervenciones. Por la puerta empezaba a atravesar ese hombre que tanto detestaba, igual que en todas las ocasiones esbozaba una sonrisa de fingida cordialidad, los pasos rápidos y enérgicos que parecían un esfuerzo por aparentar estar muy ocupado, la barriga pequeña pero presente, apenas más alto que ella algunos centímetros, el cabello ya empezaba a escasearle en ciertas partes de la cabeza, en general un aspecto nada atractivo.   Eso sí, con la voz y la alegría que la habían sumido en el engaño el primer par de meses en su puesto, hasta que descubrió el riesgo siempre presente de caer en alguna de sus estratagemas. Saludo mientras tomaba asiento en uno de las 2 sillas ubicadas del otro lado del escritorio, como siempre adopto una postura de pura relajación, con la pierna cruzada y la espalda apoyada en toda su extensión sobre el espaldar, con todo descaro le recorrió la figura entera con la mirada de lascivo deseo que pocas veces se había esforzado en ocultar, solo entonces empezó la charla.   -Vengo porque me pareció verte molesta ¿pasa algo? - Ella se esforzó por borrarse del rostro todo rastro de impasividad, no lo logro- No se preocupe jefe, simplemente un par de problemas familiares- -Personales o maritales- interrogo el, sin suprimir una mezquina sonrisa -Personales jefe, estrictamente personales- respondió en un esfuerzo por finalizar bien pronto el interrogatorio -No me lo parece, a mis oídos llegaron rumores de que realizaste llamadas preguntado por tu esposo el sábado, creo, no le habrá pasado nada ¿un accidente? Desarmada quedo por ante la certeza de que ocultarle cualquier cosa a ese hombre excesivamente bien relacionado con todo el mundo resultaría una tarea casi imposible, aun cuando había cuidado ese aspecto, no preguntar a nadie en su ámbito de trabajo, había logrado colarse el chisme. -No, simplemente una noche de amigos algo ajetreada, rompió su celular, me inquieto que no respondiera, eso es todo. - ¿Totalmente segura?, porque sabes que, si necesitan alguna ayuda como pareja, soy el primero en ofrecerse voluntario o incluso si lo necesitas solo tu La sola sugerencia le resulto desagradable en extremo, pero como siempre tuvo que evitar cualquier signo visible de asco. -Como siempre tan amable jefe, pero no hay ninguna necesidad de preocuparse- -Bueno, pasaba para quitarme esa preocupación y además para recordarte sobre el informe que te pedí la semana pasada ¿listo? Ella, que era siempre ejemplo de diligencia admitió a regañadientes que no había logrado culminarlo. -Bueno, pásate a la hora del almuerzo a mi oficina, podemos terminarlo allí, supongo que no falta mucho y no admito un no como respuesta. Se paró rápidamente y evitando así cualquier intento de ella por negarse abandono la oficina. Ella quedo allí, pensando que había dado el brazo a torcer con ese maldito informe, se resignó entonces a permanecer una hora en su compañía, en la soledad de esa oficina.  Llego pronto la hora designada para el almuerzo. Después del mediodía, dio un tímido golpe en la oficina del jefe, esperando que por algún azar de la vida no se encontrara allí, tal vez alguna reunión imprevista, una llamada de su esposa o incluso un accidente inesperado, todo valía. Para su desgracia nada de esto sucedió y la vida quiso entregarla a ese momento sin más dilación que el instante que tardó el en responder del otro lado de la puerta, su voz grave ordeno –pase-   Precavida y sin ninguna intención de dar el mas mínimo asomo de indebido interés había contado con la suerte de vestir ese día un pantalón no muy ajustado y una gruesa chaqueta tan holgada que apenas sugería el contorno de sus hombros.  El se levantó y en un gesto de añeja caballerosidad movió la silla para permitirle tomar asiento, estiro la mano para tomar el informe que ella entregaba y al recibirlo puso el mamotreto de hojas boca abajo, dando a entender de inmediato que su ultimo interés era el de repasar los números tan monótonos pero esenciales que revelaban el estado nunca más próspero de esa compañía que dirigía según sus resultados, con una visión impecable.    Insistió  en indagar sobre su vida personal, ella dio cuantas evasivas pudieron ocurrírsele, pero fue tan grande su insistencia y tan aparentemente halagadoras sus intenciones que termino cediendo muy a su despecho una pequeña pieza de la historia, intentando conversarse a si misma de que lo hacía con el unico ánimo de acabar con el asedio al que estaba siendo sometida -Tu sabes es muy serio con su trabajo, quiso realizar una entrevista que por motivos de tiempo no pudo realizar en su horario y termino de juerga con la mala suerte de que su celular se rompió, es todo. -¿Una entrevista que no termino? Bueno, eso es muy extraño porque es de entre todos nuestros colaboradores el que despacha con más velocidad La sombra de la dudad que ni un segundo había dejado de cernirse sobre ella tomo un poco más de materialidad, quiso pensar que se trataba simplemente del tanteo a un nuevo camino hacia su entrepierna, esta vez desacreditando al marido, pero no pudo. Pese a ello, dejar de sentir cierta insana curiosidad por comprobar si aquello seria cierto.   No queriendo que ese hombre, de propósitos siempre sombríos se mezclara más en el asunto. Pues en algo tan delicado sería la última de las personas de las que solicitaría alguna ayuda, corto el tema de conversación señalando un par de puntos importantes del informe. Un rato después recordó que cada una de las entrevistas era grabada para efectos de la supervisión que se realizaba revisando aleatoriamente una de entre todas las entrevistas realizadas durante el mes. Obtener permiso para escuchar todas las de la semana determinando así la realidad de la coartada de su esposo era tarea imposible de cumplir sin la ayuda de alguien con autoridad suprema. Autoridad como la que poseía ese hombre enfrente suyo.   El, que conocía bien el punto en el que la fingida preocupación empieza a tomar un cariz sospechoso para la victima había ya cesado su empeño, dejando el resto para otro dio, la idea que ella estaba a punto de sugerir también le cruzaba por la mente y degustaba con placentera expectación el momento en que la curiosidad la venciera y se viera obligada a permanecer con él durante largo rato en la sala de revisión en la que se guardaban las copias de todas las entrevistas. Para su buena suerte un estrechísimo recinto, alejado de cualquier posible perturbación, se entregó a la tarea de revisar el informe felicitándose para sus adentros por cada saldo positivo, finalizada la hora del almuerzo y acabado también el propósito que allí los reunía se dispuso a acompañarla a la puerta, a medio camino entre su escritorio y la bisagra ella adelanto inesperadamente sus planes.   - ¿Jefe usted cree que podría hacerme un favor? Anticipando por completo la naturaleza de ese favor respondió con falaz mirada de confusión –Claro, cualquier cosa dentro de mi alcance Vacilo un poco ella, pero fin se atrevió a sugerir- podría yo revisar las grabaciones de las entrevistas que realizo mi esposo la semana pasada, es solo por precaución, si no es posible lo entiendo- Suprimiendo una sardónica sonrisa y con una cara de beato que engañaría a la mismísima trinidad respondió-pero claro, aunque no puedo dejar que lo hagas sola, tu sabes, por motivos de confidencialidad Ella que ya había sopesado esa posibilidad, hasta algún punto medianamente razonable, no fue tomada por sorpresa y se despidió diciendo-pero claro, usted puede estar presente, dígame cuando le parece conveniente- Aun contando con tiempo más que suficiente este mismo día y también el siguiente el estimo que resultaría muy apropiado para sus propósitos posponer la revisión hasta dos días después, dándole a ella tiempo para agonizar en deseos de verdad, para representarse una y otra vez el peor y el mejor de los escenarios, en resumen, para sumirla en un estado de ansiedad que la dejara totalmente a merced de sus peticiones.   Se despidieron con el habitual apretón de manos, acordando realizar la revisión el día después de mañana, tras finalizar la jornada de trabajo. Nada más cerrada la puerta el empezó a planear su manera de proceder, se planteó incluso amañar las grabaciones, pero creyéndolo un método poco necesario cuando se trata de infidelidades, que se dan siempre en algún punto de las relaciones prologadas, decidió confiar en un momento de flaqueza de su contrincante, tal vez realmente había penetrado en su oficina una rubia despampanante y habían acordado una cita allí siendo escuchados por el micrófono. En suma, lo dejo todo al destino que no tardaría en mostrarle un agradable porvenir.   Del otro lado de la puerta la figura femenina tan codiciada ya se arrepentía de haber cedido a ese impulso curiosidad, con cierta certeza cobardona de que no encontraría en ello más que confirmación a lo dicho por su esposo, llego a su oficina sintiéndose un vulnerable e incapaz de cualquier defensa, aparto esos oscuros pensamientos de su mente con la fórmula infalible del arduo trabajo Pospuso tanto como pudo el momento de llegar a casa, pero siendo apenas lunes era realmente imposible conseguir una excusa adecuada para justificar no ir a casa o hacerlo muy tarde. Un poco resignada atravesó la puerta hacia el interior del apartamento. Allí, se encontró de nuevo con la vista más familiar que podría nunca experimentar en su vida, el mobiliario elegido con tanto recelo e incluso añorado con una excitación casi infantil de la que. En su momento, se avergonzó. Amplia la recepción, adornada por apenas dos sillones largos de color caqui, entre estos y el televisor una pequeña mesita cuya parte superior era de grueso vidrio soportado por delgadísimas patas de madera, el pasillo que llevaba al comedor, muy corto, dejaba ver en el recodo una mesa amplia pero sencilla, rodeada de sillas cuya madera levemente torneada revelaba el gusto austero y sobrio que se proponía la pareja dar a su morada.   Solo hasta ese momento se percató de las grandes cuestiones del temperamento e incluso de los deseos que son revelados por los gustos estéticos. Una reminiscencia de su marido dejando escapar pequeñas risillas a medida que ella se iba decantando por un adorno siempre muy simple en lugar de otro más extravagante, le dio plena certeza de lo que él veía en cada una de sus decisiones, una mujer conservadora y limitada al extremo, ordenada en cada aspecto de su vida y obsesionada con la mesura. Un breve instante vacilo antes de seguir penetrando en el recinto, preguntándose si acaso había ocurrido en algún momento que se cuestionara sobre el rumbo que tomaba su vida, no en lo profesional o sentimental, sino en lo que respecta a su propio ser, ¿había acaso cultivado una sola vez alguna idea que las mojas del conservatorio hubieran considerado digna de ser reprobada?   Los pies la guiaron sin que lo ordenara la voluntad hacia la habitación matrimonial, en la que un paisaje totalmente uniforme la esperaba, el cubre lechos de un n***o profundo, casi mate, acompañado de dos mesitas de noche a cada costado, idénticas ambas. Daban una sensación de simetría que resultaría placentera para cualquier obsesivo compulsivo, la única diferencia visible entre un costado y otro de la habitación lo constituían las pertenecías sobre cada una de las mesitas, la de ella colmada de productos cosméticos, la de el con tan solo un antiguo reloj, un par de colonias y la espuma para afeitar, lanzo sobre la cama el bolso y el abrigo, como lo hacía desde siempre, solo hasta entonces se preguntó dónde estaría él. Durante el almuerzo por obvias razones no había estado juntos y debido a que ella le había dicho que se adelantara tampoco volvieron juntos a casa.   Lo encontró en el estudio, leyendo uno de sus libros con mueca de genuina despreocupación, su enojo se encendió un poco al sentir que él, la creía burlada con tan poca explicación. Sin embargo, a modo de reprimenda para sí misma y ya algo harta de estar constantemente enojada, se dijo que, si tras revisar las cintas de grabación todo resultaba correcto y en efecto el probaba su inocencia, los pasados dos días y ahora este constituirían dolorosísimos recuerdos de la fragilidad de su confianza y también de la volubilidad de sus sentimientos. Con esto en mente e influenciada por el repentino aburrimiento que le empezaba a causar tanta austeridad dijo a modo de saludo -Tenemos que pintar las paredes, tanto blanco empieza a hastiarme, tal vez cambiar los muebles también. Extraído de su lectura por algo tan inesperado, no supo que responder, aunque si encontró optimismo suficiente. Dado lo trivial del comentario, para creer que ello constituía muestra de que todo quedaba olvidado, tras pensar un momento que podía motivar la decisión de redecorarlo todo y descartar que ello se debiera a un genuino deseo de cambio a nivel personal respondió -Por supuesto, podemos ir si quieres este mismo fin de semana, creo que también me hace falta un cambio de aires. Pasados algunos minutos se reunieron como lo hacían siempre, en el sillón de la recepción, cada uno con comida que había comprado de camino a casa, aun cuando el sosiego no alcanzo para que tomaran la habitual posición de amantes con la que degustaban esos últimos bostezos del día, permanecieron cerca, ninguno de los dos hizo gesto alguno de desagrado e incluso comentaron entre esporádicas risas lo que iban observando en la pantalla.   Cuando la luna hizo su aparición en el centro del cielo nocturno, ambos supieron que llegaba el momento de realizar una de esas acciones que determina el estado en que se encuentra una relación, si decidían ambos caminar hasta la misma cama y posarse sobre ella para pasar así la noche juntos, sería un voto de confianza, si no era así, entonces existían aun cuentas por saldar. Para desgracia de nuestro entrevistador, ocurrió lo segundo, ella se levantó apenas minutos antes de la hora habitual y cerró la puerta de la habitación con un golpe que decía clarísimamente, hoy tampoco duermes acá.   El, que durante el último par de horas se había creído a salvo de toda sospecha y se había propuesto enmendar el daño que estimaba pequeño, con algún detalle costoso, palpo de nuevo la gravedad de su pecado y aun mas impactantemente la resignación que poco a poco le escalaba por la pierna. Se dijo entonces, como una de esas pequeñas máximas que luego nunca recordamos haber formulado, que haría cuanto estuviera a su alcance para enmendar el error pero que si la tarea resultaba poco fructífera sabría afrontar el golpe con altiva dignidad. Se dispuso entonces a pasar la noche de nuevo sobre la cama de invitados, una vez allí el sueño lo encontró con rapidez felina, las últimas palabras que resonaron en su cabeza antes de entregarse por completo a la bruma del sueño fueron “qué más da”   Ella a escasos metros, dentro de la habitación matrimonial sufría de algo totalmente diferente, revolcándose en la cama no lograba encontrar el modo de invocar el tan anhelado sueño, tras horas de retorcer las cobijas de un lado a otro, por fin logro encontrarlo. Aunque a la mañana siguiente quiso que no hubiera sido así, pues horrorosas pesadillas la agitaron toda la noche, con lo que tuvo que afrontar otra mañana con la marca indeleble de los problemas mal afrontados pegada sobre el rostro.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD