La mañana los sorprendió con más rapidez de la deseada, ambos se levantaron bastante somnolientos sin saber cuál de ellos debía ocupar primero el baño. Cuando finalmente lograron decidirlo y estuvieron ambos por lo menos limpios y un poco más despiertos cayeron en la cuenta de que en tanto durara la desafortunada visita y su correspondiente engaño estarían obligados a ceder la habitación de huéspedes a los recién llegados, y con la propuesta de no develar sus problemas aun sobre la mesa el sofá era una opción descartada, con lo que quedaba solo compartir el lecho marital de nuevo. Al principio les pareció graciosa su propia estupidez, pero a medida que sus mentes iban develando la verdadera naturaleza del problema empezaron a discutir.
-Dale, sé que es incómodo, pero prometo hacerme en el rinconcito-
-No es el rinconcito es el olor a puta que llevas, al lado mío no duermes
-No seas ridícula ¿Cómo propones entonces que no se nos caiga la mentira?
-Yo que sé, pero en mi misma cama no duermes, por lo menos no ahora, aún nos queda mucho por arreglar
-Arréglemolo ya mismo entonces-
-No es tan simple, no es cuestión de cambiar un par de palabras ¿podrías dejar de ser un cínico por un solo instante?
-No es ser cínico sino realista, porque tienes que complicarlo todo-dijo el sin percatarse de su hipocresía
-No es complicar, es que me das maldito asco-
Quedaron ambos en silencio un instante
-Si te doy asco porque mierdas me pediste que volviera
-Yo no te pedí nada, tú fuiste el que llamo aterrado como un niño porque tus papas se vienen a dar cuenta de tu calaña
-Sabes que, duermo en el piso, debe haber una colchoneta por ahí en algún lado.
Si la conversación confesional de antes había tenido efectos terapéuticos en la malgastada pareja esta de ahora logro acabar con cualquier avance que hubieran podido hacer hacia la reconciliación, él estuvo de ahí en más regándose en improperios mentales contra ella ¿Cómo qué asco? ¿Quién se cree la muy puta? Como si no hubieran dormido años en la misma cama sin remilgar y era el que tenía que despertar todos los días con su cara de muerta y su maldita frigidez que no sería capaz de complacer ni al hombre más precoz de mundo, está bien, era cierto que había errado, pero aparte de pedir perdón todo escapaba a su control si ella deseaba seguir haciendo como si fuera nada más que un estorbo las cosas no iban por muy buen camino fue su veredicto final.
Ella procurando evitarlo todo el rato, en el desayuno, en la televisión e incluso en los pasillos, estaba al borde de la histeria, “¿Cómo que lo complico todo? Será cínico el muy cabrán no le basta con degradarme a un cachona, sino que ahora también quiere que se lo celebre y que vuelva a sus brazos como si hubiera sido una cosa cualquiera”. No hallaba ya lugar donde poner todo el desprecio generado por la actitud de su marido. Ambos se encontraban trabados en una mini disputa que les retraso todos los planes, no estuvo la comida hecha a la hora necesaria ni los regalos comprados ni mucho menos la habitación de invitados puesta en orden, cuando él se prestaba a realizar esta última tarea sonó el timbre, ella le hecho una mirada acusadora y con signo de “te lo dije ahora justificarlo es tu problema” abrió la puerta.
En contados segundos entraron por ella dos ancianos colosales, tan grandes como su hijo ambos de ellos, El viejito, era un señor de cabello cano y hombros amplios adornado con una panza prominente que lucía con todo orgullo, el rostro surcado de arrugas delataba, sin embargo, dada su constitución que durante la juventud había sido una hombre guapísimo tal vez incluso más que su propio hijo, vestía ropa que para nada se correspondía con su edad octogenaria, un traje a la medida del más fino corte de color gris y una camisa de blanco impecable. A su lado, la suegra era una mujer de esas que inspira solo ternura, pese a sus medias imponentes su aire era de pura cordialidad, ligeramente encorvada con una jorobita graciosa y ataviada con un vestido floral holgado de tintes primaverales que bajaba casi hasta sus tobillos, fue ella la primera en saludar, lo hizo efusivamente, del mismo modo en que lo había hecho siempre desde que se conocieron.
La esposa, que nunca se sentía demasiado cómoda con la pareja de viejitos sintió de inmediato hacia ellos el odio que sentía por el esposo, pero el abrazo que ambos le dispensaban no podía ser eludido por lo que lo aguanto con una valentía digna de Hércules, luego los recién llegados caminaron despacito hacia su hijo, también con los brazos abiertos, estuvieron así abrazadis un rato exagerado tras el cual se desprendieron para poder los tres observarse las sonrisas perfectas. Los esposos se disculparon por no tener la comida a tiempo y ubicaron a los ancianos en la sala, donde se sentaron a conversar con su hijo.
-Siempre tu casa esta tan bonita cariño- dijo la madre
-Tu sabes qué cosa mía no es- respondió nuestro entrevistador, a la vez que hacia el gesto de señalar con los labios a su esposa atareadísima en la cocina
-Pues no pudiste elegir mejor- intervino su padre
-Eso creo- contesto lacónicamente, mientras se decía para sus adentros, “pero claro que sí, solo tenía que esperarme unos 10 años más sentado en mi oficina, me hubiera llegado la felicidad a domicilio, pero no, ahora tengo que estar acá jugando esta pantomima idiota”
Para llenar el silencio, luego de las formalidades y las observaciones de siempre “como estas” “qué tal va todo”, “la salud”, “el dinero” y demás estupideces los viejitos empezaron a relatar en voz alta. Para que escuchara también la esposa ocupada en la cocina, una de sus aventuras transoceánicas, que había tenido lugar hace la friolera de 50 años.
-Cuando estábamos jóvenes, ambos soñábamos con ir a Europa, tu sabes mijito por que no la tienen bien romantizada. Los canales de Venecia, la torre Eiffel, el coliseo romano, los castillos medievales y hasta la comida, en fin, un sueño hecho realidad. Por allá en el 1970 y pico se nos hizo realidad, no fuimos en avión como se estaba empezando ya a hacer costumbre, sino que cogimos un trasatlántico desde acá de Colombia, eso fue toda una odisea como dicen los muchachos ahora, tu papa vivía todo el rato con mareo y yo con asco de las desgracias que hacía en nuestra cabina y mira que éramos sin embargo tan felices que ni aun así nos podíamos amargar. Todo era tan bello, el mar interminable, la gente elegante y pulcra, incluso nosotros, lo que duro el viaje un rato fue de noche, tu papa y yo nos sentamos en la cubierta del barco con todos los demás pasajeros y vimos las estrellas mientras nos bamboleaba el mareaje, es uno de los recuerdos más bonitos de mi vida- con voz entre cortada-
En ese momento intervino la esposa diciendo que los platos estaban servidos ya, que podían pasar a comer, no obstante odiarlos en ese momento sus historias eran siempre tan maravillosas que se sentó con algo de alegría verdadera y un resto disimulada, insto de inmediato a su suegra para que continuara el relato, ella así lo hizo.
-En que iba hijo-interrogo antes de aventurarse a empezar en cualquier sitio-
-En la noche de las estrellas madre-
-Ha si es cierto, bueno para no extendernos más en el tema del mar voy simplemente a decirles que algún día tienen que hacerlo los dos, nunca es demasiado tarde, bueno luego del barco, que para mí fue lo más delicioso, no como tu padre que lo recuerda bien distinto- mientras le daba un codazo amistoso a su marido-
-Que puedo decir, no me gusta estar mareado, además, yo no iba por el agua que uno a fin de cuentas se la encuentra literalmente hasta en el inodoro, yo iba por puras ansias de conocer el otro lado de la moneda, las piedras de los edificios-
-No espérate que tú lo cuentas con puros ánimos de arquitecto- El anciano esbozo una sonrisa y con una ligera reverencia le indico que bien podía seguir ella- en fin, llegamos a puerto en España, nos bajamos en la ciudad que paradójicamente tiene el mismo nombre en la que nos embarcamos, Cartagena, tuvimos entonces que cruzar el estrecho de Gibraltar, si tú lo pones de ese modo se diría que a áfrica también fuimos- la señora rio tiernamente y entonces prosiguió- allá en la Cartagena española agarramos un taxi y el señor de alguna manera se dio cuenta que no éramos de por esos lados, me imagino yo que por el acento, nosotros le hicimos la pelota un rato diciéndole que veníamos de Cartagena, mientras el pobrecito no entendía como podíamos ser de ese mismo sitio. Llegamos al hotel y ahí se me hizo realidad otro gran sueño de la vida, el de ver a tu papa contento- La señora rio esta vez no con tanta ternura sino con una estridencia que delataba su pasado alegre y juguetón- tu papa allí fue de lo más feliz, eso se la pasaba metido en cuanto recoveco malsano tenían esos edificios antiguos, ahí fue cuando le empezó la maña de despotricar de los edificios coloniales bonitos y simples del centro-miro entonces a la esposa y aclaro- porque bonitos son mucho, un pajarito me conto que en una de esas te criaste y déjame decirte que visitarla seria otro deseo hecho realidad yo solo he entrado a las que se convirtieron en museos o alcaldías-
La ora mujer sobre esa mesa respondió- Pero claro, faltaba más, podemos ir de compinches yo hace rato estoy también que me paso por allá –
La viejita encantada sonrió de oreja a oreja- entonces ponle fecha querida- dijo en tono muy alegre, para proseguir con la historia- en que me había quedado, uy me dio un deja bu, uno ya a esta edad no sirve ni para contar historias bien… en el hotel si en el hotel, bueno, nosotros habíamos ido a conocer pero sacar a tu papa de allá fue una tarea bien difícil, estaba todo el día que si esta construcción fue musulmana que si fue de tal siglo perdido en el tiempo que sí de tal otro, que si el contrafuerte, que si la cúpula y que si el pilar dórico o no sé qué otros disparates que hasta el día de hoy solo él sabe distinguir- luego les sigo contando la historia ahora preferiría recostarme un rato, llegar hasta acá es ya mucho trabajo para mi
Con la señora retirada al reposo la conversación se tornó mucho más mundana, entre un bocado y otro especularon sobre cosas cotidianas, que si el gobierno, que si tal candidato. Luego, tras levantarse de la mesa nuestro entrevistador se hizo cargo de los platos, y los desperdicios, mas entrada la tarde fueron a comprar “souveniers” a los viajeros que muy poco ponían los pies en la capital. Para la noche el engaño se creía totalmente exitoso, el inconveniente del cuarto de invitados distendido fue sorteado con rapidez y facilidad diciendo simplemente que un amigo de la pareja se había quedado allí la noche pasada, sin embargo, valoraron muy poco la agudeza de una señora que había recorrido el mundo de lado a lado compitiendo en ingenio con mercaderes turcos y en agilidad con ninfas de la india, ella noto el olor de su hijo en las sabanas que esa noche le hicieron de cobertura contra la noche, no dio gran importancia al problema de que durmieran separados, pues a fin de cuentas era común tener ese tipo de diferencias entre esposos de tanto en tanto, pero si por algún motivo que no lograba resolver por completo se sentía bajo el hechizo ignominioso de una mentira, al día siguiente observo a la pareja con otros ojos. Mientras que los observados se ocupaban de tanto en tanto en sus celulares, ambos habían recibido contestaciones de sus respectivos pecados, ambos se planteaban echarlo todo al carajo.