Contrato

1172 Words
Cuando Adrian volvió a su casa seguía sin poder digerir lo que estaba pasando. El ser chantajeado por su jefa era algo que nunca se le hubiera pasado por la cabeza, pero ella lo tenía acorralado, él no podía perder su trabajo ya que si lo hacía estaba casi seguro que su jefa se encargaría de que no encontrará ningún otro trabajo decente. Esa noche Adrian no pudo dormir, la propuesta de matrimonio de su jefa no paraba de rondarle la cabeza. A la mañana siguiente él se levantó temprano y por primera vez deseó no tener que ir a trabajar. Adrian fue a buscar a su jefa a su casa como hacía cada mañana, él le preparaba el desayuno y le decía la agenda del día. Cuando entró al departamento lo hizo con sigilo, si era posible quería retrasar su encuentro lo más que pudiera, fue a la cocina y comenzó a preparar el desayuno sin hacer ruido. Su trabajo de asistente en realidad era uno de esclavo, siempre debía estar pendiente de lo que a su jefa se le ofreciera. Si me caso con ella perderé el poco control que tengo sobre mi vida, pensó Adrian. Después de terminar de ducharse Emma fue a la cocina para ver si Adrian ya había llegado, ella le había hablado varias veces pero él parecía absorto en sus pensamientos y no la había escuchado. Emma le tocó el hombro, Adrian dio un gran brinco y le dijo. _ Jefa, ¡acaso quiere matarme!, no me de esos sustos. _ Tengo rato de estarte hablando, hoy estás muy distraído. Cómo quiere que no esté distraído después de todo lo que pasó ayer. Murmuró Adrian para sí mismo. _ Ya está mi desayuno. _ Sí señorita. Emma se sentó en la mesa y esperó a que Adrian le sirviera el desayuno, él solo había puesto su comida en la mesa y le preguntó. _ ¿Ya has desayunado? Adrian no solía comer tan temprano, él solo tomaba una taza de café para despejarse así que le respondió. _ No. _ Entonces desayuna conmigo. _ Gracias pero no suelo desayunar a esta hora. _ El desayuno es la comida más importante del día, siéntate y desayuna conmigo. Adrian sabía que esa no era una invitación sino una orden, así que puso un sitio más en la mesa y se sentó. Mientras desayunaba Emma le dijo. _ Ya que estás aquí eso significa que has aceptado mi propuesta, ¿Verdad? _ Me dijo que lo pensará. _ Te he dado una noche para que lo pienses, ahora quiero mi respuesta. _ Jefa, yo no me quiero casar. _ Y supongo que tampoco quieres seguir trabajando. Adrian apretó con fuerza los cubiertos, deseo poder clavarlos en el pecho a su molesta jefa. Pero no era un asesino y si mataba a su jefa igual se quedaría sin trabajo. _ Usted sabe que no puedo perder mi trabajo. _ ¿Entonces aceptas mi propuesta? _ Señorita el matrimonio es algo muy importante, debería pensar mejor las cosas. _ Tu no lo entiendes, ¿verdad?, si no te casas conmigo tendré que casarme con otro hombre y ese otro hombre es Fabián Sierra, un mujeriego y narcisista, prefiero perder la presidencia que casarme con ese hombre. _ Pero. _ Yo no tengo muchas opciones y tú tampoco, ¿Qué decides? Adrian estaba contra la espada y la pared, sólo había una cosa que podría hacer aunque eso fuera encontrá de sus principios, él suspiró profundamente y contestó. _ Está bien, aceptó. _ ¿Aceptas que? _ Aceptó casarme con la señorita. Emma sonrió y le dijo. _ Has tomado una buena decisión. Emma se levantó de la mesa, fue a su habitación y volvió con un contrato y le dijo. _ Léelo y si hay algo que no te gusta me lo dices. _ ¿Qué es? _ Un contrato de matrimonio. _ ¡Nos casamos ahora! _ No seas tonto, es un contrato para dejar claro nuestros intereses, también está lo que recibirás cuando nos divorciemos. Adrian se preguntó en qué momento había hecho ese contrato, pero no dijo nada. _ Cancela mis citas de la mañana, iremos a la oficina cuando termines de revisar el contrato, quiero que te tomes tu tiempo. Adrian hizo lo que Emma le ordenó, después de cancelar sus citas se puso a revisar el contrato, y abrió los ojos como platos cuando vio la gran cantidad de dinero que recibiría después del divorcio y le preguntó. _ Señorita Emma, este dinero. _ Te dije que recibirás una buena cantidad, ¿No estás conforme? Adrian nunca había esperado obtener tanto dinero, con ese dinero él podía acabar de pagar la hipoteca de su departamento y pagarles la carrera a sus hermanos. _ No, en realidad me parece mucho. _ Me parece lo justo por un año de matrimonio. Adrian continúo leyendo el contrato, decía que él no podía tener ninguna amante mientras estuvieran casados, que si alguna de las partes quería romper el contrato debía pagar 5 veces más la cantidad dada. Jamás romperé este contrato pensó Adrian, no podría pagar ese dinero ni vendiendo todos mis órganos. Cuando terminó de leerlo Emma preguntó. _ ¿Tienes alguna duda? _ El contrato dice que no puedo tener ninguna amante. _ Correcto, aunque nuestro matrimonio sea temporal odio a los hombres infieles, así que ni se te ocurra engañarme. _ Jamás haría tal cosa señorita Emma. _ Yo solo digo, si no tienes ninguna duda firma. Adrian firmó el contrato y sintió como si estuviera vendiendo su alma al diablo, tras terminar de firmar Emma le arrebató el contrato por si se arrepentía y le dijo. _ Muy bien, gracias por firmarlo, ahora volvamos a la oficina. Cuando llegaron a la oficina Emma le pidió que llamara a su abogado, Gabriel un compañero de trabajo se acercó a él y le preguntó. _ ¿Les ha ocurrido algo?, Ustedes nunca llegan tarde. _ Mejor no preguntes. Adrian se veía cabizbajo, Gabriel le dijo. _ Al parecer la jefa te ha hecho pasar un mal rato, por qué no vamos a tomar algo para relajarnos al salir del trabajo, es viernes así que podemos emborracharnos. _ Gracias, pero no. _ ¿No me digas que otra vez vas a trabajar el fin de semana? En realidad Adrian ya había terminado todo su trabajo y tenía libre el fin de semana, pero después de la mala noche que había pasado lo único que deseaba era volver a su casa y dormir como un tronco. _ Por suerte no, pero necesito descansar. _ Adrian si no sales nunca te casarás, terminarás solo por el resto de tu vida. Adrian ya estaba prácticamente casado, después de firmar el contrato era cuestión de tiempo para que su jefa anunciará públicamente su relación, de solo imaginarse a todos en la oficina hablando sobre ellos le dio dolor de cabeza y le dijo. _ Bueno, quizás un día de estos te sorprenda.
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